"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 9 de julio de 2025
CARLOS CATENA CÓZAR
Hechizo
Solo
quien lleva años
observando
desde la barca
día
y noche la orilla
aproximarse
lenta,
llegado
por fin
un
día a la orilla,
no
baja de la barca
y
corre tierra adentro,
sino
que
se
sienta junto al mar,
hace
un dibujo del agua.
ARTURO GUTIÉRREZ PLAZA
Mensaje de Customer Service
No
pierdas la esperanza.
Tal vez mañana
al fondo de algo,
en algún cajón maloliente,
oculto entre la ropa por zurcir,
al fondo del basurero,
tal vez solo y malogrado
en el piso,
detrás de la cocina,
en el hoyo de la pared por el que los vecinos
te espían en la madrugada,
quizás, bajo la pata de una silla,
junto al polvo cautivo
por el peso de una alfombra,
en algún lugar,
caído de improviso,
extraviado en una bolsa del supermercado,
tal vez allí encontrarás el mensaje prometido,
no pierdas la esperanza:
el cupón de esa oferta buscada,
un pase sonriente a la felicidad.
JUAN CARLOS ONETTI
Balada del ausente
Entonces
no me des un motivo por favor
No
le des conciencia a la nostalgia,
La
desesperación y el juego.
Pensarte
y no verte
Sufrir
en ti y no alzar mi grito
Rumiar
a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En
lo único que puede ser
Enteramente
pensado
Llamar
sin voz porque Dios dispuso
Que
si Él tiene compromisos
Si
Dios mismo le impide contestar
Con
dos dedos el saludo
Cotidiano,
nocturno, inevitable
Es
necesario aceptar la soledad,
Confortarse
hermanado
Con
el olor a perro, en esos días húmedos del sur,
En
cualquier regreso
En
cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu
silencio
Y el
paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que
no responde al sombrero enlutado
Golpeando
las rodillas
Que
teme a Dios y se preocupa
Por
lo que opine, condene, rezongue, imponga.
No
me des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy
desnudo y lejos, lo que me dejaron
Giro
hacia el mundo y su secreto de musgo,
Hacia
la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo,
sólo, desarmado
bamboleo
mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo
y avanzo
Me
acerco tal vez a una frontera
A un
odio inútil, a su creciente miseria
Y
tampoco es consuelo
Esa
dulce ilusión de paz y de combate
Porque
la lejanía
No
es ya, se disuelve en la espera
Graciosa,
incomprensible, de ayudarme
A
vivir y esperar.
Ningún
otro país y para siempre.
Mi
pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido
con ella.
El
mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.
Se
aceptan todas las apuestas:
Eternidad,
infierno, aventura, estupidez
Pero
soy mayor
Ya
ni siquiera creo,
En
romper espejos
En
la noche
Y
lamerme la sangre de los dedos
Como
si la hubiera traído desde allí
Como
si la salobre mentira se espesara
Como
si la sangre, pequeño dolor filoso,
Me
aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.
Muerto
por la distancia y el tiempo
Y yo
la, lo pierdo, doy mi vida,
A
cambio de vejeces y ambiciones ajenas
Cada
día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.
Volver
y no lo haré, dejar y no puedo.
Apoyar
el zapato en el barrote de bronce
Y
esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.
La
paz y después, dichosamente, en seguida, nada.
Ahí
estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas,
no me inflará las
mejillas
Ahí
estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.
IVÁN TREJO
No
hay otoño en tu jardín/ ni hojas secas
entre
tus dedos/ sólo hay inacabables puestas de sol
donde
es necesario pensar en el silencio o apenas nombrarlo
o lo
dicho ya que se esconde tras tus ojos/
emane
como flor en el páramo del sueño.
De: “Hay un jardín”
ABDUL HADI SADOUN
Revelación
Hay un tiempo dotado de solera, que me concede la capacidad de pensar en
tu partida de una forma sorprendente. Pienso obligatoriamente en al-Buraq,
un ser mitológico, en el instante del parto insólito entre la lentitud del pie
sobre la tierra o el vuelo con sus alas desubicadas.
Hay un tiempo para pensar en un vacío que ralentiza el camino, para que dote a
las palabras de sentido y a las voces de un murmullo que lo aguarda. Damos a
los hechos nuestro interés y nuestras riñas, mientras se superan con la
agilidad de un pájaro.
Hay un tiempo para el propio tiempo, ese que está a tu lado, en tu única
trinchera, fortificada por tus compañeros, quienes extienden el aceite en tu
candil, solo para que tus ojos se iluminen por ellos. Entre tanto superan
centenares de millas, alargadas, redondas, veladas y la alejas sin aflicción,
ni rotación ni espera. La aflicción nos llena sin que nos fortalezcamos con tu
aceite.
Hay una ceniza, la esparces con tus vueltas. Hay un patrimonio común que
portamos hacia ti y transporta nuestros ojos en las frentes de los rostros,
buscando un par de ríos y la negrura del sur hacia su norte para que echemos en
ella tus láminas y olamos con ella tu misericordia.
Hay
un fuego que se prende en los lados, que ahora y en cada comienzo, me pregunta
por ti. Lo recuerdo en los cuadros, en las arcillas y en la memoria. Él admira
y examina. Le digo que los principios han eternizado un fuego y han soplado por
si mismos al fuego. En el fuego hay memoria, se ve la verdad sin obstáculo y no
cabe detrás del después un después.
ANNA ŚWIRSZCZYŃSKA
Intestino grueso
Mira
al espejo. Deja que ambos miremos.
Aquí mi cuerpo desnudo.
Aparentemente te gusta,
Yo no tengo razones para hacerlo.
¿Quién nos unió, a mi y a mi cuerpo?
¿Por qué debo morir
junto con él?
Tengo derecho a saber dónde se traza
la frontera entre nosotros.
Dónde estoy yo, yo, yo misma.
¿En
el vientre, estoy en el vientre?¿En los intestinos?
¿En el hueco del sexo?¿En un dedo del pie?
Aparentemente en el cerebro. No consigo verlo.
Saca mi cerebro de mi cráneo. Tengo derecho
a verme a mí misma. No te rías.
Eso es macabro, dices.
No
he sido yo quien ha hecho
mi cuerpo.
Visto los trapos usados de mi familia,
un cerebro ajeno, fruto del azar, el cabello
de mi abuela, la nariz
pegada de retazos de otras narices muertas.
¿Qué tengo yo en común con todo eso?
¿Qué tengo en común contigo, a ti que gustas
de mi rodilla, qué es mi rodilla para mí?
Claro
Habría escogido un modelo diferente.
Los
voy a dejar a ambos aquí,
a mi rodilla y a ti.
No me tuerzas la boca, voy a dejarte todo mi cuerpo
para que juegues con él.
Y voy a irme.
Aquí no hay sitio para mí,
en esta ciega oscuridad que aguarda
la corrupción.
Voy a despojarme, a correr lejos
de mí misma.
Voy a buscarme
corriendo
como loca
hasta mi último aliento.
Uno
debe darse prisa
antes de que llegue la muerte. Pues para entonces
como un perro halado por su cadena
tendré que regresar
a este cuerpo que estridentemente sufre.
Pasar por la última
y más estridente ceremonia del cuerpo.
Derrotada
por el cuerpo,
lentamente aniquilada a causa del cuerpo
me
volveré falla renal
o la gangrena en el intestino grueso.
Y expiraré en vergüenza.
Y el
universo expirará conmigo,
reducido como está
a una falla renal
y a la gangrena del intestino grueso.
martes, 8 de julio de 2025
NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA
Ser
civilizado es poder criticar aquello en que creemos sin dejar de creer en ello.
BOŽIDAR PROROČIĆ
La noche tempestuosa
Octubre
se marchita, cae una lágrima
noche
tempestuosa de una ciudad pequeña
El
viento lleva mis rimas
la
oscuridad lluviosa esconde la verdad
Se
oyen los sonidos ensordecidos del cielo
El
firmamento se parte por el destello de un rayo
Del
huerto huelen los membrillos ya maduros
Te
miro fascinado
con
la lluvia y ebrio de soledad
mientras
hay lluvias también existirá Cetinje
Escribo
sobre el otoño del dolor amoroso
El
sello del destino está en los versos
Escondo
en ellos una tristeza sin fin
LUIS ARIAS MANZO
En un eterno coro de amor
[A Marcia Motta en el
día del amor]
En esta noche oscura
En que todas las luces de mi aliento se apagaron
Me voy a refugiar en tu recuerdo
Renegando a todo
Renegando a mí mismo
Y a todos mis viejos amores
Para sólo demorar en tu ser íntimo.
¡Oh Amor!
Me muero sin ti
Como si fuera una hoja muerta y solitaria
Perdida solo en el bosque de luciérnagas.
En esta noche oscura
En que se apaga mi vida
Te voy a decir fuerte y eterno:
¡Te amo!
Te amo y te añoro
Y mis palabras, ya lo sé
No te pueden alcanzar.
¡Oh Amor!
¿Por qué no lo dije antes?
¿Por qué no brotaron de mí los verbos?
Cuando aún te podía alcanzar.
Yo me pierdo en el abismo de lo oculto
Y me pierdo tanto
Que ya no sé quien soy
Y creo que soy,
Que soy una hoja muerta
Solitaria y vagabunda
En el triste espacio de lo misterioso.
¡Oh Marcia mía!
Mía y lejana como un astro errante
Que tus pasos caminen hacia mí
Siempre hacia mí por entre la fronda humana.
Cuando camino al lecho sin ti
Es como si caminara directo al paredón
Amor, no me dejes nunca,
Nunca más te vayas
Y si te vas
Que siempre sea para unirte a mí
En este coro de eternas sábanas amorosas.
MELCHOR LÓPEZ
El dios Oro
Te
busqué inútilmente
en
mi extravío por las salas
del
Museo Británico, dios Oro.
Quería
tenerte ante mí,
no
en la lámina oscura
de
una enciclopedia,
frente
a frente los dos mirándonos.
Quería
ver tus ojos maliciosos
y
tus brazos de basta soga,
tu
cuerpo de cordones y madera,
ridículo
y terrible.
Te
busqué acaso
siguiendo
tu llamada.
Dios
Oro, pobre
dios,
muñeco de palo, tosco ídolo,
en
qué vitrina en qué sala cautivo,
lejos
de tu isla aguardas
el
día del rencor y la ira,
la
hora del hacha,
del
incendio y su llama desatada.
Dios
Oro, dios
tahitiano
de la guerra,
ay
del día que te liberes
en
tus fuerzas malignas,
en
tus potencias sin gobierno,
en
los tifones de tus climas.
El
horror cegará entonces los ojos
del
guardián abatido,
en
el silencio de las salas
se
oirá un estruendo grande
como
si un furibundo cíclope
derribara
los muros de su celda,
y un
resplandor extraño,
con
la forma temible de tu cuerpo,
ascenderá
en la noche.
Dios
Oro,
dios
Oro,
estos
versos que ahora escribo
responden
quizá a una orden tuya,
a un
mandato secreto, a un conjuro
que
somete a mi mano. Estos versos
acaso
anuncian ya tu despertar,
el
final del letargo,
la
amenaza cercana, la venganza
contra
aquellos que ríen
irreverentes,
hacen chanzas
ante
tu burda
imagen
destructora.
De: “Según la luz”
EUGENIO MONTEJO
Terredad
Estar
aquí por años en la tierra,
con las nubes que lleguen, con los pájaros,
suspensos de horas frágiles.
A
bordo, casi a la deriva,
más cerca de Saturno, más lejanos,
mientras el sol da vuelta y nos arrastra
y la sangre recorre su profundo universo
más sagrado que todos los astros.
Estar
aquí en la tierra: no más lejos
que un árbol, no más inexplicables;
livianos con otoño, henchidos en verano,
con
lo que somos o no somos, con la sombra,
la memoria, el deseo, hasta el fin
(si hay un fin) voz a voz,
casa por casa,
sea
quien lleve la tierra, si la llevan,
o quien la espere, si la aguardan,
partiendo juntos cada vez el pan
en dos, en tres, en cuatro,
sin
olvidar las sobras de la hormiga
que siempre viaja de remotas estrellas
para estar a la hora en nuestra cena
aunque las migas sean amargas.
JULIA NADAL BARRERAS
Cartero
Desde
que nací, ando vagando
sin
saber muy bien
a
donde me llevaran
mis
pasos
Me
deje llevar, como cual río
a la
corriente
Poco
ruido hice
por
no molestar
De
la nada, aparecieron
esos
sueños
que
no soy capaz de controlar
Ellos,
me hablan, me dicen
lo
que me va a ocurrir
despierto
y pienso
no
deja de ser un sueño mas
Pero
llegan esos mensajes
mi
corazón, se acelera
y un
escalofrío recorre
todo
mi cuerpo.
Helado
queda mi cuerpo por
un
instante, paralizado
Hasta,
que me envuelve ese calor
que
acelera mi alma
no sé
cómo explicar
lo
que llego a sentir
Sea
lo que sea, no llega
de
la tierra...
Eso
viene del más allá
de
las estrellas
allí,
donde todos tenemos
parte
de nuestras vidas
Si
no, dime, porque lo sueño,
y
luego lo vivo.?
Es
la mano de Dios
la
que los dirige a ellos
El,
es el remitente
y
ellos los carteros,
que
se meten en mis sueños
y me
otorgan lo que voy a vivir...
todo
lo que está por venir.
lunes, 7 de julio de 2025
BOŽIDAR PROROČIĆ
Prisionero
Me
aprisionaron las sombras de la noche
las
torres de piedra
guardianes
en la soledad
frente
a la que cayeron muchos ejércitos
Capturaron
el corazón con el fuego
No
doy mis sentimientos
al
carcelero de las sombras
no
quiero entregarlos
y la
medianoche pasará
Escúchame,
carcelero
Desaparecerás
tú
y
todas tus sombras
y
los fuertes y mis grillos
y
los ejércitos que te siguen
esperaremos
las
horas matutinas
De
nuevo, no voy a parar
No
voy a entregarme
LUIS ARIAS MANZO
Los círculos viciosos de la existencia
Todo
gira, y también giramos nosotros,
Como giran las estrellas,
Y la luna vestida de azul,
Y mi alma un poco desahuciada,
Por ti mi amor, por ti,
Y por la vida de mi alma,
Y por la muerte de mi cuerpo.
Todo gira constante y regular,
Como giras tú mi amor,
En este ir y venir, perenne,
En que me punza cuando estoy aquí.
Todo gira, como gira la ciudad,
Con sus hambrientos en las esquinas
Y los hombres de negocios que giran,
Y las prostitutas que buscan girando,
Como yo, Amor, como yo,
Que te busco atolondradamente rodando,
Y no te puedo encontrar.
Todo gira, como los electrones de mis átomos,
Cuando iracundo voy en tu búsqueda, Amor,
Para materialmente amarte. ¿Sabes?
Pues mi mente hace un alto en la espera.
Todo gira, como las ruedas del bus,
Que implacable rodaban robándome tiempo,
Cuando sólo podía amarte, largo y profundo.
Todo gira, como giraban las gotas de mi sudor,
Y la rueda solitaria de mi carretilla,
Cuando inserto allá arriba rodaba,
Rodaba ignorante de tu existencia lejana.
Así también giran las cosas al otro lado,
Porque todo es circulo y circular,
Como el cosmos y el átomo,
Como mi alma y tu alma, Amor.
Las cosas giran como gira la historia;
El nacimiento surge de un circulo indescriptible,
Y el renacimiento mana de una gran rueda
Cuando agotada deja de girar.
Entonces, naces tú y nazco yo, enamorados ya.
Y nos vamos por la vida, lejanos,
Pero, en la rodoviaria nos volvemos a encontrar.
Y así, eternamente, perpetuamente,
Todo, como tú, y, como yo, Amor,
Todo se reencuentra Amor, todo se va,
Y todo vuelve, así, en un instante todo retorna.
MELCHOR LÓPEZ
Ante unos cuadros de Mark Rothko
Sí,
usted fue, Mark Rothko,
el
último dios vivo. Sí, el último
dios.
O su enviado.
Sentado
ante sus cuadros, conmovido,
oyendo
ahora en esta sala
la
música que suena, mueve
silenciosa
las cuerdas, los colores,
las
franjas paralelas
de
su pintura,
con
mi espíritu al fin
hallando
su reposo, sosegándose,
ya
aquietada mi carne
en
su pobre materia,
vencidos
los deseos,
las
ansias doblegadas,
postrado
como en una iglesia
levemente
alumbrada
donde
apenas se oyesen en el eco
algunos
pasos, siento
que,
si me concentrara,
si
mi mirada se abriera, cerrándose,
ciega
en sus ojos, hacia adentro,
lograría
llegar
allá
donde usted, Rothko, pintaba,
lograría
pasar
sin
dolor, casi sin esfuerzo, sí,
al
otro lado.