Poesía Cuatro
"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 24 de mayo de 2025
YEVGUENI YEVTUSHENKO
Antes del alba
Me
gusta cuando las pálidas estrellas arden sin luz
pero tú podrías apagarlas con sólo la respiración de un niño
y el planeta en puntillas comenzará a entrar en la madrugada,
en el amanecer que todavía no existe.
Me
gusta mucho más la llegada de la mañana antes del alba
como si fuera un cosquilleo de mosquitos dorados,
los pinos, las perforaciones de los rayos del sol
tratando de besar un pedacito del cielo.
Me
gusta ese momento en el bosque mientras corro
bajo las voces de los pájaros que comienzan a despertarse
ver como sobre la superficie color lila de los hongos nuevos
el rocío recién nacido tiembla.
Es
raro ser feliz en presencia de otros.
Es una costumbre muy astuta esconder la felicidad,
pero déjenme ser feliz antes del alba
porque cuando llegue la auténtica mañana
toda la infelicidad se despertará.
Soy
feliz que mi vida transcurra entre las leyendas y los chismes,
sin ser mitos son sólo aventureras y desvergonzadas historias.
Soy feliz que Dios no me haya otorgado ni la envidia ni el odio
que no me haya hundido en el barro ni aplastado por el polvo.
Soy
feliz porque será el ancestro
de mis nietos quienes no nacieron en una jaula.
Soy feliz que fuera insultado y traicionado
porque ellos sólo aullaron por los vivos y no por los muertos.
Soy
feliz de tener el amor de los amigos y de las mujeres.
Sus rostros son iconos bajo mi piel.
Soy feliz de haberme casado por la iglesia con una muchacha rusa
quien merecía cerrar mis ojos al morir.
Amar
a Rusia es la felicidad más ingrata.
Aún estoy atado a ella con toda mi sangre.
Amo a Rusia pero no sus reglas.
Me gustaría aceptarlas pero lo siento, me dan náuseas.
Amo
nuestro planeta verde y con su frente azul
es nuestro trompo de rosadas mejillas infantiles.
Yo giro también como un trompo. No moriré de odio,
sino de amor porque es imposible contenerlo todo en un sólo corazón.
No
hay ninguna parte de mi vida que haya sido irreprochable,
claro que no fue siempre sabia pero hay que recordar las culpas no pagadas,
fui un niño con los ojos llenos de vida antes del alba,
ese espacio de libertad que es mucho mejor que la libertad del día.
Soy
una criatura imperfecta de la creación,
pero elegí mi más preciado momento, el momento que antecede al alba,
antes que nazca el día Dios volverá a crear todo de nuevo,
los pinos perforados por los rayos del sol,
y yo, perforado por el amor.
OSCAR WILDE
Casa de la ramera
Seguimos
las huellas de pies que bailaban
hacia la calle alumbrada de luna
y nos detuvimos bajo la casa de la ramera.
Adentro,
por sobre estrépito y movimiento,
oímos los músicos tocando a gran volumen
el «Treues Liebes Herz» de Strauss.
Como
formas extrañas y grotescas,
realizando fantásticos arabescos
corrían sombras detrás de las cortinas.
Vimos
girar los fantasmales bailarines
al ritmo de violines y de cuernos
cual hojas negras llevadas por el viento.
Igual
que marionetas tiradas de sus hilos
las siluetas de magros esqueletos
se deslizaban en la lenta cuadrilla.
Tomados
de la mano
bailaban majestuosa zarabanda;
y el eco de las risas era agudo y crujiente.
veces
un título de reloj apretaba
la amante inexistente contra el pecho,
y otras parecía que querían cantar.
A
veces una horrible marioneta
se asomaba al umbral fumando un cigarrillo
como cosa viviente.
Entonces,
volviéndome a mi amor dicho,
«Los muertos bailan con los muertos,
el polvo se arremolina con el polvo».
Pero
ella escuchó el violín,
se apartó de mi lado y entró:
entró el Amor en casa de Lujuria.
Súbitamente,
desentonó la melodía,
se fatigaron de danzar el vals,
las sombras dejaron de girar.
Y
por la larga y silenciosa calle
en sandalias de plata asomó el alba
como niña asustada.
PABLO VERLAINE
En el balcón
En
el balcón las amigas miraban ambas como huían las golondrinas
Una pálida sus cabellos negros como el azabache, la otra rubia
Y sonrosada, su vestido ligero, pálido de desgastado amarillo
Vagamente serpenteaban las nubes en el cielo
Y
todos los días, ambas con languideces de asfódelos
Mientras que al cielo se le ensamblaba la luna suave y redonda
Saboreaban a grandes bocanadas la emoción profunda
De la tarde y la felicidad triste de los corazones fieles
Tales
sus acuciantes brazos, húmedos, sus talles flexibles
Extraña pareja que arranca la piedad de otras parejas
De tal modo en el balcón soñaban las jóvenes mujeres
Tras
ellas al fondo de la habitación rica y sombría
Enfática como un trono de melodramas
Y llena de perfumes la cama vencida se abría entre las sombras
FRANÇOIS VILLON
Balada
Que
en rejalgar* y anhídrido arsenioso,
en sulfuro amarillo y en cal viva,
en pez y hollín disueltas en colada
hecha con pis y cacas de judía,
en plomo hirviente que las desmenuce,
en agua sucia de leproserías,
en raspones de pies y ropa vieja,
en sangre de áspid y diversas víboras,
en hiel de lobos, zorros y tejones
¡las lenguas envidiosas sean fritas!
Que
con sesos de un gato que ni pesque
por no mojarse, y de podrida encía,
o con los de un mastín también roñoso
goteándole de rabia la saliva,
con, en sus propios babas cocinados,
los pedacitos de una mula tisica,
en agua en que hunden el hocico y boca
ranas, ratones, sapos, lagartijas,
serpientes, ratas y otras nobles bestias
¡las lenguas envidiosas sean fritas!
Que
en sublimado, peligroso al tacto,
sobre el ombligo de una sierpe viva,
en las sangres expuestas en las ollas
del barbero cuando la luna brilla,
una ya negra, la otra verde obscuro,
en los tachos en donde las nodrizas
raspan pañales, y en las palanganas
en que se lavan las venales ninfas
(quien no me entiende nunca fue a burdeles)
¡las lenguas envidiosas sean fritas!
Pasad,
Príncipe, luego estos manjares,
si no tenéis tamiz ni tenéis criba,
por los fondillos de cagadas bragas,
pero antes ¡que en soretes de porcina
las lenguas envidiosas sean fritas!
* Rejalgar, “sulfuro de arsénico”,
producto venenoso,
como el oropimente (sulfuro natural de arsénico).
PAUL VALÉRY
Esbozo de una serpiente
Sobre
aquel árbol la brisa acuna
A la víbora que yo vestí;
Una sonrisa le horada el diente
Y nos aclara sus apetitos
En el Jardín donde arriesga y ronda,
Y en el triángulo mío de esmeralda
Saca su lengua de doble filo…
Bestia soy, pero bestia aguda
De quien el veneno, aunque vil,
Domina al de la cauta cicuta.
¡Cuán
suave aquel tiempo de placer!
¡Temblad mortales! Yo soy muy fuerte
Cuando consigo con mi descaro,
¡En un bostezo quebrar la fuerza!
El esplendor del Cielo perfila
Este blasón de sierpe que oculta
Bajo su animal simplicidad;
¡Venid a mí, raza atolondarada!
¡Estoy de pie, atenta y proterva,
Semejante a la necesidad!
¡Sol,
Sol!… ¡Mentira resplandeciente!
Tú, Sol que a la muerte la enmascaras
Bajo el azul y oro de una tienda
do celebran consejo las flores
Por entre impenetrables placeres,
¡Tú, el más fiero de mis cómplices
Y de mis trampas, la más aguda,
Protege a los corazones para
Que nunca sepan que el Universo
Es un defecto, allí en la pureza
Del No-Ser!
Gran
Sol que haces retiñir la alarma
Para el ser y le compañas fuegos,
Tú, que entre los sueños lo encarcelas
Y muy tramposamente le pintas,
Campiñas, oh hacedor de fantasmas
Felices que propenden los ojos
A la presencia oscura del alma,
Siempre me ha gustado la mentira
Que tú expandes en el absoluto,
¡Oh rey de las sombras volviendo lumbre!
Vierte
sobre mí tu calor basto
Donde surge mi pereza gélida
Y desvaría algún mal que le es
Propio a mi naturaleza rea…
Lugar feliz donde vive la carne,
Donde escoger y acoplarse es grato,
Donde mi furor se vuelve maduro,
Y lo recorro entre mis circuitos
Donde mi meditación murmura.
¡Oh
Vanidad, Causa Primera!
Aquella que reina en los Cielos,
Y que hizo a la luz que nos abra
Al Universo espacioso exhausto
De su propio espectáculo purísimo.
Dios mismo nos ha roto el obstáculo
De su Perfecta Eternidad;
El se nos volvió Quien nos disipa
En consecuencias a su Principio,
En estrellas su Unidad.
¡Cielos,
su error! ¡Tiempo, su ruina!
Y el abismo animal, boquiabierto…
¡Qué caída en el origen, una
Centella en el lugar de la nada!…
Pero en el primer vocablo en su Verbo:
YO… El más soberbio de los astros
Dicho por el loco creador,
¡Yo soy… Yo seré… Yo os ilumino
La disminución divina
De todo el fuego del Seductor!
FADWA TUQAN
Mi ciudad está triste
El
día en que conocimos la muerte y la traición,
se hizo atrás la marea,
las ventanas del cielo se cerraron,
y la ciudad contuvo sus alientos.
El día del repliegue de las olas; el día
en que la pasión abominable se destapara el rostro,
se redujo a cenizas la esperanza,
y mi triste ciudad se asfixió
al tragarse la pena.
Sin
ecos y sin rastros,
los niños, las canciones, se perdieron.
Desnuda, con los pies ensangrentados,
la tristeza se arrastra en mi ciudad;
el silencio domina mi ciudad,
un silencio plantado como monte,
oscuro como noche;
un terrible silencio, que transporta
el peso de la muerte y la derrota.
¡Ay,
mi triste ciudad enmudecida!
¿Pueden así quemarse los frutos y las mieses,
en tiempo de cosecha?
¡Doloroso final del recorrido!