viernes, 25 de julio de 2025


 

CARLOS MARZAL

 


 

Meditación abstrusa

  

 

Es extraño. 

Si trato 
de recordar el fuego de las noches sagradas, 
un verano violento -como cualquier verano-, 
con su luna de sangre y crepitar de brasas, 
recuerdo esa violencia y la felicidad, 
recuerdo el fuego, pero aquí no está el fuego, 
aunque yo sé que ardía en esas noches. 

Resulta sorprendente. 

Si vuelvo atrás la vista, 
hacia nuestras reuniones, sé lo que confesamos, 
rememoro el ingenio de los viejos amigos, 
puedo escuchar la risa, 
y esa desesperanza 
de la que se alimenta cualquier joven, 
porque se sabe fuerte, invulnerable. 
Y, sin embargo, aquí, en la presente noche, 
nadie se ríe ya, y la desesperanza 
no es siempre un alimento adolescente. 

Es curioso. 

Si miro 
las páginas de un libro, o esos rostros 
que hablan en la pantalla y nos conmueven, 
yo sé que nunca fueron, como sí sé que fueron 
mi fuego y mis amigos, 
son palabras que nadie ha pronunciado 
al margen de esos libros, son los rostros 
de quien prestó su rostro a quien no existe, 
y sin embargo están en esta misma noche, 
y son y me acompañan y me ayudan. 

Lo que parece eterno en la memoria 
ha dejado de serlo, y lo que nunca 
vivió en nosotros mismos es nuestra eternidad. 
Es extraño, es curioso, es sorprendente: 
no estoy del todo en mí, y cuando acudo 
a lo que debí ser, todo ha cambiado. 
Estoy donde no estoy, y en lo que no soy yo, 
y hasta en no importa dónde, 
y hasta en no importa cuándo. 

 

 

JOSÉ MÁRMOL

 

 

 

Táctica de vuelo (III)

 


Surcar los aires hondos con pájaros de fuego

es una osadía y tú lo sabes bien.

Somos tan pequeños, me decías dormida,

duramos el soplido de una fragilidad.

Déjate pasear por misterios y delirios;

apenas quedarán territorios de aflicción.

Somos tan pequeños.

Delgadísimos y débiles, tal vez,

como un niño que grita sabiéndose nacer,

una hebra de ilusión de la nada prendida,

un pétalo de hastío tirado al lodazal.

Desde su arrogancia,

todo parece al hombre tan fútil, tan destruible.

Este caballo griego, tú lo sabes, es una belleza

creada y fundida seis mil años después,

por unas manos ácidas que anunciaron las tuyas.

Lo vi. Espigado y sereno me miraba

en la sórdida vitrina de una tienda en Nueva York.

Déjate llevar por lo que habría de ser.

La certeza ya no pasta en el prado de los dioses.

La muerte ha sido siempre antesala del vacío,

su hálito de hielo no se puede retrata.

 

De: “Torrente sanguíneo”

 

 

 

JOSÉ HOMERO

 

 

 

Literatura rusa

 

 

Las coincidencias cesan de ser coincidencias

Los objetos encontrados dudan entre la correspondencia

o el indicio paranoico

No debió morir Joseph Brodsky

y no tenía tampoco por qué escribir sobre su obra

Supongo que al decidirlo convoqué tu aparición

No había reparado en el Elemento

Que no sólo está en Venecia y el recuerdo inmemorial del primer cordado

También en mis lecturas sobre creaturas marinas

no sé si recuerdas que en ese mesón de cantina en algún momento hablamos

del lenguado el rodaballo el extraviado

No advertí tu emblema

La especularidad que es también agua

esa inversión donde la cópula o los signos cristianos

Un dato más sería que es cuaresma

y sufro justamente cuando todo exige ser de agua

Un dato más sería que este año es bisiesto

Hubo un cometa

y una lluvia de estrellas esa madrugada del veintiséis de enero

un mes justo antes que nos encontráramos

En fin    podríamos encontrar explicaciones tan raras que la cabeza nos dolería pues

comenzar a pensar sobre el origen implica perderse

tanto como pensar si todo ha ya acabado si podremos recomenzar si nos veremos en

cinco años y nos precipitaremos en brazos del otro

significaría no parar nunca

¿Por qué no pensar sobre el Ser de ya no ser nada?

Este fue un amor de casa de muñecas

bajo un corazón de rojo vidrio

en una habitación de estrellas simuladas

amarillas como si el mundo aún estuviese recién formado

y nosotros fuésemos

pequeñas creaturas arrebujándose en una cueva

en un camastro de edredón amarillo

Donde una niña aún yace

Muñeca rusa

cuyas sonrosadas mejillas temí herir con mis labios agrietados.

De algún modo surgió Ana Ajmátova

La extraña maga que confió su secreto a Brodsky

y es curioso que para hablar de ti evocara una imagen

del brujo confiando en su aprendiz

esa historia está en Blavatsky que también fue rusa

Ordenando periódicos descubrí unas cartas de amor de Tsvetaieva

Por supuesto nada tienen que ver con nosotros

O sí

Porque en otro periódico hubo un ensayo de Brodsky sobre ella

Porque Ajmátova pensando en ella dijo

Cada quien está un poco de visita en esta vida

      Vivir es una costumbre

O también porque estas palabras

Si todo lo hace el destino

y no el azar

“No habrá ni tu voluntad ni la mía.

no habrá ni podrá haber un tú y un yo

Dicho de otro modo: todo esto no tiene ni valor ni sentido”

Aunque parecen inscritas en el frontispicio de nuestro relato

Y de este modo Tsvetaieva, Ajmátova, Brodsky, incluso el poema de Walcott sobre

Mandelstam que Rivas me leyó la otra mañana,

cónsones se encuentran con nosotros

Y porque te quería comentar estos detalles

He marcado tu número telefónico una y otra vez desde las dos de la tarde

Cada cinco minutos

Cada cinco minutos

Esa voz metálica dilatándose por la casa vacía podría ser mi voz

llamándote desde el sueño

pues el silbato no ha sonado

Si sientes una mirada detenida sobre tus cejas

Si cuando frunces el ceño recuerdas cómo me gustaba ese gesto

y una mañana eliges cierto brassier que ya todos conocen pues reverbera en el poema

Puede ser que esté soñando y te visite

llamando: hay alguien ahí hay alguien ahí

                                      por favor contesten

sabiendo que por siempre he de girar en el vacío

como esos astronautas escandidos de su nave

satélites de sangre hueso deseo y carne

en busca de otro cuerpo de hueso carne deseo y sangre

cuyos reclamos inundan nuestros sueños

una y otra vez nuestros radios nuestros telégrafos

para recordarnos que hay cuerpos sin descanso

pasiones sin respuesta

que no cuenta el tiempo

que algunas cosas vuelven

¿Qué

acaso

tu teléfono no suena?

¿O una

extraña interferencia

quizá el nudo que siento en la garganta

lo ha descompuesto?

No importa

Sólo quería que supieras

Que aún alguien por ahí busca un teléfono de monedas

diciendo

“Operadora, ¿podría esperar un minuto en la línea?

No puedo leer el número que me ha dado,

algo en los ojos me molesta,

igual que cuando pienso en la mujer que creí me salvaría”

De pronto advierto que al fin y al cabo ha sido bueno no hallarte

pues escribí este poema

y estoy tan feliz

que marco tu número para celebrarlo

coloco mi mano sobre el teclado digital

y tarántula tentaleo como cuando uno se desliza por la tabla ouija

en espera que un fantasma conteste

 

 

 

CHRYSTIAN ZEGARRA

 

  

 

Estado de sitio

 


La locura del hombre que apedrea gatos

desde el punto de mira de su balcón oblicuo

hace que la luz de la cuadra

se disperse en un espectro de gritos de felino

mientras los vagabundos

y los poetas sin oficio

ni hospicio

                       ni siquiera reciben

el trazo del golpe

                       o el impacto

de la pedrada

 

El asesino de gatos es sólo una más de las tantas imágenes

                       que han invadido la ciudad

(como las cruces negras y los nichos anónimos)

y se ubica de preferencia en los balcones

 al filo de la tarde

cuando todos se refugian en salones de clausura

y murallas que resisten el olor a podredumbre del afuera

 

El ASESINO al igual que el VERDUGO el ASALTANTE o el SICARIO

dispone ahora de un plan maestro de exterminio:

abre tuberías y desagües de la ciudad

para que las ratas huyan libres por esquinas y veredas

y tropiecen al más mínimo descuido

    entre las garras de los gatos

 

Entonces el hombre apedrea

          gatos

                              vagabundos

                      &     

               poetas

para que la demencia no altere la maleza de sus sentidos

para que las gentes de los interiores

 (cuando la mañana despunte

y se cuele otra vez

como tenía en el estómago)

encuentren cadáveres frescos para saciar su hambre

en cada basural de los callejones

 

De: “Cinema de la crueldad”

 

MARÍA MARTÍNEZ BAUTISTA

 

 

  

La noche los derrota



Tras los ojos cerrados de los niños
hay visiones de muerte.
Extensas sombras en los muros blancos
y serpientes febriles.
La noche los derrota.
Oyen volar las flechas como enjambres de acero
y oyen mamá está muerta.
Palpan la cama y sienten el sepulcro.

 

ANNA AYANOGLOU

 

 

 

Sensaciones del combate, variación II

 


Es un bosque sombrío, denso,
cuyos árboles crecen rápidamente

 
en cualquier época del año
sin importarles tu salud.

 
Para sobrevivir debes podarlos
infatigablemente
eliminar las lianas
que por la noche abundan más que nada.

 
Cuando te faltan fuerzas
-siempre acaban faltando-
los árboles continúan creciendo,

 
ganan tu garganta sus ágiles ramas,
te aprietan el diafragma.

 
El bosque está dentro de ti,
desde ahora su negro veneno
sale de tu corazón.

  

De: “Sensations du combat”

Versión de Audomaro Hidalgo