miércoles, 11 de agosto de 2021


 

LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS

 

 

Una gata

 


Lo que hago con la poesía es tapar la mierda.
Tapo y tapo. Con las manos. Con los pies.
Como un gato o una gata que no presta atención.

 

 

 

ANTONIO LAU PIÑA

 

 


Franny said: “If you’re a poet, you do something beautiful.”

 

 

Me gustaría escribir un poema
que no hable sobre tristeza, pastillas o alcohol,
un tipo diferente de poema,
un poema donde pueda ser todas esas cosas que nunca seré,
donde el tiempo no pase a través de mi cuerpo.

 

Un poema que funcione como una casa
y pueda esconderme dentro de ella
ignorando los golpes en mi puerta
durmiendo en el sofá con la TV encendida toda la noche
escuchando el dialogo de una linda película
                  una película de amor si es posible
soñando que estoy en ella
teniendo alguna clase de final feliz.

Me gustaría escribir un poema
que no lidie
con el miedo al abandono,
deudas, enfermedades mentales,
amores que nunca funcionaron,
arrepentimientos, miedo,
y ese tipo de cosas sobre las que
los poetas suelen escribir.

Me gustaría ser otro tipo de poeta,
un poeta que puede escribir sobre cosas hermosas,
como mañanas lluviosas y amistades duraderas.

Algún día seré un poeta que no escribe
sobre cosas clichés,
y esperaré por ese día
sentado en mi balcón
para no cansarme
de esperar de pie.

 

CITLALI SANTOS

 

 


Donde orinan las vacas

 


Hoy me declaro desierta
(y no desierto)
Existe zanja entre una cosa y otra.
Desierta lo mismo que níveo.
Nada entre la nada.
Porque yo que escribo como milagro,
mero accidente o tragedia.
Yo que escribo a falta de ti
frente a ventanas nunca conocidas por tu reflejo.
-Te imaginas-
yo, que escribo de rodillas.
Apretando la panza para no dejar salir el cebo.
Yo, tratando de encontrar palabras no existentes.
Yo, esa.
La que intenta.
Otra yo, que no es la misma.
Yo escribiendo tantas veces tu nombre,
que no me llamo.
Esta, que todavía no sabe decir nada:
Sospecha en sus huesos el frío de tu lápida.

 

 

TERESA NOYOLA

 

 

 

Lamento no literario

 


El dolor sinsentido

destruye,

no hay manera de calmar la mente

e ignorar la regresión a todos los pasados.

 

A veces soy mi madre-rostro,

el origen de todos los sentidos,

vuelta cabra por la tensión con mi padre,

el sol.

A veces soy yo, la niña,

un ovillo que llora inmóvil,

sola,

sin arrorró ni consuelo.

 

¿Idiota? Claro.

También ridícula.

Muchas veces soy mi madre,

y entiendo:

el veneno no solo me ha lastimado,

también me ha dado forma.

He sido arcilla de la enfermedad

(¿Tú no estás enfermo?

Todos lo estamos.

Para cada síntoma de estar demasiado vivo,

un médico y una droga).

Y a veces en mí hay un vacío,

que busca comerse a los seres del mundo,

tal vez también hacerlos llorar.

 

Soy violencia para mí,

para los otros.

Exceso de significados.

Soy la perfecta flor viral,

hija pródiga de todas las guerras

y todas las máquinas.

 

Parálisis, parálisis,

días oscuros como la mierda,

frío adentro y afuera,

en plena primavera.

Frío interior,

oído hinchado,

cuerpo extremado en disforia premenstrual.

 

La descripción del mal no es poesía,

pero poema es curar la herida con su sal.

 

Duele, quema,

escribir para tapar espacios.

Tal vez así pare el llanto infantil

en este cuerpo onanista y de azote.

 

¿Mujer independiente?

también dependiente,

codependiente

e injusta,

caprichosa niña lastimada.

 

Cantadora de lo que asfixia,

boa constrictora de mi amante,

planta trepadora de muros derruidos,

siempre,

¡Maldita sea!

Corazón sangrante

para bien o para mal,

para ascender y sentir,

ser,

vivir la gracia y

para desangrar(me)

en mi autoflagelación,

ansiosa práctica prohibida

por la policía de la salud mental.

 

El mal es no ser buena.

El mal es dejar que la hormona ascienda a la conciencia.

El mal es dar entrada a la corrupción por pensamiento.

El mal es ni siquiera intentar combatir el mal.

El mal es pensar en el suicidio después de haber superado los pensamientos suicidas.

Ser poseída por la sombra y mirar su kilométrica

enVERGAdura que apalea,

pero promete,

según algunos ocultistas del psicoanálisis,

La redención de Psyché.

 

He pecado, no he superado mi Edipo.

Todavía me lastima el recuerdo de la desolación,

el yo, entumido por años.

Tal vez es bueno que me dejen sola

aunque me sienta como un perro.

Los perros son hermosos,

aunque mueran de soledad hambre rabia cansancio

atropellos burlas,

siempre encuentran su sonrisa

grotesca de lágrimas.

 

 

ANA CORVERA

 

 


Hendidura

 


Cuando él habla desde el fondo

sus arrugas se diluyen.

 

En la frente aparece un niño

con el mismo nombre;

insiste en aplanar los surcos

y borrar su versión más triste

montado en un carrito,

en la sonrisa de la abuela.

 

Cuando llora desde el fondo

otra vez la pureza, lo simple.

El asombro al que renunció.

 

Verde la belleza de sí mismo

en el iris de su madre.

 

Verde y río las palabras

que quisiera decir.

 

Pero mi amor es de un hombre

que calla para no volverse agua.

 

Se va cuando lo aprieta el mundo.

 

Su pecho es ojo de tigre,

sol endurecido:

 

nada puedes pedir

si no está escrito

en alguna de sus manchas.

 

Mi amor pertenece a un hombre

que sueña con morirse piedra.

 

Nunca fui tan de nadie.

 

ALE PASTORE

 

 

 

Iglesia de San Patricio

 


Suenan campanadas
en la iglesia de San Patricio,
y aun sabiéndome en Nueva York,
el mundo se apaga a sus amaneceres
mientras reluce la mirada misma de Dios.

Así acontece septiembre,
con el recinto caído tocando los cielos
va a su puerta coronando
de luz sus ventanas,
hurgando el aire
la tormenta de pronto se desata.

Trovar/ Trovar/ Trovar

—Atada al tronco de la vida—
donde nunca más el sosiego arderá,
el cuerpo pugna en la palabra
y retorna siendo pájaro.


(Inédito) N.Y, sept. 2022