sábado, 28 de agosto de 2021


 

LUISA DE CARVAJAL Y MENDOZA

 


 

Soneto a un hombre que cayó en la culpa y se reduce a penitencia.

 

 

Infeliz hora, desdichado punto,
tiempo sin tiempo, vida no, mas muerte,
cruel prisión, y la cadena fuerte,
hierros que me enlazaron en un punto.

Parezco vivo, mas estoy difunto;
a un tiempo todo se acabó; mi suerte
desdicha fue, y plegue a Dios acierte
a recobrar lo que he perdido junto.

Lágrimas, suspirar, amargo llanto,
gemir del corazón, cruel azote,
dolor profundo con intensa pena,

desde agora será mi dulce canto,
con que, pagando el miserable escote,
pueda seguir mi dulce Filomena.

 

OLALLA CASTRO

 

 

 

Brillarán los doce soles

 

 

Cuando nadie recuerde
los nombres de los dioses
brillarán los doce soles a la vez
y Kalki descenderá en un blanco caballo
Sus manos se abrirán hermosas como lotos,
cada dedo un pétalo muy suave,
para matar aquello que él mismo creó
‒pues ¿qué es el ser humano
sino un ladrón ansiando vestir ropa de rey?‒.
Ven aquí, Kalki,
con tu cuerpo cóncavo recógeme,
devuélveme al hueco del que vengo,
hasta que no respire
‒hasta que ninguno de nosotros respiremos‒.
Acaba con la herida
para que pueda la herida
volver a comenzar.

 

 

BASILIO SÁNCHEZ

 

 

 

Amo lo que se hace lentamente

 

 

Amo lo que se hace lentamente,

lo que exige atención,

lo que demanda esfuerzo.

 

Amo la austeridad de los que escriben

como el que excava un pozo

o repara el esmalte de una taza.

 

Mi habla es un murmullo,

una simple presencia que en la noche,

en las proximidades del vacío,

se impone por sí sola contra el miedo,

contra la soledad que nos revela

lo pequeños que somos.

 

El poeta no ha elegido el futuro.

El poeta ha elegido descalzarse en el umbral del desierto.

 

  

LI QINGZHAO

 

 

 

Inmortal frente al río

 

 

jardín profundo, profundo profundísimo
¡cuánta profundidad!
nubes en las ventanas bruma en los pabellones
la primavera se atarda
¿para quién la tristeza
de mi marchito perfume?
ayer noche
tuve un bello y nítido sueño:
las ramas que dan al sur tienen que haber florecido
pétalos dejada
finos tallos de sándalo
pesar que nunca acaba
ojalá
la flauta deje de sonar
en el pabellón del sur
densos perfumes aparecen
y se agotan sin que nadie los perciba
viento oscuro lento el sol
«no vengas
hasta que los albaricoques no hayan florecido»

 

Versión de Pilar González España

 

 

LILA CALDERÓN

  

 


 

Epílogo

 


La belleza desploma, ataca, despierta
llama como un moribundo y luego se disfraza           huye
Pone obstáculos. Se cuelga precios.
Te engaña.
Es una simuladora.
Es como una mujer fatal.
La poesía.
Y no creo que se siente en las rodillas de nadie.

 

De: “Animal cautivo”

 

 


RAFAEL OBLIGADO

 

  

 

Un cuento de las olas

A Celmira Jurado

 

 

¿Quién no ha visto en las orillas

del hermoso Paraná,

esa banda, siempre verde,

siempre móvil del juncal?

 

En las horas de la siesta,

cuando todo duerme en paz,

en las cuerdas de esa lira

van las olas a cantar.

 

Almas buenas y sencillas,

venid todas, y escuchad

lo que dicen esas olas

en el arpa del juncal.

 

Cuando el delta en muda calma

bajo el sol de enero está,

y el silencio es más sensible

porque arrulla la torcaz,

 

Ellas cuentan una historia

que repiten sin cesar,

una historia en que hay un nido

y un cantor del Paraná.

 

Sucedió que en varios juncos

reunidos en un haz,

con totoras y hojas secas

hizo nido un cardenal.

 

¡Con qué orgullo miró el ave,

bajo el sol primaveral,

sobre el agua movediza

columpiándose, su hogar!

 

Una rama de un seíbo,

inclinada hacia el raudal,

le dio sombras, flores rojas...

cuanto un árbol puede dar.

 

Y extendiendo hasta aquel nido

largo vástago un rosal,

fue en sus bordes, la mejilla

de una rosa a reclinar.

 

¡Qué contenta estaba el ave!

¡Qué prodigio musical

era entonces su garganta!

¡Qué inquietudes y qué afán!...

 

Pasó el tiempo. En el estío

los polluelos no son ya

tan pequeños, y hasta suelen

breves trinos ensayar.

 

Pero el río fue creciendo,

fue creciendo más y más,

y hubo un día en que una ola

saltó al seno del hogar.

 

¡Qué aleteos bulliciosos

les produjo el golpe audaz!...

siempre ha sido de la infancia

festejar la tempestad.

 

Recio viento de los llanos

una tarde hirió la faz,

con el choque de sus alas,

del soberbio Paraná;

 

Y las olas, irritadas,

empinándose a luchar,

en espuma convirtieron

su serena majestad.

 

¡Cómo duermen los pequeños

mientras brama el huracán

y las ondas los salpican

con su polvo de cristal!

 

Se vio el nido estremecerse,

y a su empuje, vacilar,

más sus crestas no alcanzaron

a la altura del juncal.

 

Pues si el río fue creciendo

cada día más y más,

él también fue levantando

sus varillas a la par.

 

Almas buenas y sencillas

que en la tierra hacéis hogar,

elegidlo con la ciencia

del pintado cardenal.