miércoles, 22 de septiembre de 2021


 

RICARDO LABRA

 


El ángel que todos ven en él, el demonio que mueve sus alas.

 



 

BASILIO SÁNCHEZ

 

 

 

La mesa de madera

 

 

La mesa de madera

de mi alcoba

nunca ha echado raíces,

pero guarda en sus vetas

el temblor de los pájaros.

 

Ninguna voz es dueña

de sí misma,

toda voz es reflejo de otra voz,

toda palabra,

refracción de la luz de otra palabra.

 

Subido a lo más alto de mi sangre

sobrevivo a la deriva del siglo

respirando por ti.

  

De: “Esperando las noticias del agua”

 

 

 

ENRIQUE WINTER

 

 

Esboza

 


Las instantáneas he velado y presumo en ellas una nueva

Geografía de Chile. Puse una a una las transparencias,

de la cantiga de pequeños pechos a la gitana tierna.

Su danza surca los quince años. Persiguiendo al que siempre escapa:

otro que fui en los parques, la sombrilla que somos en la playa.

Casas rodantes frente al lago giran a un cuerpo con sus calas

 

y arisca la nariz sobre mi cuello quien me ha vuelto remiso

tras saber cómo se abren las castañas, vello y valles distintos

cuando son greda las caderas. Como en vasijas, lo llovido

se apoza en los bolsillos de la colegiala de aquel Mapocho.

Y a la universitaria empapa a falta de besos. Mas celoso,

son delgadísimas sus trenzas y atan mis brazos a sus hombros.

 

Se forma un único semblante al superponer todas las hojas,

un río cuyos brazos no vuelven a juntarse. Ellas alojan

cada nombre en fragmentos. Se encarnan como actriz en piezas rotas,

son seis montañas rusas o una sola. De su protagonista,

ya solamente me parezco a los secundarios que despistan.

Al no reconocerse en ellos, espectadores los olvidan.

 

 

 

MARÍA MARTÍNEZ BAUTISTA

 



La ceguera de Piero

 


I

Vosotros estáis ciegos. Vuestros ojos,
inundados del sol que abrasa el mundo
o inmersos en el pozo que es la noche.
Erráis el paso porque vais a tientas;
tenéis los pies en una telaraña
y no veis más que el hilo que pisáis,
nunca la perfección en que está inscrito.

 

 

II

Al otro lado
de los dos arcos ciegos de mis ojos,
una abstracción más grande que el recuerdo
del mundo se ha adueñado de todas mis visiones:
tengo el sol sometido a mis deseos,
la gente tiene una quietud de piedra.
Y está llena de luz la oscura noche.

 

 

 

REINALDO BUSTILLO

 

 

 

Migajas de amor

  

 

Tanto te he querido

que la vida entera me he pasado

esperando que me quieras;

y de tanto esperar, me he acostumbrado,

a vivir sin tu cariño.

Mas hoy, soy feliz a mi manera;

pues espero que comprendas mi esperanza,

de que me ames de veras.

No quiero las migajas de tu amor,

mas las recojo.

¿No hace así, también, el perro hambriento’?

Déjame vivir esperanzado,

en un día no lejano

en que tenga

dado por ti,

amor de sobra;

para pensar entonces

que cuando me lo negabas

era sólo

por timidez del alma.

 


ROSSANA ARELLANO HASSON

 

 


Mujeres de pechos diminutos

 


Vino un puñal entre tus pechos

disponiendo el racimo

del único deseo.

 

Sangre eres del día

miel de aromas virginales

abanderando al tiempo entre tus muslos.

 

Ave nacida

al gemir de tanta tierra

en noche desafiante hacia el plumaje.

 

Mujer de pecho diminuto,

del poderío al silencio, soy tu soldado,

hacia el manantial del sexo que promete.

 

Desafiante muchacha

que acaricias la soledad de tanta herida

permites generosa que hunda mi raíz de ausencia.

 

Parece un crimen

adueñarme de tu aire

y conducir el rayo virgen del mágico vuelo.