Migajas
de amor
Tanto
te he querido
que
la vida entera me he pasado
esperando
que me quieras;
y de
tanto esperar, me he acostumbrado,
a
vivir sin tu cariño.
Mas
hoy, soy feliz a mi manera;
pues
espero que comprendas mi esperanza,
de
que me ames de veras.
No
quiero las migajas de tu amor,
mas
las recojo.
¿No
hace así, también, el perro hambriento’?
Déjame
vivir esperanzado,
en
un día no lejano
en
que tenga
dado
por ti,
amor
de sobra;
para
pensar entonces
que
cuando me lo negabas
era
sólo
por
timidez del alma.
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