sábado, 17 de mayo de 2025


 

BORIS PASTERNAK

 


  

Epílogo

 

 

Amiga mía, ¿tú preguntas
quién ordena que arda el
habla del inválido?

Vamos a soltar las palabras
como un jardín, cuál ámbar y monda:
con distracción y generosamente,
apenas, apenas, apenas.

No hay que mencionar
porqué con tanta ceremonia
la rubia y el limón
han salpicado las hojas.

Ni a quién lloró en las púas
y por las varas se metió
en las notas, hacia el estante
a través de las persianas.

Ni a quien manchó con serbas
la alfombra, tras la puerta,
y al lado, palpitantes,
las letras en cursiva.

¿Preguntas quién ordena
que agosto sea largo,
para quién nada es pequeño,
y quién da el acabado
a las hojas del arce
y desde los días del Eclesiastés
no ha abandonado su puesto
labrando el alabastro?

¿Preguntas quién ordena
que los labios de los asteres y lirios
de septiembre sufran?
¿Que la hojita del sauce,
de las cariátides canosas
haya volado
a la humedad de las losas
de otoñales hospitales?

¿Preguntas quién lo ordena?:
El Dios Omnipotente del amor,
el de los Yagáilov y las Yadvigas.

No sé si habrá sido resuelto
el enigma de la nada de ultratumba,
pero la vida es minuciosa
como el silencio otoñal.

  

Versión de César Astor

 

CHARLES SIMIC

 

 

 

Posición sin una magnitud



Como cuando alguien
Que no habías notado antes
Se levanta en un teatro vacío
Y proyecta su sombra
Sobre los fabulosos jinetes
De la pantalla

Y tú tiemblas
Mientras te das cuenta de sólo eres tú
En tu camino
A la enceguecedora luz solar
De la calle.

 

MANUEL PADORNO

 

 

 

Casa de la claridad



La casa sola sobre el mar,
dentro del mar, por fuera.
Vivir en ella, toda
la luz enfrente verla
caer en la mañana honda,
la luz arriba clamorosa
un bosque desleído.
Adentrarme por ella.
Infinito ramo de luz
ilumine la casa sola
dentro del mar, lámpara
celeste, ramo que prenda
fuego a todo, incendie
la oscuridad del día,
la claridad del día,
hombre de pie en el mar,
la tierra mansamente
allá en el exterior
de la casa oceánica,
celeste casa sola.

 

ANTONIO CARVAJAL

 

 

 

Idilio



Dicen todos: Ellos son,
ellos cantan, ellos miran
la aurora de las acequias,
el ruiseñor que origina
tristezas de amor, extrañas
y suaves melancolías.
¡Cuánta flor han deshojado,
cuánta mirada cautiva,
cuánto encaje de hilo limpio,
cuánto beso sobre el día
que como un pozo de brasas
se enciende y los aniquila!

…no son ellos; ya no son
más que tórtola en la encina,
más que el agua del venero,
más que la flor de alegría,
más que una vara de nardos
llameante a maravilla,
el torso bello y desnudo,
la boca que les destila
ámbares, rosas, jazmines
y una palabra no dicha,
palabra sola que son,
amor, amor… Y la brisa
los lleva, blancos y puros,
los lleva a las altas cimas,
los lleva a las luces ebrias,
hacia las estrellas fijas…

 

MARI LUZ ESCRIBANO

 

 

 

Gabo



Cruzan los teletipos los océanos azules;
ha muerto Gabo dicen, como si fuera un cuento,
allá en Colombia habita el buitre que cantaba
esa mala noticia que nos deja. tan huérfanos.
El eco lo repite: ha muerto Gabo,
y un profundo dolor deja en los ojos lágrimas.
Macondo está de luto, con sus callejas lóbregas
y sus hombres alzados sobre el polvo del tiempo.

Cien años de soledad son pocos
los que nos deja el hombre
que levantó una patria con nombre de Macondo,
habitada por hombres y por mujeres tristes
tan solos en un mundo ajeno a la aventura.
Sólo queda en Colombia un rincón ignorado,
Macondo se llamaba y Macondo se llama,
algún aventurero buscará con presteza,
aquellos peces de oro de Aureliano Buendía.

 

JOSÉ MIGUEL ULLÁN

 

  

 

Unidad



Unidad, nos hemos salvado,

aunque fuera preciso creerse
en los brazos del sueño primero:
esas sombras que cruzan el Duero
para oírse gemir en la noche
de la otra orilla, al desnacer,
lo mismo:

¿Qué es esto que yo no he sido?