domingo, 10 de octubre de 2021


 

FRANCISCO VÉJAR

 


 

Otra mirada del Metro

 

 

La sensación de escindirse en los subterráneos del Metro
o en el autobús que se precipita a lo ajeno
al escuchar la música de pasado mañana
o la sensación de enmudecer ante desconocidos
que caminan con paso áspero a la nada.

Arrojas todo lo ofrecido
al río que divide esta ciudad:

voces de terciopelo, viajes sin señas, diplomas
que terminaron en un tarro de basura. Niebla
entre la que te descubres vivo. La ciudad
se precipita a tus espaldas como el mar,
único espacio donde encuentras una parte del cosmos.

 

JUAN COBOS WILKINS

 


 

Intenta explicarme lo que no he de nombrar



Una sola luz
como el ojo rubí del ratón albino que tiembla en el laboratorio.

Los silencios.
Las palabras que intenta decir el que agoniza.
El ruido de la respiración del que agoniza.
Los sonidos que balbucea quien expira.
La palabra última que pronunció.
Su profundo suspiro, la exhalación final.

Lo que nunca te contó, lo que jamás tú le confesaste.

El silencio.

  

De: “Matar poetas”

 

ROBERTO ARIZMENDI

 

 

 

Cuando el otoño llegue

 


No vendrá de la misma manera el viento

cuando aprenda a redoblar tambores

para anunciar alboradas.

 

El alba sabrá enunciar a tiempo la palabra exacta.

 

Adivinaré la textura del cielo y el oleaje del mar

mientras la remembranza anuncie el color del horizonte.

 

Tu palabra será la misma, siempre, igual que tu sonrisa

pero cuando pueda armonizar sonidos, estarás en Roma

o en Praga esperando a que el reloj marque las horas.

 

No habrá historia entonces, no sucumbiré a tu encanto

y sólo seré capaz de recordar tus oquedades,

siembra precisa para cosechar asombros cada tarde.

 

La historia es otra, no hay manera de sucumbir en la zozobra

porque el aroma de tu piel será la seña para nombrarlo todo

y de mi estío surgirá la sola mención del mundo de los sueños.

 

Cuando el otoño llegue, no estaré para escucharte

ni mi tacto podrá recorrer la tersura de tu piel

en medio del vendaval de sinsabores que te nublan.

 

Seguiré mi viaje, sin temores. Arroparé tu cuerpo,

habrá una despedida y avanzaré en un camino sin retornos

hasta arribar a un puerto de abrigo, lleno de espigas y alebrijes.

 

El tiempo del dolor se habrá diluido entre las sombras

y nada podrá perturbar los sueños que nos signan

para empezar de nuevo a nombrar todas las cosas por su nombre.

 

De: “Tu piel en la memoria”

 

KATHLEEN RAINE

 

  

El viaje

Para Winifred Nicholson

 

 

Al atravesar la colina de fósiles
recogí pequeñas piedras segmentadas,
y el mar arcaico recordaba
donde una vez estos guijarros fueron mis huesos.

Al caminar por la muralla romana
el viento soplaba hacia el sur desde el polo.
Oh yo he sido esa violencia arrojada
contra las fortificaciones del mundo.

Al caer la noche en una iglesia¹ vacía
sentí el miedo de todas mis muertes:
figuras que había visto con ojos de animal
abarrotaron de misterios la oscuridad.

Me detuve al lado de una torrentera
donde los cardos² crecían sobre un montículo
que tantos días había sido mi hogar,
donde ahora mi corazón se pudre bajo tierra.

Fui la trucha que la charca frecuenta,
la presencia umbrosa del riachuelo.
De un sin fin de vidas dejo en herencia
el hueso derramado y el ala rota.

Fui el animal agonizante
cuyo ojo frío se cierra en un espinazo quebrantado,
cuyo cadáver no tarda en asfixiarse con el musgo,
cuya calavera se oculta entre el helecho.

Mis huellas se hunden en arena movediza
y han bebido mi sangre campos de cebada,
mi ciencia trazó la espiral de una caracola,
mi trabajo levantó un túmulo sobre una montaña.

De lejos vengo y lejos está mi destino,
muchas son las tumbas donde mi pena yace,
mas siempre de los dedos muertos nacen
flores que yo bendigo con ojos vivos.

 

De: “The Pythoness”

Versión y notas de Adolfo Gómez Tomé

 

 

1.- La autora utiliza el término escocés kirk en lugar del común inglés church en una clara referencia a Escocia, al paisaje de sus ancestros maternos, a lo que ella llamó en sus Memorias su “tierra legendaria”, su “Edén”.

2.- Thistles (cardos): Emblema nacional de Escocia.

 

 

BEATRIZ RUSSO

 

 

 

El tonel de las Danaides

 

  

Después de ti, todo era molesto,

molestaban las caricias que sobre mi cuerpo

ansiosas confluían.

Entonces deseé ser menos humana.

No tener piel, para no sentir que otras manos,

no las tuyas, me tocaban.

No tener boca, para que los labios de todos

no encontraran la entrada a mi infierno,

al infierno que quema su lenguas innecesarias.

No tener ojos para no desviar la mirada

que no te reconoce en sus rostros.

No tener pubis para que no me buscaran

a tientas los penes vendados,

que torpemente chocan contra mi muro.

 

Entonces deseé ser menos humana

y se me puso la piel de madera,

y pedí ser aún menos humana

y se me fue ensanchando la boca

hasta hacerse tan grande como mi cuerpo,

y aún pedí ser menos humana

y se me fue holgando la vagina

hasta hacerse tan grande como mi cuerpo.

 

Pedí, yo pedí, pedí ser menos humana

y entre todos me han convertido

en el tonel sin fondo de las Danaides.

  

De: “En la salud y en la enfermedad”

 

 

 

VICENTE GAOS

 

 

 

Sólo tú

 

 

Tú, mi razón de vida, mi razón
de amor; mi razón, mi pensamiento,
mi desencadenado sentimiento,
la luz y el fuego de mi corazón.

Vivir en ti es vivir, viva pasión,
y la vida sin ti no es mi tormento,
sino injustificable y vano intento,
imposible, imposible abdicación.

Si tú eres la verdad, si tú la vida,
morir será morir, pero prefiero
tan breve posesión de la verdad

a otra existencia luego concedida.
Vivir será morir, pero te quiero.
Sólo tú, sólo tú mi eternidad.