"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 22 de agosto de 2021
LUISA DE CARVAJAL Y MENDOZA
De
sentimientos de amor y ausencia profundísimos.
¿Cómo
vives, sin quien vivir no puedes?
Ausente, Silva, el alma, ¿tienes vida,
y el corazón aquesa misma herida
gravemente atraviesa, y no te mueres?
Dime,
si eres mortal o inmortal eres:
¿Hate cortado Amor a su medida,
o forjado, en sus llamas derretida,
que tanto el natural límite excedes?
Vuelto
ha tu corazón cifra divina
de extremos mil Amor, en que su mano
mostrar quiso destreza peregrina;
y la
fragilidad del pecho humano
en firmísima piedra diamantina,
con que quedó hecho alcázar soberano.
OLALLA CASTRO
La
tierra de fuego
Llegaron
blancos como pico nevado.
Con sus manos brillantes
encerraron a las ovejas en corrales
y nos mataron a nosotros,
también de diez en diez.
Sonaban a estampida de guanaco
sus rifles y su lengua por igual.
Ofrecían una libra esterlina
por cada oreja nuestra, mano, pie.
Nos invitaron a vino
‒para sellar la paz, dijeron‒
y cuando estuvimos embriagados
comenzaron sin más a disparar.
A quienes no les alcanzaron las balas
les alcanzó la enfermedad
que arrastraban consigo
‒silbido de serpiente al respirar‒.
Ya solo quedo yo.
Me llamo Ángela Lioj
y el mundo acaba en mí.
BASILIO SÁNCHEZ
En
el valle, un castaño
En
el valle, un castaño
ha
elevado sus hojas
sobre
el tejado rojo de una casa
y
ahora puede mirar al horizonte.
La
noche entre los árboles
es
una oscuridad iluminada, un silencio de pájaros
en
los que confiar, una espesura
de
ramas transparentes,
de
pañuelos azules,
de
animales benévolos.
Necesito
vivir en un país
que
no haya renegado de sus árboles,
necesito
vivir en una tierra que envejezca a su sombra.
De:
“He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes”
LI QINGZHAO
Labios
rojos pintados
Lánguida,
salta del columpio
y contempla sus manos delicadas.
Flor que envuelve el rocío, el sudor humedece
-una apenas neblina-su ligera camisa.
Un
visitante llega y ella, azorada, corre
-las medias arrugadas, tres horquillas perdidas-,
vuelve y al entornar la puerta, curiosa,
mientras huele un membrillo verde, atisba.
Versión
de Octavio Paz
LILA CALDERÓN
Zapatos
y baldosas
Geometría
sagrada en el espejo
de esta baldosa que me absorbe
mientras desata su baile y amanece
con millares de pasos superpuestos.
Zapatos fosilizados
zapatillas de punta, con tacones o correas
con desnudas plantas y raíces húmedas
abrazando la cerámica.
Una con otra van hablando.
Suman, atrapan, esconden.
No es casual, algo anuncia la estructura.
Secretean, ríen, agitan el labrado
de las intuiciones
con el ADN del universo en el corazón.
Una estrella resucita en las baldosas
de Babilonia, Valencia, Sevilla
Lisboa o América colonial
de un punto a otro del tiempo.
Mil zapatos diferentes prueban calzar otro pie
en pasos ajenos que bailaron
las historias más antiguas
y en su ritual profético
creyeron vernos. Y no vernos
pero el asombro desbordó
el especular latido viviendo a la sombra.
Porque una existencia sabe
de otra existencia en cada extremo del ángulo.
Y una baldosa no es el desierto.
Es una planicie habitable, sin límites.
Ningún diseño es azaroso. Ascienden, descienden
se encogen y ocultan sus motivos finales.
Como una palabra sola que se une a otra
con alguna intención más o menos memorable
y que esquiva en la elipsis su sentido.
Matriz que juega sobre el mosaico
y confundida vuelve y se repite
intentando parecer un decorado
cerámica muda, sabia que deja pasar la vida
velando el vértigo de sus huellas
ocultas por el cuero curtido
de otra piel sobre la piel
o la seda bordada de un botín que juega
a atravesar el tiempo del universo peatonal.
De:
“Telas y Entretelas”
RAFAEL OBLIGADO
Acuarela
Es
la mañana: nardos y rosas
mueve
la brisa primaveral,
y en
los jardines las mariposas
vuelan
y pasan, vienen y van.
Una
niñita madrugadora
va a
juntar flores para mamá,
y es
tan hermosa que hasta la aurora
vierte
sobre ella más claridad.
Tras
cada mata de clavelina,
de
pensamientos y de arrayán,
gira
su traje de muselina,
su
sombrerito, su delantal.
Llena
sus manos de lindas flores,
y
cuando en ellas no caben más,
con
su tesoro de mil colores
vuelve
a los brazos de su mamá.
Mientras
se aleja, como dos rosas
sus
dos mejillas se ven brillar,
y la
persiguen las mariposas
que
en los jardines vienen y van.