"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 23 de abril de 2021
RAFAEL ARÉVALO MARTÍNEZ
El amante
Una
vez la miré, sin otra ropa
que la tela de vidrio de una fuente.
Mi amor para alcanzarla fue impotente
y mi alma de cristal, que era una copa,
se llenó de tristeza eternamente.
1914
EMILY BRONTË
¿Nunca más te inspirará la Tierra?
¿Nunca
más te inspirará la Tierra,
oh tú, soñadora solitaria?
Pues la pasión ya no arde en ti,
¿dejará de abrazarte la Naturaleza?
“Tu
mente no cesa de moverse
por regiones oscuras.
Detén su inútil vagabundeo,
regresa y quédate a mi lado.
“Sé
que la brisa de mis montañas
aún te fascina y te calma.
Sé que, en medio de tus caprichos,
mi sol aún te agrada.
“Cuando
en el cielo del verano
el día se funde en la noche,
he visto tu espíritu inclinarse
en ferviente idolatría.
“Te
he observado cada hora.
Conozco mi poderoso influjo,
conozco mi mágico poder
para alejar tus penas.
“Pocos
corazones mortales
languidecen como el tuyo en la Tierra,
pero ninguno desea un Cielo
más parecido a esta Tierra que tú.
“Deja
pues que mis alas te acaricien.
Déjame ser tu camarada.
Pues nada más puede darte dicha,
regresa y quédate a mi lado.”
1841
DUQUE DE RIVAS. (Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano)
Letrilla
Decidme,
zagales,
¿qué fuerza tendrán
los ojos de Lesbia,
que así me hacen mal?
Desde que los vide
ni sé descansar;
perdí mi reposo,
no puedo parar.
Sin duda que fuego
oculto tendrán,
pues, cuando me miran,
me siento abrasar.
Mas no da este fuego
incomodidad,
sino solamente…
no lo sé explicar.
Decidme, zagales,
¿qué fuerza tendrán
los ojos de Lesbia,
que así me hacen mal?
PERCY BYSSHE SHELLEY
Prometeo liberado
Tú
bajaste, entre todas las ráfagas del cielo:
al modo de un espíritu o de un pensar, que agolpa
inesperadas lágrimas en ojos insensibles,
o como los latidos de un corazón amargo
que debiera tener ya la paz, descendiste
en cuna de borrascas; así tú despertabas,
Primavera, ¡oh, nacida de mil vientos! Tan súbita
te llegas, como alguna memoria de un ensueño
que se ha tornado triste, pues fue dulce algún día,
y como el genio o como el júbilo que eleva
de la tierra, vistiendo con las doradas nubes
el yermo de la vida.
La estación llegó ya, y el día: esta es la hora;
has de venirte cuando sale el sol, dulce hermana:
¡llega, al fin, deseada tanto tiempo, y remisa!
¡Qué lentos, cual gusanos de muerte los instantes!
El punto e una estrella blanca aun tiembla, en lo hondo
de esa luz amarilla del día que se agranda
tras montañas de púrpura: a través de una sima
de la niebla que el viento divide, el lago oscuro
la refleja; se apaga; ya vuelve a rutilar
al desvaírse el agua, mientras hebras ardientes
de las tejidas nubes arranca el aire pálido:
¡se pierde! Y en los picos de nieve, como nubes,
la luz del sol, rosada, ya tiembla. ¿No se oye
la eólica música de sus plumas, de un verde
marino, abanicando al alba carmesí?
OZAM YEHYA
husmeando manojos en los escombros
chipileando
al cielo pa que afloje
llore
y ore su derretimiento
ora
pus de paz
ora
un tumor en el alma
ora
un as de espadas con las manos embarradas
órale
pues
vamos
dándole carne al cañón de la carroña
acribillando
las palabras…