viernes, 23 de abril de 2021


 

NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA

 

 

Los problemas no se resuelven, meramente pasan de moda.

 

RAFAEL ARÉVALO MARTÍNEZ

 


 

El amante

 


Una vez la miré, sin otra ropa
que la tela de vidrio de una fuente.
Mi amor para alcanzarla fue impotente
y mi alma de cristal, que era una copa,
se llenó de tristeza eternamente.

 

1914

EMILY BRONTË

 

 

 

¿Nunca más te inspirará la Tierra?

 


¿Nunca más te inspirará la Tierra,
oh tú, soñadora solitaria?
Pues la pasión ya no arde en ti,
¿dejará de abrazarte la Naturaleza?

“Tu mente no cesa de moverse
por regiones oscuras.
Detén su inútil vagabundeo,
regresa y quédate a mi lado.

“Sé que la brisa de mis montañas
aún te fascina y te calma.
Sé que, en medio de tus caprichos,
mi sol aún te agrada.

“Cuando en el cielo del verano
el día se funde en la noche,
he visto tu espíritu inclinarse
en ferviente idolatría.

“Te he observado cada hora.
Conozco mi poderoso influjo,
conozco mi mágico poder
para alejar tus penas.

“Pocos corazones mortales
languidecen como el tuyo en la Tierra,
pero ninguno desea un Cielo
más parecido a esta Tierra que tú.

“Deja pues que mis alas te acaricien.
Déjame ser tu camarada.
Pues nada más puede darte dicha,
regresa y quédate a mi lado.”

 

1841

 

 

DUQUE DE RIVAS. (Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano)

 

 

 

 


 

 

Letrilla

Decidme, zagales,
¿qué fuerza tendrán
los ojos de Lesbia,
que así me hacen mal?
Desde que los vide
ni sé descansar;
perdí mi reposo,
no puedo parar.
Sin duda que fuego
oculto tendrán,
pues, cuando me miran,
me siento abrasar.
Mas no da este fuego
incomodidad,
sino solamente…
no lo sé explicar.
Decidme, zagales,
¿qué fuerza tendrán
los ojos de Lesbia,
que así me hacen mal?

 

 

PERCY BYSSHE SHELLEY

 

  

 

Prometeo liberado

 

 

Tú bajaste, entre todas las ráfagas del cielo:
al modo de un espíritu o de un pensar, que agolpa
inesperadas lágrimas en ojos insensibles,
o como los latidos de un corazón amargo
que debiera tener ya la paz, descendiste
en cuna de borrascas; así tú despertabas,
Primavera, ¡oh, nacida de mil vientos! Tan súbita
te llegas, como alguna memoria de un ensueño
que se ha tornado triste, pues fue dulce algún día,
y como el genio o como el júbilo que eleva
de la tierra, vistiendo con las doradas nubes
el yermo de la vida.
La estación llegó ya, y el día: esta es la hora;
has de venirte cuando sale el sol, dulce hermana:
¡llega, al fin, deseada tanto tiempo, y remisa!
¡Qué lentos, cual gusanos de muerte los instantes!
El punto e una estrella blanca aun tiembla, en lo hondo
de esa luz amarilla del día que se agranda
tras montañas de púrpura: a través de una sima
de la niebla que el viento divide, el lago oscuro
la refleja; se apaga; ya vuelve a rutilar
al desvaírse el agua, mientras hebras ardientes
de las tejidas nubes arranca el aire pálido:
¡se pierde! Y en los picos de nieve, como nubes,
la luz del sol, rosada, ya tiembla. ¿No se oye
la eólica música de sus plumas, de un verde
marino, abanicando al alba carmesí?

 

 

OZAM YEHYA

 

  


husmeando manojos en los escombros

chipileando al cielo pa que afloje

llore y ore su derretimiento

ora pus de paz

ora un tumor en el alma

ora un as de espadas con las manos embarradas

órale pues

vamos dándole carne al cañón de la carroña

acribillando las palabras…