viernes, 22 de julio de 2022




 

JO SHAPCOTT

 

 

La colmena

 


La colonia de abejas creció en mi cuerpo todo ese verano.

Entre mis huesos se llenaron los huecos

de miel y mi pecho

vibró y cantó en voz baja. Supe

que la progenie estaba sana

porque las feromonas cantaban a través del panal

y la reina ponía hasta

dos mil huevos en un día.

Yo olía a pan de abeja y jalea real,

mis uñas relucían colmadas de propóleo.

Pasé mis días liberando abejas de mi cabellera,

plantando trébol y salvia blanca,

carda y árnica y cineraria.

Yo era mi propio reino.

 

Versión de Violeta Orozco

 

ANDREI LANGA

 

  

Final de Bohemia

 


¿A quiénes más les atrae nuestro otoño con su cuerpo desnudo, asexuado? A ti te pregunto, mi triste amigo, nacido en patria patriarcal de la primavera.

Su lluvia insidiosa y su viento ávido te han dejado sin propia ropa. Te has convertido así en un perro vagabundo, llevando encima partes de sus pieles.

Ya no eres un hombre, al final de la bohemia has tomado la postura de un perro dócil, sus ojos lánguidos y su olor específico, canino, y nuestro otoño se parece ahora a una mesalina.

 

La versión al español es del mismo autor Andrei Langa

 

MANUEL ASTUR

 

  

Los bromistas

 

 

Mi madre me contó que, siendo niña,
unos hombres que partían leña
cogieron una gallina blanca que pasaba por allí,
la pusieron sobre un tocón y
de un hachazo le cortaron la cabeza.
Después, dejaron que el cuerpo siguiera andando
hasta que, al cabo de unos metros, cayó muerta.
Todos se reían.

Atardecía. Olía a resina y a tierra húmeda.
Había golondrinas. El cielo
se oxidaba como una manzana pelada.
El repicar de la campana de la pequeña iglesia
caminaba por el valle como una vaca que regresa a la cuadra.
La eternidad se lavaba los pies cansados en el arroyo.

Dónde fuisteis, hombres que reíais,
tremendos bromistas.
¿Sois ahora la gallina decapitada?
¿O nacemos sin cabeza
y esos pasos,
esos pasos ciegos son la vida?

 

 

MARÍA DE ZAYAS Y SOTOMAYOR

 

  

Amar el día, aborrecer el día

 

 

Amar el día, aborrecer el día,
llamar la noche y despreciarla luego,
temer el fuego y acercarse al fuego,
tener a un tiempo pena y alegría.

Estar juntos valor y cobardía,
el desprecio cruel y el blando ruego,
tener valiente entendimiento ciego,
atada la razón, libre osadía.

Buscar lugar en que aliviar los males
y no querer del mal hacer mudanza,
desear sin saber qué se desea.

Tener el gusto y el disgusto iguales,
y todo el bien librado en la esperanza,
si aquesto no es amor, no sé qué sea.

 

 

JULIO BARRENECHEA

 

  

Taquigrafías del mediodía

 

 

El día
ya es un niño grande.
Acaba de cumplir doce horas.
En su honor el Santa Lucía
destapa una botella de champaña.

Generosas madrinas, las campanas,
le llenan los bolsillos de sonantes monedas.
Regalo de cumplehoras,
se mueve entre sus brazos
el juguete mecánico de la ciudad con cuerda.

Lo alegre que está el día grande.
Para mostrar que tiene fuerza
levanta al Sol en lo más alto.

Irguiéndose en su regocijo,
le pasa revista a las torres,
y los punteros de los relojes
militarmente se le cuadran.

Aperitivo placentero.
Mi vista toma esto que pasa:

De un Liceo de niñas detenido
desembarcan contentas marineras.
Por los países de pintura
su viaje hicieron en los mapas.

Cómo ríe una colegiala.
Si así ríe en el gabinete,
se hará un jardín de los herbarios,
y volarán, seguramente,
mariposas de las colecciones
y pájaros embalsamados.

Yo también estoy tan contento
frente a la pubertad del día.
Por favor, señor farmacéutico,
no cierre aún,
espere un rato.
y véndame algo de alcanfor
para conservar mi alegría.

 

 

WINÉTT DE ROKHA

 

  

Cabeza de macho

 

 

La mancha trágica de tus cabellos,
encarna un mar fascinante y entenebrecido.

Albea tu frente magnifica, escrita de surcos,
y tus sienes como dos azucenas puras.

Tus cejas y tus pestañas interrogadoras
recogen la esmeralda enferma de tus ojos.

Se destaca en la oscuridad del fondo
tu nariz de águila meditativa.

Tus labios destilan dolor y pasión
y están maduros para el beso.

Piedra con alma, sonríe tu cara de ídolo
dormida en la canasta de rosas de mi pecho.