domingo, 26 de junio de 2022


 

CARMEN SÁNCHEZ

 




Un ara en el jardín redime
el tránsito libre por tu cuerpo.
Estrellas, cerezas y luciérnagas
salvajes en su seno,
florecen, esta noche y al alba,
al esconderse el sueño.
Luce el abismo al despertar el día.
Tan lejos, tan vacíos, tan atrás
quedan los besos
que quisiera
renovar a cada instante
efímeros votos en tu lecho.

 

De: “Un roce al paso”

 

 

ROCÍO WITTIB

 

 


 

la poesía es un caramelo con sabor a melancolía


sigo besando la herida, el dolor, el puñal
¿por qué soy incorregible? no hay respuesta

la poesía es la intemperie que nos atraviesa

lau teilatu gainian
ilargia erdian eta zu

la poesía es una piedra que late

cuéntate un cuento que te haga feliz
seguro te da miedo y ni siquiera sabes por qué

 

SALVATORE QUASIMODO

 

 

 

Imitación de la alegría

 

 

Donde los árboles aún
más desolada hacen la tarde,
al tiempo que indolente
se ha desvanecido tu último paso,
aparece la flor
en los tilos y persiste en su suerte.

Buscas una explicación a los afectos,
pruebas el silencio en tu vida.
Otra ventura me revela
el tiempo reflejado. Aflige
como la muerte, la belleza
ya en otros rostros fulmínea.
He perdido toda cosa inocente,
incluso en esta voz, que sobrevive
para imitar la alegría.

 

Versión de Carlo Fabretti

 

 

JAVIER PAYERAS

 

  

El ruido

 


No te puedo dedicar estas líneas, sólo puedo abrir los brazos hasta alcanzar las paredes. Aprendo a estrangular la sintaxis y retorcer las palabras para que ni siquiera tú me entiendas. Pero sabes que cuando hablo de amor, hablo de ti.
A través de lo que siento crece el abismo que puedo intuir —la frontera con la muerte— de esa música real: sangrando, doliendo, viendo neuróticamente…
La música agitando mi angustia. Calmando mi angustia. Agitando la luz.
Luz que regala ojos a las palabras.

El universo dentro de un vaso de luz.
Ruidos y entrañas que saltan y se sacuden y no contestan.
Cada vez que pienso en escribir pienso en semillas, en dibujos, en grabados de William Blake, en himnos, en el Popol Vuh y en aves migratorias.
Y lo hago para sujetarme de algo, quizá de la razón, pero la razón no lo es todo, quizá no sea ni siquiera algo.
Desde la niñez hasta la muerte, improvisar un futuro. Solo caminar sin rumbo.
Las cortinas en el pensamiento. La bitácora de sus puntos muertos.
No planeo nada. Todo es ajeno. Repito lo perdido con gravedad. Sólo me pertenece lo que voy robando.
Arde vivir el ruido cuando deja de transcurrir el amor.
Este es un trabajo continuo de renuncias muy complejas. Yo no hago poemas, yo escribo fotos.
Describo lentamente las batallas que pierdo.
Mi vida ha sido un pequeño bosque de espectáculos fugaces.
La última consecuencia del ruido sobre el dolor.
Porque conozco el paraíso perdido conozco la escritura.

 

MARTHA CECILIA ORTIZ QUIJANO

 

 

 

Noche primigenia

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
César Vallejo.

 

La noche en que nací
una tormenta era mi casa.
Los rayos iluminaron el vientre de mi madre.
La luz, se hizo vida.

Esa noche, la primera de mayo
se hizo cántaro de fuego.
Las manos sabias de una partera
me trajeron al mundo.

A mi madre,
un dolor de recién parida, le alegró el alma:
Una bocanada de aire, se hizo canto.
Una niñita con rostro luna y ojos gitanos
bebe de su pecho, le hace creer de nuevo en los milagros.

En la madrugada, a la una menos cinco,
un oleaje de mar
inundó la casa.
Las tijeras de modista,
separaron mi cuerpo del suyo:
Fui poesía junto a su regazo.

La noche en que nací
mi madre le puso cerrojo a su templo
ahora, útero de cal y cemento.

 

JULIO CÚMEZ

 

  

 

El fuego en el que ardemos

 


Estamos aquí
con las mismas palabras
con los mismos incendios
con las mismas voces que nos repiten que estamos aquí
y que de nuevo no sabemos reconocer de dónde vienen.

Atrás quedaron las señales de los días como frutos vencidos
                                                                    sobre la mesa
atrás quedaron las certezas como rostros que se desvanecen
                            en las ventanas de un bus en movimiento
(Mientras agitamos las manos, y vemos como en el acto
la noche nos crece como un incendio).

¿Qué es lo que queda del sueño, o de las palabras que usamos
                                                        para describir al sueño
cuando el soñador que se ve al espejo no reconoce las palabras
                                                                  que lo nombran?

Escribo como escriben los que nunca han sabido nombrar
a la memoria
a las marcas en los cuerpos
a las tardes ardiendo de pronto.