miércoles, 27 de octubre de 2021


 

SEBASTIÁN KIRZNER

 


 

Cavan

 


Cavan,

cavan sus tumbas,

cavan sus tumbas cuatro mineros;

cuatro mineros en los salitres,

cavan sus tumbas de blanco oro,

de puerta abierta,

de pico anclado,

que se arremangan,

para caber en su propio agujero;

Donde morirse como dormirse,

donde soñar su salada muerte,

que a pico y pala se van armando,

golpe tras golpe, en un espacio,

de seca espuma, infraestructura,

de lecho eterno, donde se busca

cerrar los ojos a la intemperie,

tras la que intentan los cuatro hermanos,

volverse eternos; ser recordados,

ser conservados, ser reclamados,

como comida para los pobres,

volverse hambre de carne muerta,

saciar los cuerpos de sus familias,

llenar los ganchos más oxidados,

que se conservan tras los cristales,

cercanos al fondo de lo profundo,

bajo las fauces, las bocas frías,

que hacen de ecos en las paredes,

que cubren carnes, las carnes muertas,

de cuatro hermanos que se traslucen,

tras las ventanas, los orificios;

salados llantos de saladero…

 

 

JUAN MARCELINO RUÍZ

 

 

 

Los tigres se cuelan a mi jaula

 


Yo,  

nacido un martes al norte del estado

el que no conoce más allá de Zacatecas,

me idiotizo ante un televisor

“Made in Japan”

con un control remoto

fabricado en Singapur.

Me traslado por el mundo

sobre mis cansados tenis

que presumen una etiqueta de Korea.

Escribo mis poemas

gracias a la alta tecnología

de un lápiz amarillo

traído obviamente desde China,

mientras me molestan mis hijos

con un ruidoso juguete de Tailandia.

Descubro al fin mis raíces orientales

 

 

LEO LOBOS

 

  

Los vagabundos del karma

 

 

El cielo es blanco como el suelo blanco
Ciegos e invisibles vamos
En esta marcha

Para no olvidar en nosotros
El recuerdo de nosotros que se borra insistente

¿cambiará esta luna?

 

 

JOSÉ PASCUAL BUXÓ

 

  

 

Detrás del mar
está España.
Detrás del mar qué silencio
de arenas y montañas.

Detrás del mar,
detrás siempre.
¡qué aluvión de distancia,
qué de heridas silenciosas
qué de muertes emplazadas!

 

DANIEL CUNDARI

 

 

5

 

La poesía no existe sin ti.

Tú sabes a qué sabe la palabra.

Yo sé lo que sabe la palabra.

El viento le dio vida a este poema.

El poema vive de este viento.

 

Que te falte el pan de la comida

Que te falte el gesto de un amigo

Que te falte el sol de la mañana

Que te falte un dios al que rezar.

 

Arrassusía, amigo. Arrassusía.

 

 

De: “Poemas para delinquir”

 

CLAUDIO RODRÍGUEZ

 

  

 

Brujas a mediodía

(Hacia el conocimiento)

 

  

 

I

 

No son cosas de viejas

Ni de agujas sin ojo o alfileres

Sin cabeza. No salta,

Como sal en la lumbre, es sencillo

Sortilegio, este viejo

Maleficio. Ni hisopo

Para rociar ni vela

De cera virgen necesita. Cada

Forma de vida tiene

Un punto de cocción, un meteoro

De burbujas. Allí, donde el sorteo

De los sentidos busca

Propiedad, allí, donde

Se cuaja el ser, en ese

Vivo estambre, se aloja

La hechicería. No es tan sólo el cuerpo,

Con su leyenda de torpeza, lo que

nos engaña: en la misma

Constitución de la materia, en tanta

claridad que es estafa,

guiños, mejunjes, trémulo

carmín, nos trastornaba. Y huele

a toca negra y aceitosa, a pura

bruja este mediodía de septiembre;

y en los `pliegues del aire,

en los altares del espacio, hay vicios

enterrados, lugares

donde se compra el corazón, siniestras

recetas para amores. Y en la tensa

maduración del día, no unos labios

sino secas encías,

nos chupan de la sangre

el rezo y la blasfemia,

el recuerdo, el olvido,

todo aquello que fue sosiego o fiebre.

Como quien lee en un renglón tachado

El arrepentimiento de una vida,

Con tesón, con piedad, con fe, aun con odio

Ahora, a mediodía, cuando hace

Calor y esta apagado

El sabor de contemplarnos

El hondo estrago y el tenaz progresa

De las cosas, su eterno

Delirio, mientras chillan

Las golondrinas de la huida.

 

II

 

La flor del monte, la manteca añeja,

El ombligo de niño, la verbena

De la mañana de san Juan, el manco

Muñeco, la resina,

Buena para caderas de mujer,

El azafrán, el cardo bajo la olla

De Talavera con pimiento y vino,

Todo lo que es cosa de brujas, cosa

Natural, hoy no es nada

Junto a este aquelarre

De imágenes, que ahora,

Cuando los seres dejan poca sombra,

Da un reflejo: la vida.

La vida no es un reflejo

Pero, ¿cuál es su imagen?

Un cuerpo encima de otro

¿siente resurrección o muerte? ¿Cómo

Envenenar, lavar

¿Este aire que no es nuestro pulmón?

¿Por qué quien ama nunca

¿Busca verdad, sino que busca dicha?

¿Cómo sin la verdad

¿Pueden existir la dicha? He aquí todo.

 

Pero nosotros nunca

Tocamos la sutura

Esa costura (a veces un remiendo

A veces un bordado),

Entre nuestros sentidos y las cosas,

Esa fina arenilla

Que ya no huele dulce sino a sal,

Donde el rio y el mar se desembocan,

Un eco en otro eco, los escombros

De un sueño en cal viva

Del sueño aquel por el que yo di un mundo

Y lo seguiré dando, entre las ruinas

Del sol, tiembla

Un nido con calor nocturno. Entre

La ignominia de nuestras leyes, se alza

El retablo con viejo

Oro y vieja doctrina

De la nueva justicia. ¿en qué mercados

De altas sisas el agua

¿Es vino, el vino sangre, sed la sangre?

¿Por qué aduanas pasa

De contrabando harina

Como carne, la carne

Como polvo y el polvo

¿Como carne futura?

 

Esto es cosa de bobos. Un delito

Común este andar entre pellizcos

De brujas. Porque ellas

No estudian sino bailan

Y mean, son amigas

De bodegas, y ahora,

a mediodía,

Si ellas nos besan desde tantas cosas,

¿Dónde estará su noche,

Donde sus labios, donde nuestras bocas

Para aceptar tanta mentira y tanto

amor?