viernes, 8 de agosto de 2025


 

ABDULLA PASHEW

 


 

Despedida

 

 

Cada noche, cuando una almohada
invita a nuestras cabezas,
como los dos polos de la tierra,
a la fiesta de la tristeza,
veo que la despedida yace entre nosotros
Brillante,
como una daga.
Permanezco despierto,
mirándola.
¿La ves, como yo?

 

 

SHERKO BEKAS

 

 

 

Suelo

 

 

Con mi mano, busqué la rama
La rama retrocedió ante un dolor insoportable
Cuando alcancé la rama
El tronco del árbol gritó de dolor
cuando abracé el tronco del árbol
la tierra bajo mis pies se estremeció.
Las rocas gimieron
Cuando me agaché
y recogí un puñado de tierra
todo El Kurdistán.
soltó un gemido.

 

 

MATÍAS JOSÉ MORALES

 

 


Un libro de jardinería
enterrado en el desierto


Aquel día que te vi corriendo
entre las flores con las tijeras en la mano
y me fue difícil contener la imaginación:
vi una roca siendo tallada hasta formar
el rostro de un niño bajo la luz
de una luna que desea verlo morir en el fuego
licántropo de la carne libre de toda ropa.
Eres mi planeta favorito, liso y sin vida.
Rodeado por un espacio negro
que con estrellas de diversos colores
puedo rellenar


 

ALEJANDRO SEBASTIANI VERLEZZA

 


 

giro


hoy la piedra no pesa
de tanto subirla y bajarla se disolvió

ligeros nacen los caminos

 

 

EDUARDO MOGA

 

  

Poema I

A Juan Luis Calbarro.

 

 

Regresas como un pájaro de sueño,
como un fruto caído del tiempo. Hablas
desde el fin de las cosas, despoblada
de labios, grávida de labios, sexo

en el caz del teléfono, deshielo
de besos que habitaron mi garganta.
¿Por qué no permaneces en el ámbar
del silencio? ¿Por qué no sigues siendo

fuego ausente, clamor de nada, oro
muerto, oquedad donde brotó mi nombre?
De alas y oscuridad es tu retorno,

de sombras que respiran. Y yo, insomne
aún de ti, abrasado, oigo tus ojos,
tus cenizas pidiendo que te toque.

 

 

JÓZSEF ATTILA

 


 

 

Marzo


I

Una tibia llovizna cae serenamente
y la espiga del trigo joven sube hacia el cielo.
En una chimenea la cigüeña se instala
y el invierno, abatido, se muda a los glaciares.
Llegó la primavera con su alegre violencia,
llegó la primavera con verdes estallidos.
Delante del taller de un carpintero
exhala la esperanza olor a pino.

¿Qué dicen las revistas? Una banda saquea
a España y la devasta.
En China un general estúpido
quita a los campesinos
sus pedazos de tierra. La guerra hace amenazas.
Las camisas más limpias ya se empapan de sangre. Los pobres están siendo torturados.
Los que atizan la guerra gesticulan.

Alegre soy: tengo el alma de un niño
y Flora me ama. Contra nuestro amor
—amor bello y desnudo— avanza al populacho
desfilando con hierros y con tanques.
El celo de esta chusma
me asusta, desde luego,
y sólo obtengo fuerza y esperanza
en interés de nuestras vidas.


II

El hombre es mercenario, la mujer prostituta.
Entre sus corazones y el mío no habrá diálogo.
Sus maldades también están infladas
y temo por mi vida
que es todo cuanto tengo.
Mi mente, precavida, piensa en esto.
Y cuando el globo herido ya está helado
el amor de mi pecho y mi Flora arderán.
Una hermosa muchacha, sabia, procrearemos,
y también un varón inteligente y bravo.
Ellos heredarán un jirón de nosotros
como la vía láctea guarda la luz del sol.
Y cuando el mismo sol ya sólo parpadee,
mientras charlan, confiados, volarán nuestros hijos
a bordo de máquinas buenas
en pos de las estrellas laborables