sábado, 18 de diciembre de 2021


LORENZO OLIVÁN

 

 

La mecedora es una silla que asiente.

 

 

RAQUEL CAMPOS

 

  

17.

 


las lluvias de sãopaulo
no lavan mi alma

¿cómo podrían,
qué hacer con tanta lama?

aceptarla, con la calma
de los tantos soles que se apagan
con la lama de las lluvias de sãopaulo
vivo y viviré de goteras
aguas que corren sucias
por mi techo imaginario
perforarán mi alma y mis zapatos
ensuciarán el resto
de mi mundo reseco
deshidratando los sentidos
y desmayando los pedazos

 

De: “Sad trip”

 

ROZZ WILLIAMS

 

 

 

El viejo niño a un lado de su madre abre sus labios para hablar
Niño profético de la bestia inmutable
Las palabras fluyen como cadena de letras,
cambia el eslabón de la cerca, cadenas
“ven a morir a mis pies”
y risos rubios se pegan a la frente sudada
“Caja de Pandora”
Referencia al vientre
la multitud se reúne
en asombro del mesías
Perfume de rosas y sábanas frescas
llenan el cuarto
hombres de rodillas
Ojos en el flexible torno
del bebé
Los oídos despiertan a sus palabras
tentando y seduciendo
En el pecho de nuestra madre
Darse cuenta de un escondido y verdoso
Aroma tenue a semen y moho

  

Nota: Rozz Williams, seudónimo de Roger Alan Painter

 

 

GARY SNYDER

  

  

Nansen

 

 

Te encontré una mañana lluviosa
Después de un tifón
En un surco de bambúes en Daitoku-ji.
Trapo luido, mojado
Y chillón, gateabas bajo la barda
Hacia mi mano. Abandonado ahí para morir.
Te llevé a casa bajo mi gabardina.
"¡Queso, Nansen!" y respondías a gritos
Y venías corriendo.
Pero nunca creciste,
Enanito patizambo y vivaz—
A veces inapetente, a menudo tosigoso
Lloriqueando amargamente por un interno dolor.

Ahora, delgado y viejo, no comes
Sino leche y queso. Sentado en un poste
Bajo el sol. Resistes con resignado
Descontento.
No te hicieron bien. Yo te salvé
Y tus tres años de vida han estado llenos
De blanda, inflexible pena.

 

De: “The Back Country”



ILARIE VORONCA

 

 

Amistad del poeta

para Jules Supervielle

 

 

El cielo un cristal mal lavado en octubre
el viento que se embosca ante mi puerta
un rumor, una orquesta de feria en alguna parte
y el recuerdo: fuego que arde mal y humea.

¿Son estas las exclamaciones de los viñadores, el ruido de los
toneles que estiban al fondo de un patio vaporoso?
¿Es esta la ciudad donde tú estás prisionero, son estas las calles
tan pesadas como las cadenas atadas a tus pies?

Pienso en ti poeta, en las palabras sencillas
que tú contemplas como huevos a través de la luz.
Los contornos de una vida se dibujan en su interior
tus ojos encuentran la forma secreta de cada cosa.

En este otoño todavía tú me coges de la mano
me llevas al jardín desierto de mi juventud
ahí es donde me emborraché con tu vino
donde me vestí con el abrigo de tus poemas.

Tú has sabido hablarle al pastor que interroga la tormenta
la granizada de tus palabras refrescó también las sienes
del enfermo. Y en lo alto de los acantilados has encendido
grandes hogueras para las barcas perdidas en los mares.

¡Ah! Tu zurrón está colmado de hierbas mágicas que devuelven
la vista a los ciegos, la palabra a los mudos
tú no temes los salvajes tapices del hombre
tú sabes retorcerle el cuello al odio, a la envidia y la maldad.

Tú, fiel jardinero: arranca la madera muerta
de nuestras almas. Me gusta verte caminar
con torpeza, la cabeza ladeada sobre el hombro
como un samovar donde fermenta un canto lejano.
Las cosas confiadas te dejan acercarlas,
tú conoces también la lengua de los animales, de los dioses,
amigos y enemigos te escuchan como los árboles
que se santiguan en torno a la gran encina del bosque.

Todos están ahí: los muertos, los vivos, tú les hablas
y tu voz se hace lluvia o silencio o helecho
es la punta del compás que traza
desde tu centro círculos más allá de la vida.

 

 

ALICE RAHON

 

  

Al Iztaccíhuatl

 

 

Señalada con el dedo como las estrellas
en los límites chorreantes del oro inhabitable
a la copa de los árboles sin volar
cuando en los flancos de las montañas
las casas de los hombres se calientan los costados
he llevado mi vida
como ese sol que se traslada de un muro a otro
en esta calle
bajo el balcón de la extranjera
llorando en sus cabellos
cuando el amaranto mece al viento
y cuando las rosas se elevan
las más altas torres del sentir
desde mis dedos
arqueados como el ala del gavilán
cae el pájaro fragata
solitario
cae

  

Versión de Jesús Calzada