"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 18 de mayo de 2025
BORIS PASTERNAK
Fin
¿Fue
todo realidad? ¿Es hora de paseos?
Es mejor dormir eternamente, dormir, dormir,
y no ver sueño alguno.
Otra
vez la calle. Otra vez la cortina de tul.
Otra vez, cada noche, la estepa, el almiar, los lamentos,
ahora, y en adelante.
Las
hojas en septiembre, con asma en cada átomo,
ven en sueños silencios y sombras. De pronto despierta el verbel
la carrera de un perro.
Espera
que se tiendan. De pronto aparece un gigante,
y otro. Unos pasos. «Aquí hay un tornillo».
Un silbido y una voz: «¡Espera!»
¡Si
él, literalmente, hundía, desmoronaba el camino
con nuestro paso! El hasta el suelo
torturaba contigo.
Otoño.
Baja un abalorio de amarillo azulado.
¡Ay, como tú, podredumbre, he de morir!
¡Qué cansado de vivir estoy!
¡Oh!
A destiempo la noche nos inciensa con las maniobras
de las locomotoras; cuando llueve cada hoja se quiere
marchar a la estepa, como aquéllas.
!Las
ventanas me hacen escenas. ¡Pero es en vano!
La puerta salta de los goznes cuando el hielo
le besa los codos.
Preséntame
a alguno de los ahítos,
como ellos, por la cosecha de los campos del sur,
solares y herrumbre.
¡Pero
con la dentera, el pasmo, los terrones
en la garganta, con la tristeza de tantas palabras
te cansas de tener amistad!
Traducción
de César Astor
CHARLES SIMIC
En esta nuestra cárcel
Donde
el celador es tan discreto
que nadie lo ve nunca
hacer su ronda,
hay que ser muy valiente
para dar golpecitos en la pared de una celda
cuando las luces están apagadas
esperando ser oído,
si no por los arcángeles del cielo,
sí por los condenados del infierno.
MANUEL PADORNO
Al fondo de otra casa
El
otro lado, a veces, me parece
que llegará hasta el fondo de mi casa.
Una bombilla, al centro, iluminaba
aquello que se ve posiblemente.
Una mesa tal vez, que se presume;
una silla también, sobre sus huellas.
y encima de la mesa un vaso de agua
parecía no estar, quizá flotara.
Aquel largo pasillo desemboca
en una habitación igual a tantas
que no existen, que hay en parte alguna.
A travieso el pasillo, sin haberlo;
llego a la habitación, en apariencia;
y contemplo la mesa, el vaso de agua
encima del espacio inexistente.
Están al otro lado. Allí no hay nada
colocado en su sitio, a la manera
de como se sitúan por aquí.
Es un orden distinto. Muy borroso.
Allí, el vaso de agua, se me ofrece
como líquido aire, que bebía.
ANTONIO CARVAJAL
A veces el amor tiene caricias
A
veces el amor tiene caricias
frías, como navajas de barbero.
Cierras los ojos. Das tu cuello entero
a un peligroso filo de delicias.
Otras
veces se clava como aguja
irisada de sedas en el raso
del bastidor: raso del lento ocaso
donde un cisne precoz se somorguja.
En
general, adopta una manera
belicosa, de horcas y cuchillos,
de lanza en ristre o de falcón en mano.
Pero
es lo más frecuente que te hiera
con ojos tan serenos y sencillos
como un arroyo fresco en el verano.
MARI LUZ ESCRIBANO
Los ojos de mi padre
Los
ojos de mi padre,
los ojos de mi padre,
mirándome en la patria cereal de los trigos,
en un tiempo de cunas
mecidas por el viento de la guerra,
mirando cómo crezco
en los abecedarios
y conquisto sonidos primitivos
balbuceos, palabras necesarias,
porque él me empuja y vuelve,
desde su corazón y sus espigas,
su corazón de tierra y manantiales,
patria de tierra y gritos apagados.
Mi padre es un silencio
que mira como crezco.
Sus manos me conforman,
me miran la estatura,
la dimensión del cuerpo,
averiguan gozosas
que me elevo en trigal.
Las manos de mi padre
tocan mi cuerpo y cantan,
y yo sé que me acunan
con nanas de caballos,
con la salmodia triste del judío,
del converso que habita por su sangre.
Pero paseo con mi padre.
Abandono en sus manos
mis manos tan pequeñas,
y al calor de su sangre
mis pulsaciones tienen
una ambición de tiempos.
En
las luces inquietas de la tarde,
al borde de la noche,
vamos pisando hierbas, territorios,
ríos como torrentes, manantiales,
horizontes donde la niebla habita,
paisajes metalúrgicos y bosques,
ciudades, vientos, cordilleras,
blancas constelaciones.
Camino con mi padre.
Me nombra a las palomas,
pájaros migratorios,
aguanieves que rozan las praderas,
alcaudones de viento,
golondrinas, gorriones, avefrías.
Y todo pasa y llega de su mano,
y a mi infancia regresa
el calor confortable de su sangre
Cuando
llegan los días de septiembre,
láminas del otoño,
las madrugadas frías y estrelladas
detienen sus palabras.
Pero es sólo un instante
de sangre y de fusiles
porque mi padre vuelve del silencio
y pasea conmigo
el callado silencio de las calles,
y los campos sembrados
y las constelaciones,
y su voz de madera me acompaña, me mira cómo crezco.
Todo el mundo conoce
que heredé de mi padre una bandera.
JOSÉ MIGUEL ULLÁN
Un dibujo de abril para María Zambrano
Avant l’aurore, dans la forêt triangulare
Alfred Jarry
La
exactitud vivida de lo que contemplamos
en la blanca mirada del agua
no nos deja ser el destino
-pero nos da, sin levantar la mano,
la mansa sensación de ir acercándonos
al felino escondite de aquel encuentro:
Menos
borroso que una hermandad,
ventana.
Y más anónimo que un lirio,
espejo
Un
manantial, una hermandad republicana {alguien
tenía que decirlo), un lirio
-y la voz temblorosa
(«la poesía va contra la justicia»)
de la primera luz,
al despertar perdida
en la corazonada discontinua del bosque.