jueves, 21 de octubre de 2021


 

SEBASTIÁN KIRZNER

 


 

¿Y vos?

 

¿Oíste?

¿Estás de alumno también?

¿Vas a clases?

¿Cursas materias?

¿Entregas a tiempo tus parciales?

¿Oíste acaso el sonido del poema

en un cuarto lleno de gente,

en una casa llena de gente,

en un aula,

una mugrienta sala llena de gente,

oíste acaso el sonido del poema?

¿Lo oíste?

Yo lo oí.

Escuché el eco

formando el espacio

atravesado,

formando el espacio

atravesado,

formando el espacio,

¿Lo oíste?

Acaso alguna vez

creíste realmente estar

escribiendo

en el espacio informe,

el sonido del poema?

¿Lo oíste?

¿Lo escuchaste?

Yo lo oí.

Me mantuve con el lápiz

apretado a la garganta

entre silla y silla del rectángulo,

creyendo observar el acto

nimio de las minorías,

el reservado para pocos.

En tu lugar,

tu mentira de cuarto intimo

donde decís escribir

la poesía que escribís,

¿Lo oíste?

¿Acaso oíste el

sonido del poema?

¿Oíste el sonido

de la palabra mordiendo

la palabra?

¿Lo oíste?

Yo lo oí.

No fue una musa

soplándome al oído,

fue la soriasis literaria

corriéndome por el cuerpo,

la gangrena mas limpia y clara.

Yo lo oí.

Vos ¿Lo oíste?

Ahí, caminando por

tu calle, que alguna vez

estuviste en tu calle,

que alguna vez,

pasaste por esa calle.

Y te vino el ansia

de escribir ese poema

descriptivo sobre

las aves, el cuerpo,

el deseo y la perdida,

¿Realmente creíste escucharlo?

¿Lo oíste?

¿Lo oíste?

Canalla

¿Lo oíste?

Yo lo oí.

Y fue la única posibilidad de voz.

Yo lo oí.

Y fue la única posibilidad de voto.

¿Lo oíste?

¿Realmente vas a decirme

que lo oíste?

Que tuviste el tiempo

entre deporte y deporte

entre postura y apostura,

entre curso y discurso

de cómo mejorar en el arte

literario, de cómo mejorar

en el arte posmoderno,

de cómo mejorar,

de cómo mejorar,

de cómo mejorar,

¿Lo oíste?

¿Alguien te dijo

que como pan

debajo del brazo

traías lo nuevo?

¿Tu novia te comentó acaso,

lo bello que era tu poema

en el que rememorabas los pixies?

¿Realmente creíste escucharlo?

Desde el cable pelado de tu viejo auricular,

entre dato y dato de tu wi-fi,

¿Lo oíste?

Yo lo oí.

Y obligó a mis manos a decir.

Yo lo oí.

Y me dio a entender que para decir,

había que tener algo que decir.

¿Vos lo oíste?

¿Vos lo oíste?

¿Oíste el punto en el que el poema

se abre de su alma codificada

y señala el centro?

¿Oíste el hueco de silencio

marcando la señal de partida?

¿Lo oíste?

¿Lo escuchaste corrompiendo

tu carácter crepito?

Yo lo oí.

 

 

JUAN MARCELINO RUÍZ

  

 

Génesis

 

 

Recuerdo

el violeta oscuro

del útero materno,

el acompasado golpear de olas de sangre

tiñendo de calma mi placenta.

En posición sedente

succionaba el pulgar,

le pedía a un cielo imaginado

que mi madre pariera un buen poeta.

En lugar de eso,

he nacido simplemente pelirrojo

 

 

LEO LOBOS

 

  

Corazón uno

 

 

Segundo tras segundo ese amigo que es pura devoción
como una divina noria está haciendo circular la vida en ti

late con un ritmo que viene del momento
en que el espíritu se manifestó

si te concentras sentirás en tu pecho la primera palabra
el redoblar del trueno
su enigmática danza obedeciendo la incesante orden de la multiplicación

dentro de tus costillas llevas un motor terco
seguro como una flecha que avanza en un cielo vacío

 

 

 

AHMAD ABDEL-MUTI HIYAZI

  

 

Escultura

 


Ese cuerpo, tú no lo posees.

Tú no lo eras, ese cuerpo, cuando entraste de pronto

en mi cuarto, y te sentaste en mi silla.

 

Tu cuerpo, esa visita incierta, vino

como una sombra adornada por tu ropa

y se desnudó para aislarse en su propio rincón.

 

Déjalo en la confusión de los tiempos

y aléjate

quiero descubrir su secreto

dialogar con él por medio de mi boca y mis manos

para que evoque su infancia

la edad previa a los recuerdos

las palabras que no fueron pronunciadas

los torbellinos de sangre alegre de la juventud

olvidando mañana, su aurora y su tarde.

 

Si fuera un tigre hambriento

le daría una copa de vino

y encendería fuego en la chimenea.

 

Si fuera una yegua desatada

con sus crines al viento

la seguiría en el espejismo

y la buscaría hasta el fin de los tiempos

para regresar con ella

pero sin domarla:

¿cómo atrapar un relámpago?

¿cómo encadenar la brasa del alma?

 

Sin embargo, bailo con ella toda la noche

hasta el amanecer cuando ella revive

como mármol despierto,

desligada, libre,

feliz en un tiempo eterno,

revelando su corazón y buscando su deseo

perdido en las tardes y los jardines solitarios

dibujando con su desnudez interior

imágenes que aparecen una tras otra

sobre sus miembros

como los velos transparentes de sombra y de luz

que caen en lluvia de crepúsculo sobre sus hombros

y hacen como que respiran sobre ese cuerpo al que visten y

/desvisten.

 

Cada vez que el cuerpo extiende una pierna

o suspira o descubre su blanco pecho

o acaricia su cabellera negra

el tiempo se detiene un instante

y retoma su ritmo

cubriendo de sombras las frescas colinas

y de luces las cimas

como una fuente que corre

se vuelve transparente sobre los guijarros

y sombra entre las sombras

haciéndose espuma

finalmente.

 

Le he dicho al cuerpo cuyo ardor se ha calmado durante la noche

y que se ha vuelto una idea en mi cabeza:

–Vuelve a ser lo que eras, mi dueño.

Pero aquello que fue nunca regresa.

 

Versión de Jean-Clarence Lambert y Rodolfo Alonso

 

 

DANIEL CUNDARI

 

 

4

 

Templada la sangre, como una fruta húmeda,

álgida la mirada y al mismo tiempo yerma,

partiste incauto por la ciudad de la inocencia

tragando entera la piedra del recuerdo.

 

Regresaste con otra lengua e igual dolor

a tus playas, a tus arrinconados juegos.

 

Ahora te esperan en la otra orilla de la vida,

donde con afán erigiste la estatua de tus días.

Y son muchos, están todos, con el martillo listo.

 

De: “Poemas para delinquir”

CLAUDIO RODRÍGUEZ

 

 

 

Porque no poseemos

(la mirada)

 

 

I

 

Porque no poseemos

Vemos. La combustión del ojo en esta

Hora del día, cuando la luz, cruel

De tan veraz, daña

La mirada, ya no me trae aquella

Sencillez. Ya no se que es lo que muetre,

Que lo que resucita. Pero miro,

Cojo fervor, y la mirada se hace

Beso, ya no se si de amor o traicionero.

Quiero acuñar las cosas,

Detener su hosca prisa

De adios, vestir, cubrir

Su feroz desnuidez de despedida

Con lo que sea: con esa membrana

Delicada del aire,

Aunque fuera tan sólo

Con sutil ternura

Del velo que separalas celdillas

De la granada. Quiere untar su aceite,

Denso de juventud y de fatiga,

En tantos goznes luminosos que abre

La realidad, entrar

Dejando allí, en alcobas tan fecundas,

Sui poso y su despojo,

Su nido y su tormenta,

Sin poder habitarlas. Que mirada

Oscura viendo cosas

Tan claras. Mira, mira:

Allí sube humo, empieza

A salir de esa fábrica los hombres,

Bajos los ojos, baja la cabeza.

Allí esta Tormes con su cielo alto,

Niños por las orillas, entre escombros

Donde escarban gallinas. Mira, mira:

Ve como ya, aun muescas y clavijas,

Con ceños y asperezas, vanm fluyendo las cosas. Mana, fuente

De rica vena, mi mirada, mi única

Salvación, ella, graba,

Como en un árbol los enamorados,

La locura armoniosa de la vida

En tus veloces aguas pasajeras.

 

II

 

La misteriosa juventud constante

De lo existe, su maravillosa

Eternidad, hoy llaman

Con sus nudillos muy heridos a estya

Pupila prisionera. Hacía tiempo

(que bien se ahora el porque) me era lo mismo

Ver flor que llaga, cepo que caricia;

Pero esta tarde ha puesto al descubierto

Mi soledad y miro

Con mirada distinta. Compañeros

Falsos y taciturnos,

Cebados de consignas, si tan ricosd

De propaganda, de cancion tan pobres;

Yo mismo, que falle, tantas ciudades

Con ese medallón de barro seco

De la codicia, tanto

Pueblo rapaz, al que a mi pesar quiero,

Me fueron, a hurtadillas,

Haciendo mal de ojo, y yom seguía

Entre los sucios guiños, esperando

Un momento. Este de hoy. Tiembla en el aire

Las ultimav luz. Es la hora

En que nuestra mirada

Se agracia y se adoncella.

La hora en que, al fin, con toda

La vergüenza en la cara, miro y cambio

Mi vida entera por una mirada

Esa que ahora esta lejos,

La única que me sirve, por la sola

Cosa por la que quiero estos dos ojos:

Esa mirada que no tiene dueño.