miércoles, 17 de noviembre de 2021


 

DIEGO VALVERDE VILLENA

 

 

 

Mapa

 

 

Ese mapa que me diste
de tu corazón
es como uno de esos mapas turísticos:
todo lo hermoso
está cerca
y las calles son cortas
y las rutas diáfanas.

Pero luego
las distancias no corresponden
hay calles que no están señaladas
y los caminos son complejos
e intrincados.

Y ya es muy tarde, porque me he adentrado
en la ciudad, y no hay vuelta
atrás.

Tus ojos miran muy lejos
y ya no me sirven de referencia.
Me he perdido
irremisiblemente.

 

MANUEL RUIZ AMEZCUA

 


 

El alimento de los dioses

 

 

Lo que encierran los sueños
se agacha en los sepulcros
y se esconde en las grutas,
araña los tejados
y entretiene a los muertos.

Los sueños se alimentan
con la envidia de la falta.
Y los guía un dios casi desnudo
con la lanza rota por la lengua.

Una vieja dormida en su tristeza
pregunta a los demás por su destino.
Y un águila, cansada de los cielos,
asesina a un pastor en una cueva.

Reían las mujeres en la noche.
Las sombras se agachaban con el día.

Y era todo radiante como siempre.

La multitud dio gritos de alegría.

Y los buitres bajaban los cadáveres.

  

De: “Las reliquias de un sueño”

 

 

GUSTAVO VALCÁRCEL

 

 


La libertad acostumbra tomar forma en tu rostro

 

 

La libertad acostumbra tomar forma en tu rostro
luce hermosa tu faz porque te sientes libre
y si lees un verso en voz alta de amor
¿Qué dicha más espléndida oír la libertad!

Al mirarme tus ojos, la libertad me mira
al tocarte mis manos palpan un verso libre
porque eres un poema hecho a primera vista
y una canción viviente a las cadenas rotas

Al llegarte tus cartas hay fiesta en el idioma
todo el abecedario decreta un día libre
y me cantan tus sílabas tomadas de la mano
y oigo en cada vocal una tecla sonante

Estoy joven de ti, subiéndome y ardiéndome
en prosa, verso y vida; abrazándome estoy
entre el sueño y la piedra de un hombre consumado
o en mi joven vejez llovida de palabras

Soy minero de ti, profundidad terrestre
cavando voy las veras de tus miradas hondas
primavera te nombra suspirando violetas
y el otoño renombra como una luz besada

Domingo tras domingo tu rostro es libertad
yo beso el porvenir en tus mejillas rojas
canto de lleno de amor a los libres del mundo
y me siento feliz como hombre libertado.

 

CONCEPCIÓN DE ESTEVARENA

 

  

Ayer y hoy

 

 

-¿Qué es la existencia, y qué es un juramento?
-te dije ayer, y respondiste tú-:
-un juramento es dar la fe de un alma,
y la vida es amor, amor y luz.
Hoy, lo mismo que ayer, yo te pregunto
y sonriendo me respondes ya:
-Un juramento, un eco que se pierde;
la vida, horas que llegan… y se van.

 

 

JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS

  

Poente

Para Pedro Serra

  

Também no Poente onde habito
Sophia de Mello Breyner-Andresen

 

 

Sobrios también podemos embriagarnos
con este vino que la tarde vierte
en su pequeña copa. ¿No se llama
el cielo así? ¿No está hecho de un finísimo
cristal ligeramente azul, no está
todo para nosotros preparado?
Si no es para nosotros este vino,
¿para quién? El asombro mudo cabe
en unas cuantas sílabas. El bosque
cede ante el puente y más allá la puesta
de sol, igual que el río, se dirige,
con una lentitud que ya he hecho mía
hacia el jardín, hacia el país que casi
veo desde mi ventana, hacia Poniente.

 

De: “Jardín Gulbenkian”

 

 

CÉSAR TORO MONTALVO

 

 

 

Matrimonio de la dulce maru y su hermoso okobín cuidador de odres

 

 

cuando cruzo maru oh tu ciudad riquimada en mil manzanas
me enredo en tu barrio de la esquina
me pongo a silbarte
la balada del cheyenne montado en un carnero negro

me encuentro maru con que estás
colgada encima de los nísperos contemplando a okobín

volabas graznando con tu taza de begonias
en la mano y te veía parada en el establo
subida al techo
con tu listón mostrando las uvas de fragoroso terciopelo
y saltabas luego
por encima de tu catedral de agujas y florerones
y se enredaba tu vestido
encima de mi mano (vestido hecho con enredo de agujeros)

y te traía a mi mesa acompañando a mi madre
y te llevaba a mirar las batallas perdidas de mi hermano

y te seguía corriendo hasta el sena
tocando los tambores con las gotas de nylon que caían
de tus labios y te traje en mi caballo alakur
con tu cuerpo de colores hacia lima

ay dios te dije

y okobín se peinaba y te borraba las primeras pecas de amaranto

ay dios te dije

y okobín te peinaba las manos y te traía a new york
en una tarde de carnaval cubriendo tu rostro de bolas y boroboles

ay te dije

y okobín rompía el último milagro de tu boca a su pecho
casándote por cuidarte los odres montado en un carnero negro.