viernes, 12 de diciembre de 2025


 

LOREDANA VOLPE

 

 

 

ix. plomo

del plomo se dice que es el peor de los metales.
según los tratados alquímicos, puede conducir a la locura.

la locura son las noches.
la contaminación del metal en la mente:
«temo que lo que soy
me destruya».

hasta Isaac Newton, después de estudiar a Philalethes,
en sus intentos por convertir los metales en oro,
se expuso a los vapores venenosos
en busca de la salvación.

eso de recurrir a la salvación
parece perseguirnos:
la tierra negra se calienta hasta destruir la naturaleza antigua.
tú entenderás este deseo inherente.

cuando una vida ha sido agostada,
una tierra —y quienes la habitan—
condenada a la aniquilación,
te preguntas, vivo como estás,
cómo puedes seguir respirando,
moviéndote con el peso del plomo
tirando contra el suelo,
despeñado, en picada
hacia el fondo.

y desde allí, cómo volverás a mirar
las estrellas con los ojos limpios.
qué harás con toda esa densidad
que te impide siquiera
abrir un palmo la ventana,
buscar la luz.

 

De: “Ejercicio de aniquilación”

 

ELISA LERNER

   

   

209.

«Un tarareo silencioso y obsesivo acompaña la tarea del escritor. Insistente tarareo que se deja acompañar por esa orquesta de cámara que son algunos recuerdos. De tal guisa Franziska, escritora próxima a los sesenta, decidió internarse en un ancianato a orillas del mar a fin de que no la siguiesen invitando a veladas nocturnas que pudieran poner en jaque su tarareo», dijo uno del ramo.

 

  

ANTONIO ARROYO SILVA

  

 

 

Irremediablemente, estar
cuando nada es preciso. Tomo
la carga de lo inútil, planto
algo irreconocible, le doy nombre
secreto a un día fuera de los siete
acostumbrados. No quería ser
el dedo ni la llaga bajo el palio
de luz de inmensas catedrales,
pero así son las cosas
de los iconoclastas de Bizancio.

 

De: “Las horas muertas”

 
 

JUANA M. RAMOS

   

 

Nada más



Como el pájaro que canta
…………..con sus alas,
marco el territorio estéril
en el regazo de tus ojos.
Extirpo la temprana llaga
que tu cuerpo ha dejado
en cada uno de mis dedos,
el gorjeo de dos lenguas
abrazadas que predicen
futuras orfandades.
No supe en su momento
de flancos ni de flechas
ni tampoco de destierros.
Tu boca se encargó
……………de moldear,
con los escombros
……………de mis besos,
……………la desnudez
devorada por jaurías
que en mi necedad
……………se repiten,
que a mi necedad
……………fustigan.
……………No,
no hay triunfo en los abismos
que se abren tras lo que se ansía.
He enterrado en carne viva mi sonrisa,
mi latido en el presagio del derrumbe,
la limosna ungida en mis despojos.
…..,,,,……Nada más hay por decir.
……………Nada habrá en la hendidura
……………que soy tras de tu beso.

 

 

PEDRO LÓPEZ ADORNO


  

Marte en el cielo

y camina mi espíritu

sobre las brasas.

 

OPHIR ALVIÁREZ


 

 

The relationship

Regalos, periódico, la espera, los silencios. Tanto silencio que deseo empezar la vida nuevamente, imagen que crece. Cuestión de géneros y sin sorpresa consigues cómo hablar, cómo escuchar, cómo besar, cómo reír, como confiar. Bostezo que no va conmigo, tedio que no se aprende en las caligrafías. Un idioma, dos idiomas, el idioma del jade en arcos superciliares, arquetipo la muerte cuando ronda ética, pelética, pelempempética y los complejos insisten desnudos porque es más fácil quitarse la ropa que las máscaras y en el reloj las agujas no tienen la culpa. Insomnio o primer estadio a la locura, idiopático o acostúmbrate porque la lidia es del consciente. Temido conflicto, the relationship, traspié y meto la pata porque soy un hueco o un huevo y el uso, el desuso, la carne, el ulular, el índice, la seña.
 
 
  

 
 
 

jueves, 11 de diciembre de 2025


 

REYES GUILLÉN

 

 

Efímero masculino

  

Recorren largas distancias,
largas charlas en los bares
para no ser distancia.

Esperan toda la noche
en busca de la más perfecta
y remota madrugada.

Corren a gran velocidad
lo noto en sus ojos, desorbitados
y en la locura de su mirada, frenética.
Ansían llegar
y no ser ellos.

Navegan en ríos de saliva,
se guían por el olfato,
buscan el perfume más intenso
que los pierda.
Quieren tocar fondo.

Se embarcan en los flujos y corrientes
más profundas.
Quieren estallar, estallar y olvidar.

Y estallan
y olvidan
y la mañana los levanta inciertos
desconcertados, extranjeros en su cuerpo.

Y se van, remotos,
más remotos aún que cuando llegaron.

Y recorren largas distancias
en los días, en las noches,
y hay tanta fuga en sus miradas
que se diría que quieren morir lejos,
muy lejos.

Pero no, no es eso,
quieren marchar,
tocar el infinito
y volver.

Y vuelven,
la elipse de su deseo los arroja de nuevo
a esta orilla,
al lado más oscuro de la noche.

Traen un extraño temblor entre sus manos
y un terror renovado en sus miradas.
No entiendo su espanto enfurecido,

cuando me miran y no se acercan.
cuando me miran y se van.

Una vez más
la inefable voracidad de la mecánica celeste
los arranca de mi lado.

Se deben a sus órbitas fijas.

 

MARITZA CINO ALVEAR

 

  

recuerdo
cuando la abuela me hablaba de la inmortalidad del
cangrejo
la eternidad me sabía a crustáceos
cuando no era tiempo de veda
cuando la vida era breve
mi pensamiento volaba detrás de los duendes
al arte de amar
en los brazos de nadie
envuelta de sueños en una escalera vacía
donde todo era extraño
como el caminar del cangrejo
como el caparazón sazonado
bajo el tragaluz de la infancia

 

 

ALLAN BARRERA

 

 

Nada que perder

  

Poeta:

San Salvador es un destino terrible,
incluso para los muertos que habitan el silencio
de nuestros sueños. Incluso para nosotros
que ya no tenemos nada que perder
ni siquiera la angustia

nada.

 

 

FERMÍN HERRERO

 


 

Sin cumplir los tres años, mientras estamos
viendo en vídeo Bambi, va y suelta: hay un fallo
porque, si es primavera, cómo no canta
el cuco. En la pantalla, parejas de animales
besándose, me mira, pero, aturdido, no puedo
responderle. Lo libre es la verdad, sin artificio
ni argumento impostado. Su intuición va
más allá, me descubre; el otro día me dijo
junto al río, también de sopetón: al cuco
le gusta cantar lejos, por qué se esconde.

 

-VERSUS DISNEYLANDIA-

 

De: “Endechas del consuelo”

 

 

SUSANA SZWARC

 

 


Llaves (de la memoria)

Que no se cansen los árboles
de darme su sombra
de darte
su sombra
-su viento.

Que no canse su mecer
de cuerpos
que leen
¿qué leen?
para que –otra vez-
mis ojos tus ojos
repasen el cielo
lean
azul
azul celeste
azul eléctrico
tremendamente gris
también mi voz te diga

te vuelva a decir
te envuelva su moverse

Que la palabra se asome
asombre
cada vez
que todo eso
que tanto
porque sí
nos habla.

 

De: “El Libro (no) de los Salmos”

 

 

VÍCTOR RUIZ POLANCO

 


 

Hasta donde la vista alcanza, el sol
calcina una extensión de siembras.

La marquesina del interurbano
ofrece escasa sombra
y un mapa en el que no se lee ya casi
«red de transporte metropolitano»:

la luz
ha reducido a ocres sobre amarillos
las líneas de los buses en el plano.

… Buscamos el camino en Google-Maps.

(excursión.)

 

De: “Plano de una ciudad”

 

miércoles, 10 de diciembre de 2025


 

ÁLVARO POMBO

 

 

Variación final

 

 

En la Red de San Luis perdí la vida
recién sidas las cuatro de un desvelo
En los portales con la espalda hendida
cuaja la noche fina como un pelo

En la boca del alba sin balcones
se hizo cargo de mí la policía
y robaron mi sangre los ladrones
de los Bancos de la Comisaría

En la Red de San Luis me cachearon
y me clavaron con las mariposas
En la Red de San Luis me desnudaron
la identidad perdida entre otras cosas

Me trasportaban cuatro generales
y en la Red de San Luis se atascó el duelo
lloraban reyes lágrimas reales
Hortera y Mártir fui derecho al cielo

 

De: “Substancia: Antología poética”

 

 

MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO

 

 

XLIII

A mi hija de cuatro años

 

 

Acuérdate, Julia,
de la luz del
Mediterráneo.
Con dos años, ya lo habías visto.
Eras valiente, tocar siempre el mar
querías.
Todavía sigues haciéndolo.
Salvar vidas en el azul
es el hilo de tu destino.
Las primeras palabras de este poema
son muy ciertas.
Sin embargo, tus veranos son cuatro.
Sé que tu ventura
será entrar en el mar de tu infancia,
donde las olas
pronuncian con alegría tu nombre.

 

De: “Vivir en tu invierno”

 

ADRIANA BAÑARES

 

 

 

La sirena aprende a respirar
pero conserva el canto sibilante en el pecho.
La piedra que vuelve a arrastrarla al fondo.
El canto ahogado, la búsqueda del aire
y del humo que la mate.
Del fuego que la salve.

 

 

JOSÉ LUIS MORANTE


  

Defensa de un paisaje

 

 

Las formas y las luces de los atardeceres,
el silencio y las calles que velan lo escondido,
las esquinas proclives al paso solitario,
la rueda de los sueños que esgrimimos como razón de ser,
la lumbre que moldea sin descanso
cambiantes espejismos,
la decepción mañana y la utopía de carbón mineral,
la rosa que lacera
y la gota de sangre;
la inercia de mirar el vuelo de los pájaros,
los hechos trasmutados en memoria,
las manos que no piden nada a cambio
y nunca llegan tarde.

Aquello que perdura cuando cierro los ojos:
la casa, el pan y el verso que me busca.
El tiempo que repuebla la ceniza
al negarnos tres veces.
La niebla que nos crece
en el fondo del cuerpo y nos diluye.
El tragaluz oscuro y el pacto de vivir.

 

De: “Nadar en seco”
 

JAVIER GARCÍA CELLINO

 

 

 

Las estatuas tienen frío

las agujas de plástico tienen frío

tú y yo tenemos frío

mi padre tenía un frío huérfano
en el corazón

  

De: “Un frío huérfano”

 

 

 

KAIRA VANESSA GÁMEZ

 




Los gusanos dilapidan la carne de mi abuelo
descosen sus dedos
para vomitarlos en mis ojos.
Acepto ser océano para su pierna
destazo el músculo, lo andado y hasta el hueso
aparto
de sí mismo.
Oscurezco en paz.

A cambio hablaré yo
la podredumbre
seré su voz descalza, su pureza.
Ahíta
en el tejido donde enmudeció su sangre
desollaré mi lengua de once años
para que mi idioma se aclare.

Quizá me guarde un lunes o un diciembre de esos años
no la sal
no que lavé la gangrena
con la que te cobrabas
el respiro.

Nunca como tú
esquivaré la sed
su esguince, mi miseria.

Prefiero la palabra
su paso certero hacia el abismo.

 


martes, 9 de diciembre de 2025


 

IVAN POZZONI

 

 

La balada de Villon

 

La muerte tiene tus ojos de verano coloreados 

baila con el ahorcado, lleva cabezas decapitadas

le cuenta al suicidio sus historias de invierno,

que la lágrima de un suicida puede extinguir el infierno.

 

La muerte recoge flores de huesos gastados

en cerebros goteantes y cuencas oculares agujereadas,

llora flores de nenúfar en el estómago de los ahogados,

ella, puta, frágil, adiós al celibato.

 

La muerte se casa con el cadáver quemado,

sigue siendo la única fuerza fuera de la lógica del mercado,

abraza al hipercapitalista, al anarquista, al indiferente,

sin darse cuenta de que no sirve para nada.

 

Clamamos por la vida, abolimos la muerte,

lo intentaron en masa con el apoyo del arte,

distraídos con ricos homenajes y cotillones,

abolimos la muerte y cantamos Villon.

 

 

 

 

La ballata di Villon

 

La morte ha i tuoi occhi colorati d’estate

balla con l’impiccato e indossa teste decapitate,

racconta ai suicidi le sue storie d’inverno,

che la lacrima di un suicida riesca a spegnere l’inferno.

 

La morte raccoglie fiori dalle ossa consumate

dalla fuga dei cervelli e dalle orbite bucate,

pianta fiori di ninfea nello stomaco dell’annegato,

è mignotta, fragile, d’addio al celibato.

 

La morte si sposa col cadavere dell’ustionato

rimane unica forza fuori dalla logica di mercato,

abbraccia l’iper-capitalista, l’anarchico, l’indifferente,

senza mai accorgersi di non servire a niente.

 

Strilliamo la vita e aboliamo la morte

tentarono in tanti, col sostegno dell’arte,

distratti da ricchi omaggi e cotillón,

aboliamo la morte e cantiamo Villon.

 

 

BELÉN OJEDA

 

  

Gris
en el comienzo vislumbrado
en el crepitar de la brasa
en la humedad que se aleja
en la voz que se oculta
en la aspereza del grito
en el final presentido

 

 

MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ

 

 

 

El corazón que llueve desatado
y pierde su armazón, su compostura,
su normativa estricta de compuerta
o dique, retentiva y contención,
sorprende en su violencia y se desata
mientras una muchacha incendia una cabina
y grita su dolor humedecido;
así crecen las hojas de los árboles
en la humedad primera del dolor
y el barro ennegrecido de la tierra
se ayunta al llanto oscuro en cada gota
para hacer vertical la geología.
Llueve también sobre mi corazón dormido
como si no pensase concluir
el tiempo en que los nombres se hacen de agua,
y cada gota tiene su porción
alícuota de hierro y de pesar.
Por eso cuando llueve los mamíferos,
los lóbregos mamíferos contamos
despacio y varias veces nuestros huesos,
las piedras de cristal de cada hueso
y su sermón de luz resplandeciente
para llorar de pronto con escarnio,
visibles, necesarios y maduros
ante el día que juzga y nos ampara.

  

De: “La ausente”

 

JOSÉ LUIS MORANTE

 

 

 

Los caños

A Mario Sesmero García

  

Como ayer, todavía
se zambulle en los caños
la frágil convicción
de dar molde a las piedras.
Despereza muy cerca
el lejano revuelo
de la casa sin nadie,
las nubes, sus azares,
el frontón, las esquilas,
el rastrojal con bozo
y los pinares…

Son auroras del viaje
que completa
el pautado cumplir de los regresos;
el escenario intacto
del niño que no sabe
que a cada cual su cielo y su repliegue.

Hoy me nombra de nuevo
la clara voz del agua
dormida en su angostura.
Sobre la sed ferrosa pongo el labio,
sorbo zumo en el borde
y es un cuenco repleto de nostalgia.
Si arracimo las gotas
y su vuelo de pájaros,
un niño en soledad
bebe conmigo.

 

VÍCTOR MANUEL PINTO

  

 

Die kolonie Schwarzwald

 

Venimos de la selva más oscura & hacia montañas negras remontamos.

Tras la imagen de San Martín de Tours se balancean las torpes carretas
donde van a montarse las mujeres que se persignan ante el cementerio.

A través de nubladas autopistas marchamos a poblar tierras incultas.

El loco arlequín del carnaval ha enterrado su traje de colores.
Ahora fuma su blanco cigarrillo cargando una bolsa de basura.

El Rin tiene alambradas de púas.
La Guardia nos requisa las maletas & se adueña de fósforos y velas.
Así la marcha es mucho más umbría.

Un espanto silba entre los abetos &, más allá, en lo nocturno del bosque,
el ladrón abre sus verdes pupilas.

Seguimos los astros enrojecidos como luces traseras de camiones
que nos rozan con su estruendo de polvo.

 
 

DOUGLAS GÓMEZ BARRUETA

 

  

Hartsfield-Jackson Airport

 

 

En las torres de control no hay espacio para contemplar las nubes;
se tiene que hablar con frases cortas,
repetir las instrucciones,
emplear la palabra como usa las manos un cirujano,
mirar los radares como quien escucha a los oráculos.
Mantenerse despierto,
tener una respuesta firme y serena ante las emergencias.

Es casi como escribir un poema,
pero sin los despegues y aterrizajes simultáneos;
sin los pronósticos meteorológicos;
sin ver caer los rayos o calcular la velocidad del viento.

Los mensajes en el altavoz tienen un ritmo que no descifro.
Los pasillos parecen un jardín en varios idiomas.
¿A dónde van esas maletas abandonadas?

Veo la cuarta letra del alfabeto griego y busco en los mapas,
creo que es el sueño el que me hace hallar la palabra Athens,
pero prefiero ver con detenimiento las alas de un pollo frito
y salir del aeropuerto para tratar de mirar al cielo.
 
 
 

lunes, 8 de diciembre de 2025


 

ANA ROMANO

 


 

Avispas

 

 

Subyacen en las celdas

 

Mientras

desmenuza gardenias

Darío

 

les canturrea.

 

 

MATILDE ESPINOSA

 

  

Llueve

  

En esta embarcación
sin madrugada
llueven las sombras.
Se derrumban
los reinos del amor
y vuelan las mariposas blancas
como flores silvestres.
Tras la nube más negra
se concentran los vientos
noticiosos, sedientos, llueve.
Desfilan los recuerdos;
historias de pasión con incendios,
temblores o viva muerte.
Mágicas visiones en el aire
ruedan a la tiniebla, llueve.
En esta embarcación sin madrugada
no hay recobro posible;
cerrado el horizonte, llueve.

 

 

GERMÁN ESPINOSA

 

  

Eneastrofa

  

Hay algo que yo perdí
y el perderlo me perdió.
Por perderlo, nunca fui
eso que pude ser yo.
Lo que perdí se esfumó
tan presto, que no lo vi.
Y así me perdió y así
ni sé ya lo que soy yo
ni qué fue lo que perdí.

 

 

PEDRO GEOFFROY RIVAS

 

  

Vida, pasión y muerte del antihombre

 

 

I

Nacencia en el paisaje igual a siempre y olvidado siempre,
incierto, de cenizas amarillas y dulces,
idéntico a sí mismo desde hace quién sabe cuántos vagos y ardorosos milenios,
ecuación desmedida en el preciso instante en que el grito y la sangre se confunden,
allá,
cuando mi madre era más bella entonces
que todos los huertos frutecidos en el sueño con hambre de los hombres.

Milagrosamente,
mi corazón de nube desató sus silencios
y mis ojos con nidos donde van y vienen mariposas y velas
estremecieron la luz al deshojar la planta sin nombre de un recuerdo.
Entonces fue,
en lo más hondo de mi tierra,
entre limos de angustia, despiadados torrentes y lejanos misterios
en vuelcos trascendentes desahogando ríos,
la renuncia fatal,
la escisión fragorosa que se quedó entre los dos como un secreto,
el desgarramiento aquel, único lazo ya que nos unía,
como si alguien arrancase un sueño de repente
y el socavón oscuro quedara empapelado de tristeza.

Con un afán de árboles,
ella desenterró sus muertos para esta mi vida en que culminan diez millones de vidas,
crucificó su nombre en el corte de todos los caminos para mi anhelo alzado y sin fronteras
y nutrió mis raíces en el hueco de una vieja nostalgia de ojos madrugados.

Y fui yo solo entonces a taladrar mi brecha,
prolongando un dolor que me llegaba nadie sabe de dónde,
a llenar mi destino de ser apenas un jabón en el sueño,
a pulir mi diamante, a descubrir mi pozo,
a levantar muy alto unas cuantas banderas de alegría.

 

 

II

Un niño triste a veces se me asoma a los ojos,
pálido niño, pálido de silencio y de anhelo.
A veces también lloro por mi frustrada ancianidad,
grito sobre mi muerte lejana y prematura,
sumergido en angustia,
como quien hunde la cabeza en una almohada
para que nadie vea sus latentes racimos de tristeza.

Mi corazón de túnel abierto a la esperanza
se anegó de preguntas al descubrir el mundo.

Flor de monstruosos pétalos que sabían a sombra,
fue deshojando el lento conocer de las cosas.

Mía fue la sangrienta martingala
de pasión despeñada y sin sosiego.
Míos fueron los álgidos delirios de flechas desatadas,
de torrente sin rumbo, de soledad sin alas.
Míos fueron los surcos del hambre sin semillas.
Mía la herida cruenta.
Mío el sonido ciego.

(Como de lentos nudos desatándose,
como de negros faros viejas luces
Que despiertan así, de noche, sin motivo,
Para espantar fantasmas de velas en el sueño,
Como de antiguas tumbas respiración sin sombra,
Como coronas, grillos, o como rejas duras
De cárceles de donde nunca debe salir lo que penetra,
Como helados museos de momias y de trajes sin cuerpos,
Como sueño sin sueños,
Como muerte).

Ah, la respuesta entonces de verdades inciertas.
Ah, la escueta y tremenda negación de la vida.
La mentira a la altura de la sed y la fiebre
Y la atónita espera desangrándose en versos
Y el inquirir sin término y el preguntar por nada.

 

 

III

Venían, iban barcos.
De ti, hacia mí. De mí hacia ti.
Iban, venían barcos de ojos y semillas.
Venían, iban barcos sonámbulos, desesperados barcos.
Iban, venían barcos y se iban sobre mares de olvido sin mañana.

Ah, corazón en llamas, desplazado, destruido,
expresando a voz alterna de ansia y alegría,
flor abierta y sangrando su respuesta sin el claro motivo de una sola pregunta,
como tú llegaste contra todas las lógicas del mundo
y ya no podrás irte aunque lo quieras.

Abierta herida abierta en el costado,
voz de antiguos metales con cantar de siempre,
luz transida en mi noche,
desesperado llanto,
sombra mía de sombras que nunca me abandonas,
lenta espiral rodeándome la vida,
persiguiéndome siempre,
perseguida,
dulce nudo,
milagro.

Era en mí, era en mí, era en nosotros como una llama viva,
estaba, estuvo siempre, y tú no lo sabías y yo no lo sabía
y nosotros que nunca los supimos.

Ah, compañera, compañera mía, dueña del mundo, esclava.
Ah, silenciosa mía silenciosa.
En rubias olas altas desatada,
en lóbregas tinieblas la más honda, la más negra, la más desatendida.
Agua sabia de ignorados manantiales,
claro sol de inexistente cielo,
madrugada de amor,
chorro de sangre nueva para mi corazón desamparado.

Tú y yo concretamos el tiempo y la distancia,
limitamos la vida como entre dos paréntesis
y ordenamos el mundo con una geografía inusitada.

 

 

IV

De légamos profundos, inconforme,
levantándose absurda, desmedida,
monstruosa de protestas,
agria voz que me agobia,
que me empuja,
que me alza y me sumerge.
Ronca voz que desconoce las palabras,
ancho grito sin fondo,
hosco alarido
descubriéndome entrañas ignoradas,
estrujándome perdidos corazones,
ahogándose gargantas imprecisas.

Ola de agua sin cauce,
inopinada,
violento viento ardiente sin fronteras,
oscurecida voz mía y ajena
resonando en oídos que siempre la esperaron,
envolviendo la sangre en venas nuevas,
encendiendo otros ojos
desatando otra lengua.

Enmohecidos brazos la enarbolan,
puños que antes colgaban,
ruda testuz erguida
negándole al yugo y al inútil arado.

¿De dónde vino a mí?
¿De dónde fue en nosotros?
¿Quién arrojó semillas a los surcos hambrientos?
¿Desde cuándo eran nuestras las estrellas?

De aquí. De allá. Ellos. Nosotros. Desde siempre.

Para qué preguntar.

Lento buzo de fuente humilde y mínima
trajo palabra antípoda para la voz alzada,
desbordada respuesta, ancha, sin tregua,
palpitando en las vértebras mismas de las interrogaciones,
médula joven mía, tensa y firme.

Y a los potros del viento fatigaron los ecos.

 

 

V

Vivíamos sobre una base falsa,
cabalgando en el vértice de un asqueroso mundo de mentiras,
trepados en andamios ilusorios,
fabricando castillos en el aire,
inflamando vanas pompas de jabón,
desarticulando sueños.

Y mientras,
otros amasaban con sangre nuestro pan,
otros tendían con manos dolorosas nuestro lecho engreído
y sudaban para nosotros la leche que sus hijos no tuvieron nunca.

Ah, mi vida de antes sin mayor objeto
que cantar, cantar, cantar,
como cualquier canario de solterona beata.
Ah, mis veinticinco años tirados a la calle.
Veinticinco años podridos que a nadie le sirvieron de nada.

Pobrecito poeta que era yo, burgués y bueno.
Espermatozoide de abogado con clientela.
Oruga de terrateniente con grandes cafetales y millares de esclavos.
Embrión de gran señor, violador de mengalas y de morenas siervas campesinas.

Y me he muerto en la flor de los años y a media carcajada de la vida,
cuando era una promesa para varias familias
y una clara esperanza para dos o tres patrias.
(¿Cuántas niñas cloróticas lloraron sobre esta mi muerte sin sentido?)
(¿Cuántos borrachos repitieron entre hipos mis inútiles versos?)
(¿Cuántos curas rezaron por el descanso eterno del alma que no tuve?)

Y descendí también a los infiernos.

He visto al hombre desnudo y tembloroso
purificarse en llamas de miseria.
He visto al hombre en toda su terrible verdad,
en su espantosa y sublime verdad,
revolcarse en los lodos de las más cruentas y salvadoras objeciones,
empinarse en los inicuos pedestales de las más íntimas y dolorosas bajezas
y surgir transparente de los fuegos de su propia recriminación.

Y también me levanté de entre los muertos.

Violento, desatado,
como un huracán recién parido,
colgado de mi angustia,
despeñado en mis ímpetus,
con los ojos cuajados de asombro y la palabra apenas murmurada
dejando todavía acre sabor de sangre entre los labios,
cargado con el enorme peso de la respuesta única,
ardido en los crisoles de hondos regocijos,
resurrecto en la alegría fecunda y madrugada
que puso en mi cariño dos radiosas auroras proletarias.

Y el camino fue ancho y la luz fue más viva.

1936

 

FRANCISCO ANTONIO GAMBOA

 

 

En secreto

  

Voy a leer con dulce arrobamiento
lo que su mano trémula
ha confiado a ese libro en que ha vertido
sus íntimas, preciosas confidencias.
He visto allí mi nombre;
he visto el nombre de ella,
y he adivinado ya muchos idilios
al ver junto a esos nombres ciertas fechas.

Y siento en cada página el perfume
que en todo lo que toca siempre deja;
y siento en cada hoja
el terciopelo de su mano inquieta.
Allí están los renglones:
la huella misteriosa y duradera
que, al pasar, han dejado
el corazón y el pensamiento de ella.

¡Cuántas veces, tal vez -en esas horas
en que la virgen candorosa sueña;
cuando se duerme el sol, y los luceros
enamoran, brillando, a las estrellas-,
la que escribió estas páginas hermosas
habrá puesto su lánguida cabeza
sobre este libro, que dichoso guarda
sus emociones hondas y secretas!

¡Tal vez se borrarán muchas palabras;
tal vez, frases enteras…
cuando llanto de gozo
sobre este libro vierta,
y deposite, loco de entusiasmo,
un beso en cada letra!

 

 

RIGOBERTO GÓNGORA

 



Testigo es el agua

  

Testigo es el agua
de que me gustan las frutas
después del baño,
después de abrasar las espumas de su fuente,
después de oír la risa de los muertos
que reclaman la siesta
en el florido descanso de los árboles.

Orino en el bosque cuando lloran las piedras.

Testigo es el agua
de que ustedes son los infieles
los buscadores de juventud
a los que les gusta jugar sucio
―culebras, autonombrados genios―.

En fin, los dejo.
No sé nada de intrigas.
Nos vemos. Chao. Nos vemos.

 

domingo, 7 de diciembre de 2025


 

CLAUDIA MARÍA JOVEL

 

 

Locos por siempre

 

 

Somos ahora
los más grandes locos del mundo,
aferrados a la esperanza
que los otros
ni siquiera pueden ver.

Somos los
—sí—
herederos de la locura
más bella que existe,
y que con orgullo recibimos
para repartirla siempre.

 

 

LILIBETH RIVAS

 


Cuenco

 

 

Entrar en el cuenco de mi mano,
dejar que apriete una milésima
de lo que vos apretaste.

Prometo no soltarte.
Prometo no arrugarte mucho la piel.
A cambio, te prometo las arrugas de mi cara,
el viaje en mi pequeño océano lunar.