sábado, 31 de mayo de 2025


 

NOVALIS

 


 

Conócete a ti mismo

 

 

Una cosa sólo ha buscado al hombre en todo tiempo,
y lo ha hecho en todas partes, en las cimas y en las simas
del mundo.
Bajo nombres distintos –en vano– se ocultaba siempre,
y siempre, aun creyéndola cerca, se le iba de las manos.
Hubo hace tiempo un hombre que en amables mitos
infantiles
reveló a sus hijos las llaves y el camino de un castillo
escondido.
Pocos lograban conocer la sencilla clave del enigma,
pero esos pocos se convertían entonces en maestros
del destino.
Discurrió largo tiempo –el error nos aguzó el ingenio–
y el mito dejó ya de ocultarnos la verdad.
Feliz quien se ha hecho sabio y ha dejado su obsesión
por el mundo,
quien por sí mismo anhela la piedra de la sabiduría
eterna.
El hombre razonable se convierte entonces en discípulo
auténtico,
todo lo transforma en vida y en oro, no necesita ya los
elixires.
Bulle dentro de él el sagrado alambique, está el rey en él,
y también Delfos, y al final comprende lo que significa
conócete a ti mismo.

 

DIEGO DE TORRES VILLARROEL

 

 

 

Vida bribona

 

 

En una cuna pobre fui metido,
entre bayetas burdas mal fajado,
donde salí robusto y bien templado,
y el rústico pelejo muy curtido.

A la naturaleza le he debido
más que el señor, el rico y potentado,
pues le hizo sin sosiego delicado,
ya mí con desahogo bien fornido.

Él se cubre de seda, que no abre,
yo resisto con lana a la inclemencia;
él por comer se asusta y se fatiga,

Yo soy feliz, si halago a mi conciencia,
pues lleno a todas horas la barriga,
fiado de que hay Dios y providencia.

 

PABLO VERLAINE

 

 

 

Pensionistas

 

 

Una tenía quince años, la otra dieciséis
Y ambas dormían en la misma pequeña habitación
Esto sucedió una sofocante noche de septiembre
¡Quebrantables asuntos! Ojiazules y con mejillas de marfil

Para refrescar sus delicados cuerpos, se despojaron
De las exquisitas camisas perfumadas de ámbar
La más joven levantó sus manos inclinándose hacia atrás
Y su amiga, con sus manos en sus pechos, la besó.

Entonces bajó a sus rodillas y, en un arrebato
Pegó a la pierna de la otra su mejilla, y su boca
Acarició el dorado oro entre las grises sombras.

Y durante todo ese tiempo la más joven contaba
Con sus queridos dedos los prometidos valses
Y sonrojándose, inocentemente sonreía.

 

 

FRANÇOIS VILLON

 

  


Balada de las damas de antaño

 

 

Decidme en qué comarca, decideme en dónde
encontrar a Flora, la beldad romana;
dónde Archipiada de la luz se esconde
y Thaís que fuera la primera hermana;
Eco condenada a repetir, lejana,
el cantar del agua, del monte el ruido,
que tan bella fue cuando lo quiso el hado;
mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?

Decid dónde está Heloísa, la tan juiciosa,
por quien fue castrado y enclaustrado luego
Abelardo el Sabio en Saint-Denis famosa:
pagó con tal pena su imprudente fuego.
¿Dónde está aquella reina, además agregado,
quien a Buridán, que la hubo poseído,
quiso que arrojaran al Sena embolsado?
Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?

La reina Blanca como flor de lis
que con falsa voz de sirena cantaba,
Berta la del gran pie, Beatriz, Alís,
Haremburgis que en todo el Maine reinaba,
y la lorenesa Juana, buena y brava,
que en Rouen quemara el Inglés forajido,
Virgen soberana ¿dónde se han guardado?
Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?

No buscaréis, Príncipe, año ni semana
un sitio oculto al que hayan escapado
sin que mi estribillo cante en vuestro oído:
“Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?”

 

 

OSCAR WILDE

 

 

 

¡Hola!

 

 

Con cada pasión a la deriva hasta que mi alma
sea un laúd en cuyas cuerdas todos los vientos tañen.
¿Para esto renunciaré
a mi sabiduría antigua ya mi austero control?
Mi vida es un palimpsesto
garabateado en alguna vacación de muchacho
con canciones ociosas para flauta y rondó
que solamente ocultan el secreto del todo.
Por cierto que hubo un tiempo cuando osé pisar
las alturas soleadas y de las disonancias de la vida
logré claros acordes para llegar al oído de Dios.
¿Está muerto ese tiempo? Mirad, con mi pequeña vara
apenas toqué la miel del romance,
¿y debo yo perder la herencia de un alma?.

 

 

ODYSSÉAS ELÝTIS

 

 


Clima de la ausencia

 

 

I
Todas las nubes a la tierra se confesaron
Tomó su puesto una pena mía

Y entre mis cabellos cuando se puso melancólica
La mano impenitente

Quedé atado en un nudo de tristeza.

 

 

II
La hora se olvidó atardeciendo
Sin recuerdos
Con su silente árbol
Hacia el mar
Se olvidó atardeciendo
Sin un aleteo
Con su vista inmóvil
Hacia el mar
Atardeciendo
Sin amor
Con su boca inflexible
Hacia el mar

Y yo – en la Serenidad que he hechizado.

 

 

III
La tarde
Y su aislamiento imperial
Y el cariño de sus vientos
Y su temerario destello
Nada que no venga Nada
Que no se marche

Todos los frentes desnudos

Y por sentimiento un cristal.

 

 

viernes, 30 de mayo de 2025


 

NOVALIS

 

 

 

Consuelo del universo – ¿dónde te ocultas?

 


Consuelo del universo – ¿dónde te ocultas?
Ya está encargada hace tiempo – tu habitación,
Anhelan todos bien pronto ya verte
Y abren el pecho ya a tu bendición.

Arrójale de ti, Padre – violentamente;
Que de tu brazo al mundo – venga a caer.
Largos siglos su amor y su inocencia
Lejos del mundo hiciéronle esconder.

Despréndase de los tuyos – a nuestros brazos,
Que de tu aliento divino – cálido esté;
Mandale dentro de grávidas nubes
y al fin nuestro suelo huelle su pie.

Mándale en frescos raudales – al mundo estéril
Fulmínale cual un fuego – deslumbrador;
Aire y perfume, música y rocío,
Embébase la tierra de su amor.

Así serás dirimida – ¡oh, santa lucha!
Así serás aplacada – ¡rabia infernal!
Y siempre en flor nos sonreirá de nuevo
El antiguo paraíso terrestre.

Ya la tierra se remoza – ya reverdece;
Llena a todos del Espíritu – el sacro ardor
De gozo henchido dispones el pecho
A acoger amoroso al Salvador.

Ya se retira el invierno; – un nuevo año
Hoy se llega del pesebre – cabe al altar:
El primer año es que el mundo mismo
El Niño se ha atrevido a reclamar.

Al Salvador que se acerca – ya ven los ojos,
Esos ojos ya tan llenos del Salvador
Entre las flores que ciñen su frente
Miran los suyos con sin par dulzor.

El es el sol y la estrella – para nosotros;
Es él de la vida eterna – fuente gentil,
En la mar, en la luz, plantas y piedras
Brilla y sonríe su faz infantil.

En parte y en cosa alguna – jamás descansa
Su amor inconmensurable – su obra de paz
A todo pecho, sin que éste lo advierta,
El se pliega y adhiérese tenaz.

Todo un Dios para nosotros – para sí un niño,
Ámanos con la más tierna solicitud;
Nuestro alimento es él, nuestra bebida;
Fieles hemos de serle en gratitud.

La humana miseria crece – de día en día;
Un clamor alza el hombre – en su estrechez:
Oh, Padre, deja partir al Amado
Y entre nosotros veámosle otra vez.

 

DIEGO DE TORRES VILLARROEL

 

  

 

Pago que da el mundo a los poetas

 


Dícese de Quevedo que fue claro
y que en algunas coplas está obsceno;
Góngora puede ser que fuese bueno,
pero ya sus comentarios le hacen raro.

El Calderón, que nos lo venden caro,
sólo de lo amatorio fue muy lleno
y nos dejó en la cómia un veneno
que nos hemos bebido sin reparar.

La idea de Juan Pérez fue abatida,
de Solís intrincada, ¡infeliz suerte!
¡Ay, ciencia pobre! ¡Facultad perdida!

¡Mundo borracho, que al varón más fuerte
después de ajarlo, miserable, en vida,
predicas estas honras en su muerte!

 

PABLO VERLAINE

 

 


 

Mujer y gata

 


La sorprendí jugando con su gata,
y contemplar me provocó maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
de la tarde a la luz que apenas brilla.

¡Como supo esconder la mojigata,
del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!

Melindrosa a la par por su compañera
ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,

un sonoro reír cruzó el ambiente
del salón… y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!

 

 

FRANÇOIS VILLON

 

 

 

Balada de las mujeres de París

 


Tienen las boquitas finas
florentinas, venecianas,
bien pueden ser celestinas,
sobre todo las ancianas;
frente a lombardas, romanas,
genovesas -lo advertís-,
piamontesas, saboyanas,
el buen pico es de París.
De buen hablar tienen fama,
dicen, las napolitanas,
cacarear las inflamas,
alemanas y prusianas;
sean griegas, egipcianas,
de Hungría o de otro país,
españolas, catalanas,
el buen pico es de París.
Bretonas, suizas, quien cuente,
ni gasconas, tolosanas:
dos pescadoras del puente
las callan. Ni lusitanas,
inglesas y calesianas,
(¿cité muchas?, ¿qué decís?)
o picardas, valencianas,
el buen pico es de París.

Envío

Príncipe, papá a las parisinas
el premio del bien decir;
no obstante las italianas,
el buen pico es de París.

Cuarteta

Yo soy François, lo que me pesa,
nací en París, junto a Pontesa,
y de la cuerda de una toesa
sabrá mi cuello lo que mi culo pesa.

 

Nota: Poema escrito en prisión, cuando Villón fue condenado a la horca.

 

OSCAR WILDE

 

  

 

Impresión de viaje

 


Era un mar de zafiro y el cielo
ardía en el aire como ópalo candente;
izamos nuestra vela; soplaba bien el viento
hacia tierras azules situadas en el Este.
Desde mi proa alta divisé a Zakynthos:
cada bosque de olivos, cada cala,
las escarpas de Ithaca, el blanco pico de Lycaon,
y flores esparcidas en colinas de Arcadia.
El batir de la vela contra el mástil,
el rumor de las olas contra el casco,
rumor de risas jóvenes en la popa,
todo lo que se oía, al comenzar a arder el Oeste.
Y un rojo sol cabalgó por los yeguas.
Pisaba, al fin, el suelo griego.

 

 

ODYSSÉAS ELÝTIS

 

 

 

Del Egeo

 


I
El amor
El archipiélago
Y la proa de sus espumas
Y las gaviotas de sus sueños
En la vela más alta el marinero hace ondear
Una canción

El amor
Su canción
Y los horizontes de su viaje
Y el eco de su nostalgia
En la roca más mojada la novia espera
Un barco

El amor
Su barco
y la despreocupación por sus vientos etesios
Y el foque de su esperanza
En su más suave oleaje una isla acuna
La llegada.

 

 

II
Juguetes las aguas
En los sombríos vados
Anuncian con sus besos el alba
Que despunta
Horizonte –

Y las palomas torcaces un eco
Hacen resonar en su cueva
Despertar azul en la fuente
Del día
Sol-

Da el mistral la vela
Al mar
Las caricias de los cabellos
A la indolencia de su sueño
Relente –

Una ola en la luz
Hace renacer los ojos
Donde la Vida boga hacia
La contemplación
Vida-

 

 

III
Murmullo beso en su arena acariciada – Amor
Su libertad azul la gaviota
Entrega al horizonte
Olas vienen y van
Espumosa respuesta en los oídos de las caracolas
¿Quién se llevó a la muchacha rubia y quemada por el sol?
La brisa con su soplo transparente
Inclina la vela del sueño
A lo lejos
Amor su promesa murmura – Bisbiseos.

 

 

 

jueves, 29 de mayo de 2025


 

NOVALIS

 

 

 

Cuando cifras y figuras

 

 

Cuando cifras y figuras dejen de ser
las claves de toda criatura,
cuando aquellos que al cantar o besarse
sepan más que los sabios más profundos,
cuando vuelva al mundo la libertad de nuevo,
vuelva el mundo a ser mundo otra vez,
cuando al fin las luces y las sombras se fundan
y juntas se conviertan en claridad perfecta,
cuando en versos y en cuentos
sean los verdaderos relatos del mundo,
entonces una sola palabra secreta
desterrará las discordancias de la tierra entera.

 

DIEGO DE TORRES VILLARROEL

 

 

 

La casa de un Grande

 


Un Rodrigón que siempre está en pelea
con la de pajes lamerona junta
un pobre mayordomo que se unta
y un contador maldito que lardea

Una señora a quien el ocio asea
y otras que siempre están de blanco en punta
una dueña arrugada y cejijunta
que rellena de chismes la asamblea

Un conjurador que riñe roba y miente
un cocinero de esta misma masa
gran chusma de libreas insolente

Envidia mucha adulación sin tasa
y el gran señor que sirve solamente
de testigo del vicio de su casa.

 

PABLO VERLAINE

 

 

 

Mi sueño

 


Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante
de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas siguen de mi existencia errante.

Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.

¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellos que adorando murieron.

Como el de las estatuas es su mirada de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron…

 

 

 

 

FRANÇOIS VILLON

   


Balada de los ahorcados

 


Hermanos humanos, que viven después de nosotros,
no tengan contra nosotros corazones endurecidos,
pues, teniendo piedad de nuestros pobres almas,
Dios la tendrá antes de ustedes.
Aquí nos ven atados, cinco o seis:
en cuanto a la carne, que hemos alimentado en demasía,
hace tiempo que está podrida y devorada
y los huesos, nosotros, ceniza y polvo nos volvemos.
De nuestros machos no se burle a nadie;
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.

Si hermanos nos llamamos, en nuestro clamor sin desdén
nos traten, aunque hayamos sido muertos
por Justicia. Pues deben entender
que no todos los hombres pueden ser sensatos;
perdónennos ahora, ya que hemos partido
hacia el hijo de la Virgen María;
que su gracia no nos sea negada
y pueda preservarnos del rayo infernal.
Muertos estamos, que nadie nos moleste:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.

La lluvia nos ha limpiado y lavado,
y el sol desecado y ennegrecido;
urracas, cuervos, nos han cavado los ojos
y arrancado la barba y nuestras cejas.
Nunca jamás, ni un instante, pudimos sentarnos:
luego aquí, allá luego, como varía el viento,
a su placer sin cesar nos acarrea,
siendo más picoteados por los pájaros que dedales de coser.
De nuestra cofradía nadie sea:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.

Príncipe Jesús, que sobre todo reinas,
guarda que el Infierno no tenga sobre nosotros dominio:
nada tenemos que hacer con él ni que pagarle.
Hombres, en esto no hay ninguna burla:
pero rueguen que a todos Dios nos quiera absolver.

 

 

 

OSCAR WILDE

 

  

 

Impresión: Le Réveillon

 


El cielo está manchado con espasmos de rojo,
huyen las brumas envolventes y las sombras;
el alba se levanta desde el mar
como una blanca dama de su lecho.

Y caen flechas melladas, insolentes
a través de las plumas de la noche,
y una ola larga de luz gualda
rompe en silencio sobre torre y casa,

y extendiéndose amplia sobre el campo inculto
un batir de alas que despiertan al vuelo,
castaños que se agitan en la copa
y ramas con estrías de oro.

 

ODYSSÉAS ELÝTIS

 

  

 

Dichosa Donna 

A la estrella de A.

 


¡Toma un polen de destello de queja
Un lugar que resplandezca en el infinito
Más arriba de la más alta esperanza tuya
Dichosa Donna! Y desde la punta del mundo de los rayos de sol
Rodó la esmeralda derretida
Olas para el céfiro de la música del austro

Olas para el céfiro de la música que toma
La virginidad de la noche lejos
Con viajes en inmensas cuevas
Con muchachas que aman los abrazos de los lirios
Y cantan la melodía de la hondura del cielo
Y sienten nostalgia de la santificación de la soledad del éter

¡Toma un lugar que relumbre en el infinito
Una muchacha de azul ojo inconmensurable
Con estambres de deseo en tu porte
Dichosa Donna! Y de un corazón consubstancial
Pasó para que veas de los años el fondo
Desparramado por los guijarros de la bonanza.

 

 

 

miércoles, 28 de mayo de 2025


 

YEVGUENI YEVTUSHENKO

  

 

Acercándome una vez a la búsqueda de lo eterno…

 


Acercándome una vez a la búsqueda de lo eterno
una noche en que mi alma era oscura y confusa
susurré el único rezo que sabía:
“Oh Dios, ten compasión de mí, arrúllame por favor”.

Y Dios nos perdona y nos arrulla
sin embargo un poco desamparado se encoge de hombros
de tanta misericordia que él ha otorgado
a la inmensa ingratitud del ser humano.

Es claro que sus propias criaturas asustan a Dios.
Le pongan cualquier nombre que deseen
Jehová, Buda, Alá.
Él es sólo uno y está muy cansado de ser Dios.

Si él pudiera hacerse inmaterial
o estrecharse hasta el tamaño de un ídolo de bolsillo
él tranquilamente se arrancaría y se escondería
en un lugar aislado para no saber de nuestras bocas babeantes.

Pero esconderse no tiene sentido para él
ni menos ser sumiso como un esclavo africano.
Dios siempre necesita creer en Dios
pero en el mundo no hay dioses para Dios.

Y cuando descuidemos nuestras propias obligaciones,
volviendo otra vez a molestarlo con pequeñas
y podridas peticiones ¿a quién entonces él dirigirá su propio rezo:
“Oh Dios, ten compasión de mí, arrúllame por favor”?

 

YEVGUENI YEVTUSHENKO, TAMBIÉN EVGENI EVTUSHENKO O YEVGENY EVTUCHENKO

 

 

OSCAR WILDE

 

 

 

A mi mujer

 


No puedo escribir majestuoso proemio
como preludio a mi canción,
de poeta a poema,
me atrevería a decir.

Pues si de estos pétalos caídos
uno te pareciera bello,
irá el amor por el aire
hasta detenerse en tu cabello.

Y cuando el viento e invierno aguantezcan
toda la tierra sin amor,
dirá un susurro algo del jardín
y tú lo entenderás.

 

PABLO VERLAINE

 

  

 

Las conchas

 


Cada concha incrustada

En la gruta donde nos amamos,
Tiene su particularidad.

Una tiene la púrpura de nuestras almas,
Hurtada a la sangre de nuestros corazones,
Cuando yo ardo y tú te inflamas;

Esa otra simula tus languideces
Y tu palidez cuando, cansada,
Me reprochas mis ojos burlones;

Esa de ahí imita la gracia
De tu oreja, y aquella otra
Tu rosada nuca, corta y gruesa;

Pero una, entre todas, es la que me turba.

 

FRANÇOIS VILLON

 


 

Balada de la Bella Armera a las jóvenes cortesanas


 

Pensad pues, tú, bella Guantera
que mi alumna solías ser
y tú, Blanca la Zapatera,
que a vivir debéis aprender.
Tomad a izquierda ya derecha
-hombre que pase, Dios lo puso-
que a la vieja se la desecha
como moneda fuera de uso.

Y tú, bellísima Fiambrera
que danzando quitas el sueño,
y Guillerma la Tapicera:
¡los caprichos hechos del dueño!
Pronto este tiempo se irá lejos,
feas seréis como un lechuzo,
no serviréis ni a curas viejos,
como moneda fuera de uso.

Tu, Juanita la Sombrarera:
que ningún amor te detenga;
tú, Catalina la Bolsera:
no desprecies a aquel que venga;
pues aunque yo, por recordarme,
les sonrío a veces y azuzo
sé que nadie vendrá a tomarme,
como moneda fuera de uso.

Sabed, muchachas, que si estallo
en tan triste llanto y profuso
es que me requieren no hallo,
como moneda fuera de uso.

 

PAUL VALÉRY

 

 

 

El bosque amigo

 


En las sendas pensamos cosas puras,
uno al lado del otro, fugitivos,
cogidos de la mano, y pensativos
en medio de las flores más oscuras.

Íbamos solos, como enamorados,
entre la verde noche del sendero,
compartiendo el fugaz fruto hechicero
del astro que aman los enajenados.

Después, muy lejos, en la sombra densa
de aquel íntimo bosque rumoroso,
morimos -¡solos!- sobre el césped blando.

Y arriba, en medio de la luz inmensa,
¡oh, amigo del silencio más hermoso,
nos encontramos otra vez, llorando!

 

FADWA TUQAN

 

  

 

Cómo nace la canción

 


Cogemos las canciones
de tu cansado y derretido corazón,
y bajo el denso mar de las tinieblas,
con amorosa luz,
holocaustos e inciensos, las amasamos.
Insuflamos en ellas la fuerza del pedernal y de la roca,
y luego las tornamos a tu límpido y puro corazón,
¡oh, pueblo combatiente y paciente!

 

martes, 27 de mayo de 2025


 

YEVGUENI YEVTUSHENKO

 


  

Adiós, Bandera Roja, nuestra

 

 

Adiós, Bandera Roja nuestra.
Descendiste del techo del Kremlin
no tan orgullosa
ni tan diestramente
como hace muchos años te izaste
sobre el destrozado Reichstag,
humeante como la última bocanada de Hitler.

Adiós, Bandera Roja nuestra.
Fuiste nuestro hermano y nuestro enemigo.
Fuiste la camarada del soldado en las trincheras,
fuiste la esperanza de la Europa cautiva.
Pero, como una cortina roja, tras de ti ocultabas al gulag
repleto de cadáveres helados.
¿Por qué lo hiciste,
Bandera Roja nuestra?

Adiós, Bandera Roja nuestra.
Acuéstate.
Reposa.
Recordaremos a todas las víctimas
engañadas por tu dulce susurro rojo
que sedujo a millones a seguirte como corderos
camino al matadero.
Pero te recordaremos
porque no fuiste tú menos engañada.

Adiós, Bandera Roja nuestra.
¿Acaso fuiste sólo un trapo romántico?
Estás ensangrentada
y con nuestra sangre te arrancamos
de nuestras almas.
Por eso no podemos arrancarnos
las lágrimas de los ojos enrojecidos,
porque tú ferozmente
golpeaste nuestras pupilas
con tus pesadas borlas doradas.

Adiós, Bandera Roja nuestra.
Obtusamente dimos
nuestro primer paso a la libertad
sobre tu seda herida
y sobre nosotros mismos
divididos por el odio y la envidia.
¡Eh, muchedumbre,
no pisoteen de nuevo en el fango
los ya quebrados lentes del doctor Zhivago!

Adiós, Bandera Roja nuestra.
Abre con fuerza el puño
que te aprisionó.
Trata de ondear algo rojo sobre la guerra civil
cuando los canales intentan arrebatar
de nuevo tu pabellón,
o sólo los desahuciados
formen fila en busca de esperanza.

Adiós, Bandera Roja nuestra.
Te despliegas hacia nuestros sueños.
Ya no eres más
que una escuálida franja roja
en nuestra bandera rusa tricolor
En las inocentes manos de la blancura
en las inocentes manos del azul,
quizás aun tu color rojo
pueda ser lavado de la sangre que se ha vertido.

Adiós, Bandera Roja nuestra.
Cuida nuestra nueva tricolor.
Cuidado con los tahúres de banderas
que quieren estrujarte entre sus dedos grasientos.
Pudiera ser que a ti también te
deparen igual sentencia
que a tu hermana roja: ¿
ser asesinada por nuestras propias balas
que devoran tu seda como polillas de plomo?
Adiós, Bandera Roja nuestra.
En nuestra ingenua infancia
mas al Ejército Rojo y al Ejército Blanco
Nacimos en un país que ya no existe.

Pero en aquella Atlántida estuvimos vivos y fuimos amados.
Tú, Bandera Roja nuestra, yaces en el charco de un mercado.
Prostituidos mercaderes te venden por divisas
Dólares, francos, yenes.
Yo no tomé el Palacio de Invierno del zar.
Ni asalté el Reichstag de Hitler.
Ni soy lo que llamarías un comunista.
Pero te acaricio, Bandera Roja, y lloro.

 

 

YEVGUENI YEVTUSHENKO, TAMBIÉN EVGENI EVTUSHENKO O YEVGENY EVTUCHENKO

 

 

OSCAR WILDE

 

 

 

En el salón dorado: una armonía

 


Sus manos de marfil en el teclado
extraviadas en pasmo de fantasía;
así los álamos agitan sus plateadas hojas
lánguidas y pálidas.
Como la espuma a la deriva en el mar inquieto
cuando muestran las olas los dientes a la brisa.

Cayó un muro de oro: su pelo dorado.
Delicado tul cuya maraña se hila
en el disco bruñido de las maravillas.
Girasol que se vuelve para encontrar el sol
cuando pasaron las sombras de la noche negra
y la lanza del lirio está aureolada.

Y sus dulces labios rojos en estos labios míos
ardieron como fuego de rubíes engarzados
en el móvil candil de la capilla grana
o en sangrantes heridas de granadas,
o en el corazón del loto anegado
en la sangre vertida del vino rojo.

 

 

 

PABLO VERLAINE

 

  

 

Id pues, vagabundos, sin tregua

 

 

Id pues, vagabundos, sin tregua,
Errad, funestos y malditos
A lo largo de los abismos y las playas
Bajo el ojo cerrado de los paraísos.

(…)

Y nosotros, a los que la derrota nos ha hecho sobrevivir,
Los pies magullados, los ojos turbios, la cabeza pesada,
Sangrantes, flojos, deshonrados, cansados,
Vamos, penosamente ahogando un lamento sordo.

 

 

FRANÇOIS VILLON

 

  

 

Balada a su dama

 


Falsa beldad que me costáis tan caro,
Ruda en verdad, hipócrita dulzura,
Amor muy duro de roer y avaro,
Nombraros puedo, muerte ya es segura,
Cobarde flor que pincha con delicia,
Orgullo loco que se afirma ahorcando
Y ojos helados. ¿No podrá Justicia
a un pobre socorrer que están matando?

Mejor que yo buscara hubiera sido
Algún jardín de amor en otro lado,
Rival no hubiera esa mujer tenido;
Tengo que huir ahora, y humillado.
¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Que me ayude alguna!
Si hay que morir, he de morir peleando.
Quiera Piedad, que me faltó en la cuna,
un pobre socorrer que están matando.

Ya vendrá el día en que se encuentre seca,
mustia y ajada vuestra flor fragante.
Y aunque mi risa ahí parezca mueca,
mi risa en la vejez será triunfante.
Viejo seré, vos fea y con arrugas.
¡Bebed ahora que el arroyo es blando!
Ya se helará, y no pueden las verrugas
a un pobre socorrer que están matando.

Príncipe del Amor, excelso amante,
a quien no quiero andar importunando:
sabe que debe un buen señor, no obstante,
a un pobre socorrer que están matando.

 

PAUL VALÉRY

 

  

 

¡Azul! Soy yo. Regreso de lúgubres canteras

 


¡Azul! Soy yo. Regreso de lúgubres canteras
a ver el mar lanzando sus escalas sonoras,
y al filo de los remos de oro, en las auroras,
zarpando de su rada nocturna las galeras.

Mis manos solitarias invocan los monarcas
-yo hundía entre su barba de sal mis dedos puros-.
Llorando he visto, al eco de sus himnos oscuros,
huir los golfos ante la popa de sus barcas.

Oigo las caracolas honda, los helicones
marciales en las rítmicas alas de los timones;
claros cantos remeros encadenan rugidos.

Y en las heroicas proas, los dioses exaltados,
con sus plácidos rostros de la espuma azotados,
me tienden indulgentes sus brazos esculpidos.

 

 

FADWA TUQAN

 

  

 

De pie, en el puente, pido pasar…

 


De pie, en el puente, pido pasar,
¡ay, pido pasar!
Yo asfixio. Mi aliento
roto va en el ardor del mediodía.
Siete horas de espera…
¡Quién le corta las alas, ay, al tiempo!
¡Quién le afloja las piernas al mediodía!
Mi frente es azotada por el estío,
y mi sudor
es sal cayéndome en los párpados.
¡Y millas de ojos, ay,
que cuelgan como espejos doloridos por el ansía caliente,
como signos de espera paciente
sobre la ventanilla de visados!
¡Ay, que pido pasar!
Y resuena la voz de un mercenario
como una bofetada sobre todo:
“¡Árabes!… ¡Jaleo!… ¡Perros!
¡Vuelvan!… ¡No se acerquen al río!
¡Vuélvanse!… ¡Perros!…”
Mientras, cierra una mano la ventanilla;
cierra la senda
ante nosotros.
¡Ay, humanidad mía desangrándose,
corazón goteando mirra,
y sangre cual veneno llameante!
“¡Árabes!… ¡Jaleo!… ¡Perros!”
¡Ay, tribu por vengar!
Hoy poseo la espera solamente.
¡Quién le corta las alas, ay, al tiempo!
¡Quién le afloja las piernas al mediodía!
Mi frente es azotada por el estío,
y mi sudor
es sal cayéndome en los párpados.
¡El verdugo la deja hincada sobre el polvo,
úlcera mía,
ignorada del hermano!
Me he hecho acíbar,
en esta humillación de estar cautivo,
y tengo gusto a muerte.
El odio se me arraiga, terrible,
en lo más hondo.
Mi corazón es roca, azufre
y alfaguara de fuego.
Hay mil “Hindes” debajo de mi piel:
el hambre de mi odio tiene la boca abierta,
y tan solo sus hígados pueden saciar el ansia
que me habita la piel:
¡Odio mío enloquecido que te creces!
Mataron el amor en mis entrañas.
Cambiaron ya la sangre de mis venas
en lava y alquitrán.