domingo, 8 de mayo de 2022


 

VÍCTOR TOLEDO

 


 

Es un canto

 

 

Hay un canto que si dejara salir
Rompería el cristal del universo
Es un canto que guarda todo lo que he querido amar
Y no he podido
Hay un canto que ha amarrado mi verdadera pasión
Tan poderosa que al sol derretiría
Desbordaría los océanos, terminaría el infinito.
Un canto que esconde todo lo que he querido solitariamente
Y que si hubiera tenido su otro igual correspondido
Aquél se hubiera transformado
En un lago, una estrella, otro planeta
Que hoy no existe.
Hay un canto que enlaza las más bellas y hondas canciones en el mundo
Pero que no se agota
Es un canto tan alto
Que hace brotar los hongos en la luna
El hades en el cielo
Y el paraíso en las palmas de tus manos.
Es un canto que es las almas de los muertos renacidos
Es el canto de todos los deseos incumplidos
Es el canto que nos levanta
Cada día para vivir
Y que sabia, humildemente se conforma con callar
Para no afectar el cuerpo que lo carga
Pues sería por todos destrozado como un loco.
Es el canto que cultiva mi jardín
Y hace aparecer sus flores
En otra constelación
Y en la galaxia perlada de tus senos.
Tan hermoso es este canto e inmortal
Que he decidido soltarlo poco a poco
Para que no se muera con mi cuerpo
Al que hace longevo y sin final
Para que cuando yo me vaya salve al mundo
Es un canto que todas las lenguas del orbe
Apenas contendrían
Que expresa todas las teorías que pudieran existir
Y el secreto más profundo de la vida.
Es el canto que he escrito para ti
Y que sólo por ti podría ser contenido y cuidado cuando salga.

 

Nota: Víctor Manuel Contreras Toledo nombre completo del escritor Víctor Toledo

 

JULIA UCEDA

 

  

Cuatro

 

 

Yo te estaré esperando al borde del silencio.

Mis manos, sin espinas, tendrán olor de alba

tendiéndose al ocaso con nostalgia punzante.

Y tú vendrás con la luz en la espalda.

Y amanecerá de modo inverso,

y las rosas del viento caerán desorientadas

en un escorzo tímido de guía equivocado.

Y todo mi silencio florecerá de extrañas

palabras olvidadas,

quedándose mi yo de ahora arrodillado

frente a mi yo de entonces, trascendente

de amanecer y estrella.

Y toda la distancia en la mano de un niño

será un pájaro tibio que se duerme.

Y este tu yo de ahora dirá adiós con la mano

a ese tu yo de entonces, completo como un mundo.

 

De: “Mariposa en cenizas”

 

 

GUSTAVO TATIS GUERRA

 

 

Una mujer entra al palenque

 

 

Dentro de mi pelo duro
como nido de pájaros
guardo estas semillas
de árboles que crecieron
conmigo en los días y las noches
de la esclavitud
de todo lo perdido
es lo único que pude traer
mientras huía de los hombres a caballo
y los perros de presa.

Ahora
sacudiré mi pelo sobre la tierra llovida.
Un bosque ha empezado a crecer dentro de mí.

 

 

ENNIO MOLTEDO

 

 

Velero

 

 

¿Para qué, para quiénes?
No obstante, una vez más,

para olvidarlo;
última ocasión para ver sobre el mar un
pétalo o un insecto sin carga ni destino
-sin razón- que emula a la gaviota y
arranca exclamaciones cuando va sostenido
por el aire, como todo lo exiguo e inútil que
impresiona por el campo en que se mueve
cuando ya es tiempo de tocarlo con el dedo
y que se hunda.

 

 

SONIA DÍAZ CORRALES

 

  

Discurso sobre la pared

 

 

En esta pared solemos escribir todo el silencio
la soledad que nos aparta.
Ahí escribí lo que pensaba
y mi madre lo borró letra a letra
para que nadie supiera que me rondaba la locura.

Esta pared de casa es todos los sitios a la vez
aquí nacemos y morimos
y amamos, a veces.
Y no se engañe nadie
amar es lo primero
aunque lo diga último.
Bueno o malo
aquí el amor siempre reivindica su lugar de preferencia.

Mi abuelo se sentaba sobre esta pared
y decía su discurso inteligible
monótono
sus disculpas a todos nosotros
por el fracaso
por no habernos dejado más patrimonio
más herencia que esta pared
y mi abuela besaba su boca viejísima
arrugada
para hacerlo callar
para que no escucháramos su desvarío
para ocultarnos su demencia.

Si la pared amenaza con caer la apuntalamos.
Si se reciente al centro
cubrimos su desnudez con cal y mezclas.

Si pierdes el rumbo
vienes a la pared
y escuchas
y lees
te explicas
y revives
y recorres palmo a palmo
en la superficie rugosa
la línea de tu vida
y luego puedes continuar como si nada.

Una vez quise derribar la pared
ver mas allá
y mi abuelo ordenó a la pared hacerse a un lado
miré
y mas allá no había nada
aun así mi abuelo insistió en que mirara otra vez
pero no pude
el miedo estaba tendiéndome la mano
y mi abuela dijo al abuelo que le sacaría los ojos
si no ordenaba a la pared recolocarse.
A mi me dijo
que el mundo no era verdad
que era una farsa en toda regla
que no hay ninguna pared para poner la espalda si te cansas
ni para saber cuál es el límite
no hay nada ahí que te recuerde quién eres
qué te falta
quién te quiere.

No hay una pared para mandar a recordar a quien te olvida
a quien se olvida
ni para mandar a olvidar
a los que se cansan de llevar a cuestas el recuerdo
no hay nada, como ves, ahí afuera
decía
tejiendo una trenza enorme, apretada
con mi pelo revuelto
para dejarme la cara visible.

En alguna ocasión la pared y yo firmamos una tregua
no sé bien si cuando murieron los abuelos
cuando nació mi hijo
o si la primera vez que el olvido distrajo al objeto de mi amor
quizás fuera aquel invierno
en que el viento arrastró un diario de mas allá hasta nosotros
no lo recuerdo
y no importa
porque en verdad estamos en un punto sin retorno.
La pared se mantuvo callada, pero firme
y yo recité mi proposición
convenimos
que ella aceptaría tener alguna puerta
y yo me encargaría
sin excepción
de que no entrara nadie.

 

  

ALFRED DE MUSSET

 

  

Souvenir

 

 

La luna, envuelta en vaporosa nube,
triste asoma en remota lontananza;
mas pronto al cielo despejado sube,
y a su puro fulgor serena lanza.

A su luz, en el suelo humedecido,
brota el aroma que perfuma el viento;
así, dulce también, mi amor perdido
surgir del corazón otra vez siento.

Pasaron las congojas de mi vida;
pasó cuanto turbaba mi reposo;
y hoy, en tu seno, soledad querida,
niño de nuevo soy, y soy dichoso.

¡Condición de vivir afortunada!
Llévase el tiempo lágrimas y angustias;
mas de la muerta juventud se apiada,
y no quiere arrancar su flores mustias.

¡Bendígote, virtud consoladora!
Nunca pensé que tanto me doliera
la horrible herida al recibirla, y ahora
la cicatriz tan deliciosa fuera.

Lejos de mi, las que a fingir no acierto
fúnebres frases de vulgar sentido,
luto insulso, que dan a un amor muerto
los que nunca han amada ni han sufrido.

 

Nota: Louis-Charles-Alfred de Musset nombre completo del escritor Alfred de Musset