Poesía Cuatro
"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 21 de junio de 2025
FÉLIX MOYANO
Bodegón
sin persiana
no
me apetece nada cansancio bricks de zumo
vacíos como yo cojines en el suelo
mis ganas de decirte una toalla sucia
mandarinas podridas paredes desconchadas
los vasos medio rotos te voy a echar de menos.
AUDRE LORDE
La
alondra sin canción
Brilla
tan claro el sol sobre la colina
que puedo ver cada día
parches de nieve que cayó en primavera
antes de que te fueras.
Y
ahora que está a tocar el verano
bajo las fuentes del prado
canta entre las ramas una alondra
sin canción en la luz de la aurora.
JUAN BONILLA
Hasta
aquí
Fui
enlazando seres, como todos,
en
una representación
de
un solo espectador constante,
a
veces crítico ofendido,
a
veces gran amigo del autor
capaz
de perdonarle cualquier fallo.
Otros
espectadores iban y venían,
se
asomaban un momento,
reían
con un gag,
o se
quejaban ante una escena violenta,
lloraban,
o se encogían de hombros.
A
veces
hasta
irrumpían en escena
para
decir:
no,
no es ficción, esto no es una ficción.
Luego
se hacían humo
o se
estampaban contra el decorado.
Ahora
veo mi vida
como
un poema de la Antigüedad
del
que sólo podemos hacernos una idea
aproximada
porque
nos
han llegado sólo unos fragmentos
en
citas de otros que los sacan del contexto
en
que nacieron.
Aturdidas
imágenes que saltan sobre el vano
empeño
narrativo
de
la memoria
que
puja por inventarse
un
relato como quien se propone
fabricar
un espejo
con
los añicos
de
todos los cristales
que
ha roto en una vida.
De:
“Los días heterónomos”
RUMI
El
despertar
En
el alba de la felicidad,
Me diste tres besos para despertar
A ese momento de amor.
Traté de recordar en mi corazón
Lo que había soñado durante la noche,
Antes de estar consciente
De este movimiento de la vida.
Encontré mis sueños
Pero la luna me alejó,
Me elevó hacia el firmamento
Y me dejó allí suspendido
Viendo cómo mi corazón había caído en tu camino,
Cantando una canción.
Entre mi Amor y mi corazón
Sucedían cosas que lentamente
Me hicieron recordar todo.
Me diviertes con tus caricias,
Aunque no pueda ver tus manos.
Me has besado con ternura,
Aunque no haya visto tus labios.
Te escondes de mí,
Pero eres tú por quien sigo viviendo.
Quizás llegará el momento
En que te canses de besarme,
Y estaré feliz aunque me insultes;
Solo te pido: mírame siquiera.
HỒ XUÂN HƯƠNG
El
pozo
La
callejuela que conduce a él es húmeda y profunda.
¡Oh, qué pozo excelente, de agua clara que es una maravilla!
Centellea la pasarela con sus dos tablas blancas.
Su agua corre en un reguero de transparente limpidez.
En torno a su brocal trepa la grama de pequeños mechones.
Un pececillo vivaracho en medio de la corriente nada.
Quien sabe si este pozo, al igual que una virgen, está intacto.
A ver quién es el guapo que se atreve a pescar en esas aguas.