jueves, 28 de mayo de 2015

ELIZABETH BISHOP


 

El descreído
Duerme en la punta de un mástil
Bunyan



Duerme en la punta de un mástil
con los ojos firmemente cerrados.
Debajo de él, cuelgan las velas
como sábanas que cayeran de su lecho
exponiendo al aire de la noche la cabeza del durmiente.

Lo transportaron allí dormido
y se ovilló, dormido,
como dorada esfera en la punta del mástil
o ascendió dentro de un pájaro dorado,
o ciegamente se instaló a horcajadas.

“Me apoyo en columnas de mármol”,
dijo una nube. “No me muevo nunca.
¿Ves allí las columnas, en el mar?”
A salvo en la introspección, se asoma
a ver las acuosas columnas de su propio reflejo.

Bajo sus alas, abría las suyas una gaviota
y observaba que el aire era “como mármol”.
“Aquí arriba”, dijo él, “me remonto
a través del cielo, porque vuelan
las alas de mármol sobre la punta de mi torre”.

Pero duerme en la punta de su mástil
con los ojos muy bien cerrados.
Indagó su sueño la gaviota,
y el sueño era: “No debo caer.
Resplandesciente a mis pies, el mar quiere que caiga.
Es duro como los diamantes: quiere destruirnos a todos”.

 

ÁNGEL GONZÁLEZ


  

Discurso a los jóvenes

  

De vosotros,
los jóvenes,
espero
no menos cosas grandes que las que realizaron
vuestros antepasados.
Os entrego
una herencia grandiosa:
sostenedla.
Amparad ese río
de sangre,
sujetad con segura
mano
el tronco de caballos
viejísimos,
pero aún poderosos,
que arrastran con pujanza
el fardo de los siglos
pasados.

Nosotros somos estos
que aquí estamos reunidos,
y los demás no importan.

Tú, Piedra,
hijo de Pedro, nieto
de Piedra
y biznieto de Pedro,
esfuérzate
para ser siempre piedra mientras vivas,
para ser Pedro Petrificado Piedra Blanca,
para no tolerar el movimiento
para asfixiar en moldes apretados
todo lo que respira o que palpita.

A ti,
mi leal amigo,
compañero de armas,
escudero,
sostén de nuestra gloria,
joven alférez de mis escuadrones
de arcángeles vestidos de aceituna,
sé que no es necesario amonestarte:
con seguir siendo fuego y hierro,
basta.
Fuego para quemar lo que florece.
Hierro para aplastar lo que se alza.

Y finalmente,
tú, dueño
del oro y de la tierra
poderoso impulsor de nuestra vida,
no nos faltes jamás.
Sé generoso
con aquéllos a los que necesitas,
pero guarda,
expulsa de tu reino,
mantenlos más allá de tus fronteras,
déjalos que se mueran,
si es preciso,
a los que sueñan,
a los que no buscan
más que luz y verdad,
a los que deberían ser humildes
y a veces no lo son, así es la vida.

Si alguno de vosotros
pensase
yo le diría: no pienses.

Pero no es necesario.

Seguid así,
hijos míos,
y yo os prometo
paz y patria feliz,
orden,
silencio.

 

ALFREDO VEIRAVÉ


 

Especies vegetales

  

La palmera pindó es una envidiable introvertida
como un ejecutante de jazz que improvisa sus temas bajo
                                                                       [el vuelo
                                     de los loros,
    el jacaranda en cambio es un árbol femenino
sin inhibiciones y más bien con un orgullo legítimo por
                                                             [su belleza;
el palo borracho aún pálido y anémico por el
                                       [problema de sus
                                              glándulas
jamás puede disimular ese complejo de su apariencia
                                                                [que lo hace
desconfiar de todas las conversaciones en las cuales cree
    oír alusiones a sus formas.
Solamente el gomero, suave y refinado, silencioso y
                                           [seguro de sí mismo
cultiva el arte de la percepción frente a los más severos
                                                                 [críticos
y con buenos modales en las fiestas mundanas
sonríe para adentro sabiéndose dueño de un secreto
                                                          [poderoso.

 

 

 

 

GERARDO DENIZ


 

Hueledenoche

 

Terrestre la noche abierta en tantos lagos redondos
(comparten sin saberlo las cosas del cielo)
y ahora también, de pronto,
en esa flor de las afueras,
esa flor hecha casi de aire,
aroma sólo y que tal vez no existe
—o es la vocal más honda, ya silencio; es un monarca débil
    recorriendo a tientas
la quietud de su reino amenazado
—carencias del idioma y erosiones despacio,
escándalo del sueño cuando el pezón despierta en la punta
    de la lengua bajo su túnica de pétalo marchito.

Ante las fronteras pernocta el mar y por su piel salada
    discurren ciertos signos,
dédalos de algas pardas.
                                      Cosas son de lo oscuro.

 

(Turtle Island, 1974)

 

 

LÍBER FALCAO




Desgracia

 

Perdona, pero tú no sabes.
¿Sabes lo que es estar solo, solo,
volver a casa a las dos de la mañana,
mojar un pan mohoso, triste y duro,
roerlo solo,
y sentado en una orilla del mundo
ver a los astros que rutilan
y no saber qué preguntar ni qué decir,
y confundir las hambres, y roer solo tú allá...
un pan mohoso, triste y duro?

Perdona, yo anduve un día, mucho tiempo,
calles y calles junto a puertas y paredes,
nadie dijo mi nombre;
sólo tú una vez, y qué locura,
para tu frente de violetas
tuve una risa de dos dientes.

 

 

ELISEO DIEGO

 

Ponte la vieja camisa que sabe

 

Ponte la vieja camisa que sabe
del año rumoroso y del tranquilo
año inocente de sucesos graves
como tela de ciegos, azulados hilos.

Ponte el sombrero de ilusión caída
que te alegraba con su tosca nieve.
Ponte el chaleco de las bienvenidas
y la corbata ilustre de las nueve.

Porque es seguro que vengan esta tarde,
porque es seguro que vengan a decirte
algo importante como un noble alarde

que te bastara para no morirte.
Pero mira la noche, ya es muy tarde,
y apenas esperabas, debes irte.