miércoles, 24 de febrero de 2021


 

DOLORS ALBEROLA

 

 

 

Ofertorio

 

 

Rota y muerta, Señor, tan astillada
y pertrecha y fugaz y arrepentida
y segura y dudosa oscurecida,
triunfadora y vivaz, muy humillada,
blanca y limpia, Señor, y arrodillada,
pendenciera, Señor, y consentida,
quejumbrosa, Señor, y enmudecida,
retadora, Señor, y enamorada,
voy volviendo hacia ti, mi Dios ignoto,
a morar en tu luz que no se apaga
—siendo yo cada trozo de un yo roto—.
A pedazos, Señor, como una daga,
como un mar de mil caras, ola a ola,
aquí me tienes, Dios, soy Alberola.

 

 

RAMÓN MARTÍNEZ LÓPEZ

 

 


 

Quizá, sólo quizá

 

 

 

Quizá nunca pasee por el puente de Brooklyn
ni vea cómo los rascacielos rasgan el cielo
de la noche newyorkina.
Quizá nunca deambule por Walt Street,
absorto en el frenético bullicio
de ese universo enumerado de oficinas.
Quizá nunca pase una noche en Manhattan,
ni surque las aguas del Hudson,
ni acaricie tus pechos en el piso 40 de mi vida.
Quizá, sólo quizá, tal vez nunca, todavía.

 

De: “Septiembre en los armarios”

 

INÉS MONTES

 

 


 

 

Qué fría y profunda es la herida

 

 

Qué fría y profunda es la herida que me habita
qué miedo más alto y concreto
cuando cruzo el umbral de mi noche más extensa.
Qué difícil es el dolor cuando todo perece y nada queda
y me diferencia de ti y me aleja
dicha de mi silencio,
que clavada estás en mi espalda ya desnuda.

 

 

SANDRA CISNEROS

 

 


 

Sacás la mexicana en mí

 

 

Sacás la mexicana en mí.
El escondido espiral grueso y oscuro.
El núcleo de un grito del corazón.
La amarga bilis.
El tequila de lágrimas en sábado todo
hasta el próximo domingo de la semana.
Sos el único al que me gustaría dejar ir con otros amores,
entregar mi casa de mujer sola.
Permitirte el vino tinto en la cama,
incluso con mis sábanas de encaje vintage.
Puede ser. Puede ser.

 

Por vos.

Sacas la Dolores del Río en mí .
El rabiosa mexicana en mí .
Las navajas crudas, brillo y pasión en mí .
El ascenso de Caín y el baile con el diablo de patas gallo en mí.
Las lentejuelas salpicadas en mí .
El águila y la serpiente en mí .
La sangre de las trompetas de mariachis en mí.
La guerra de amor azteca en mí.
La lengua feroz obsidiana en mí .
la berrinchuda, bien-cabrona en mí .
La curiosidad de Pandora en mí .
La muerte pre-colombina y la destrucción en mí.
El desastre de la selva, la amenaza nuclear en mí .
El miedo de los fascistas en mí .
Sí, lo hacés. Sí, lo hacés.

Sacas la colonizadora en mí .
El holocausto del deseo en mí.
El terremoto en la Ciudad de México del ’85 en mí .
El Popocatépetl / Iztaccíhuatl en mí .
La ola de la recesión en mí.
El Agustín Lara romántico empedernido en mí .
Los taquitos barbacoa del domingo en mí.
La cubierta de los espejos con un paño en mí.

 

Dulce gemelo. Mi otro malvado,
Soy la memoria que rodea tus pernoctaciones ,
que te tira tenso como la luna de océano remolcado.
Te afirmo todo mío ,
arrogante como el Destino Manifiesto .
Quiero sacudirte y rasgarte en dos.
Quiero contaminarte y elevarte al infierno.
Quiero sacar los cuchillos de cocina,
opacos y afilados, y batir el aire con cruces.
Me sacas lo mexicana en mi*,
te guste o no, cariño.

Sacás el Uled – Nayl en mí .
La atenta perra blanca en mí.
La navaja en el maletero de mi.
La clavadista de Acapulco en mí .
El desastre de montaña Flecha Roja en mí .
El dengue en mí.
La ¡ Alarma! asesina en mí .
Podría matar en nombre tuyo y pensar
si vale la pena. Blandir un tenedor y aterrorizar rivales ,
femeninos y masculinos, que pierden el tiempo y te miran,
lánguido en tu luz. Oh,

 

Soy mala. Soy la sucia diosa Tlazoltéotl.
Soy la succionadora de pecados.
La diosa de la lujuria sin culpa.
El libertinaje delicioso. Sacás
la exquisitez primordial en mí.
La obsesión desagradable en mí.
El pecado venial corporal en mí.
la transgresión original en mí.

 

Ocre rojo. Ocre amarillo. Índigo. Cochineal .
Piñón. Copal. Pasto dulce. Mirra .
Todos ustedes santos, beatos y terribles ,
Virgen de Guadalupe, diosa Coatlicue,
Los invoco.

Quiero ser tuya. Sólo tuya. Sólo vos. Quiero amarte. Atarte. Amarrarte.
Amar de la forma en que una mujer mexicana ama. Déjame
mostrarte. Amar de la única forma que conozco.

 

RENÉE FERRER

  

 


Naufragio

 

                               «desprecio del naufragio de mis ojos» 
                                                                     F de Q. 

 


No sé si es pesadilla o desvarío: 
me naufraga tu imagen en los ojos. 
En el oleaje frío, 
mansamente, zozobran tus despojos, 
y tu pupila esquiva 
se pierde en mi pasión, a la deriva. 


Noviembre de 1993



TED HUGHES



 

El salmo de los jejenes

 

El jején es de linaje más antiguo que el hombre
             Proverbio

 

 


     Cuando los jejenes danzan en la tarde
luchando en el aire, garabateando,
y deshilachando su léxico loco,
agitando su muda cábala
bajo la sombra de las hojas

     Hojas sólo hojas
contra las espesas saetas del sol
contra las saetas del tardío sol
a sus ojos frágiles y su ánimo oscuro

     Danzando
     Danzando
en el aire escriben, lo que escriben borran
anudan las letras, las hacen maraña
y todo son yoyo de todos los otros

Inmensos imanes en redor de un centro

     Ni escriben ni luchan pero cantan cantan
que no son materia sus ciclos vitales
que no tienen miedo del sol y que el único
sol que tienen vive demasiado cerca
rompe su canción de todos los soles
que son ellos mismos soles de sí mismos
su propio residuo
suelto por la nada
sus alas la llama van des dibujando
cantando
cantando

que ellos son los clavos
en los miembros ágiles del jején divino
que el sufrir sonoro del viento ellos oyen
por entre la hierba
y de la colina nocturna el dolor
y las poblaciones junto al cementerio
vanse ensombreciendo más y más oscuras

     El viento se inclina con gritos raspantes
y los aeropuertos y los tierrapuertos
danzando en el viento
la danza del viento, la danza mortal,
en marjales húndense y entre la maleza
y en ciudades como boñigas en polvo

     No así los jejenes, cuya agilidad
ha sobrepasado ya estos umbrales
y les pone a salvo de la hambrienta hierba
danzando
danzando
a la sombra amiga de los sicómoros

una danza que nunca cambia
que da sus cuerpos a la hoguera

sus rostros de momia no serán usados

sus pequeños rostros barbudos tejiendo
y sobrenadando en la nada, agítanse
en el aire agítanse, agítanse
y sus pies colgantes como pies de víctimas

     ¡Oh pequeños santos
muertos de fatiga por sus propios cuerpos
matando a fatiga a sus propios cuerpos
sois vosotros ángeles del único cielo!

 

     ¡Dios es un jején todopoderoso!
¡Sois la más potente de las nebulosas!
Mis manos al aire vuelan, son locuras
mi lengua en las hojas arriba
y mis pensamientos se esconden

     Vuestra danza
vuestra danza

rodea mi cráneo lentamente aléjalo   al   espacio abierto.

 

 

Versión de Jesús Pardo

ÚRSULA CÉSPEDES

 

 

 

¡Está dormida!

 

 

(En la corona fúnebre de mi querida y malograda

discípula, la Srta. doña Eudosia Palma y Pérez.)



 

No hagáis ruido, callad… está dormida
como un ángel de paz;
apartad esa luz enrojecida
de su cándida faz;

 

echad un velo, transparente y blanco
por su sien virginal,
mientras me acerco y de su mano arranco
el cirio funeral.

 

¿Por qué sollozos exhaláis del pecho,
si en cruel ingratitud
la pasáis de su dulce y blando lecho
a ese duro ataúd?

 

A qué abrir la ventana, ¿no es locura
exponerla al terral
que barre el suelo de la calle obscura
y traspasa el umbral?

 

Mas, perdonad mi delirante empeño,
haced lo que queráis;
yo velaré su misterioso sueño
que vosotros lloráis.

 

Ninguna nube, el azulado cielo
se mira obscurecer,
las blandas auras con su raudo vuelo
susurran como ayer.

 

Nada ha variado; con igual verdura
los árboles se ven;
y esa niebla que flota en la llanura,
flotó anoche también.

 

Mas suena una campana, da las once
con fatídico son;
¡ay! el agudo resonar del bronce
me rompe el corazón.

 

Pronto las cinco sonarán, la hora
que la hace despertar,
encendiendo la luz arrobadora
de su dulce mirar.

 

¡Oh!, yo la espero con los ojos fijos
casi fuera de mí,
como esperaban a Moisés sus hijos
al pie del Sinaí.

 

¿No es verdad que a las cinco, vida mía,
te vas a despertar,
como despiertan a la luz del día
las aves del pinar?

 

Yo no puedo partir si no te llevo;
por eso estoy aquí:
¿cómo el trabajo emprenderé de nuevo
si no estás junto a mí?

 

Cuando las gotas de sudor helado
resbalen por mi sien,
en tu rostro, risueño y sosegado,
resbalarán también.

 

Torna a mis ojos la perdida lumbre,
disipa mi ansiedad;
tu mirar de infinita mansedumbre,
de inefable piedad.

 

Mas, ya me canso de esperar: despierta
¡oh!, despierta, mi bien,
que ya del sol en la región desierta
los albores se ven.

 

Todo mi cuerpo desfallece y muere,
se hiela mi canción;
¡ay!, no sé lo que siento que me hiere
y arranca el corazón.

 

Ya es hora de partir: mi bien, despierta:
sólo espero por ti;
pero, ya lo recuerdo: estaba muerta
y yo no lo creí.

 

¡Muerta!; mentira… perderé la vida
si lo llego a pensar…
No hagáis ruido… callad… está dormida
como un ángel de, paz…!