domingo, 16 de octubre de 2016


MARISOL VERA GUERRA




Zapatos nuevos



No bailaré la danza del demonio
con estos zapatos que dejó mi madre  
en la repisa,
aderezados y limpios, antes de que yo naciera,
destellando claridades rojas
que las brujas codician. No usaré
sus sandalias, rancias, ajustadas
al tobillo de la muerte,
ni las botas de cuero de buey ni las calcetas grises
olorosas a lejía.

Yo tejeré mi alpargata
hilo a hilo
caracol de mar y azogue
ensortijado en luces –blanca estridencia–
mientras la Luna baja
retozando
como armiño en mi cadera.




ANA CRISTINA CESAR



  
Un beso



que tuviera un blue.
Es decir
imitara feliz
la delicadeza, la suya,
así como un tropiezo
que se sumerge sordamente
en el reino expreso
del placer
Espío sin un ay
las evoluciones de tu confrontación
a mi sombra
desde la elección
inclinada sobre el menú;
un pescado a la parrilla
un novio
un agua
sin gas
de despegue:
lector ensordecido
tal vez extasiado
"al éxito"
diría mi censor
"a la escucha"
diría mi amor
siempre en blue
pero era un blue
feliz
indagando sólo
"what's new"
una cuestión
matriz
dibujada a tiza
entre un beso
y la renuncia intuida
de otro beso.


De "Guantes de gamuza y otros poemas"


Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida



LORE MÉNDEZ




Desvestidos

"Beauty I'd always missed
With these eyes before,
Just what the truth is
I can't say anymore"
  Moody Blues - Nights in White Satin



No me gustás prisionero
de tu espurio perchero
                       de trajes familiar
los mismos con que envuelven
la vanidad de sus fracasos
tu viejo, tu abuelo, tu mucama
y el Bichon Frise de tu mamá.

No me gustás prisionero
                        de tus dudas
ahogadas en el detergente
de vivir de burbujas ajenas
o por el barro de tus popios sueños
                  dejarte ensuciar.

No me gustás prisionero
de tu ilusión de pasearme
frágil y de costado
-como a un barrilete-
              sin hilo ni viento
que nos impulse en el juego
a los dos por igual.

No me gustás prisionero
de esos temores de polietileno
con el que fabricás tus días,
tus noches,
tu inmunidad
y tus venenos.

no hay candados
no hay persecución
no hay túneles
no hay fuga

sólo la noche entre nosotros
traducida en la levedad
de este bretel derrumbando
ante tus ojos
todo el peso de mi desnudez

y yo acá esperando que dibujes sobre mí,
con tu saliva y tus dedos,
para vos tu libertad
y para mí:
un vestido nuevo.



RICARDO RUBIO



  
La rueca      
                                


Hay un reclamo de lógica
en la espalda del viento,
un reclamo de espacio y de ciencia
en la sabiduría de las rocas.
Como nave cristalina,
el tiempo reviste la desnudez de la tierra,
y los profanos hijos del ancestro se pintan de colores
y se visten de espejos nunca vistos.

Y hay otras tantas formas de huir.

Baja un llanto esmeralda
acariciando la mansedad de la montaña,
trae mineral con una verdad a cuestas.
Alguien descompuso esas semillas
y creyéndose sabio les dio una cifra,
y cifra y letra formaron parásitos de papel
que no sacian nuestra sed de invitados sin regalo.
La claridad brotaría de viejas filosofías no escritas aún,
los astros nada saben de palomas ni de credos,
pero el suelo ha dado flores e insectos,
y sin contarnos nos envuelve en silencio y a él volvemos.

Hay otras tantas formas de huir.

Objeto de grandes pensadores
con grandes cerebros y fortunas,
y profetas, magos, monjes e ingenieros.
Objeto de inútiles pisadas, de invasiones, de colonización,
de intrépidos periplos alrededor de qué o de quién,
de formas y dibujos, de forzados cambios
y de lluvias atómicas que nada saben de núcleo ni de átomo.
Por eso el suelo aguantando no es sed y es amparo;
sin embargo, el gemido asoma en el desierto
y el grito en el volcán.

¿Quién me dará una almeja y un balde de arena?
¿Quién me enseñará a no saber nada?

Y otras tantas formas de huir.


DANIEL MEDINA ROSADO




Como humo



La poesía es un atentado celeste
que baja del cielo para intoxicarnos.
En pastillas o espirales de humo
nos contrae el estómago
y nos alista para la abducción.


NATALIA ROMERO



  
Trampolín



Desde la ventana del colectivo
al llegar a la ciudad
veo cruzando el cielo un avión.
Es temprano
y su contorno se mezcla
con el blanco de la niebla.
Me detengo a mirarlo pasar
la ruta avanza
el cielo también.
La línea que deja
es una escarcha
que dibuja trazos
que son rastros
en medio de la velocidad.
La superficie lisa
cada vez más celeste del cielo
me recuerda la vista
del agua desde el trampolín.
Mi hermana ya en la pileta
el club casi vacío a esa hora
y yo con el miedo
entre el vapor y la humedad.
Estoy en el borde
a la espera del salto
que no suene el silbato aún
miro el agua, la veo tan cristalina
y abajo
los azulejos brillantes
y ese calor en el cuerpo
ese calor de la proximidad.
Detenida, puedo ver hasta el aire
sobre mi piel
como lo hondo de una tormenta
que enciende el cielo
o la estela
del salto de un avión.