"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 6 de noviembre de 2017
ÓSCAR DE PABLO
Plaza Luis Cabrera
Desde
su antigua noche, todas las palabras
duermen:
vela solo el sopor; cocodrilo sonámbulo bajo el flujo del cobre,
su
pesadez transcurre, va nutriendo la tierra con si pulso de aceite:
frescor,
noche pulverizada en chispas diminutas.
Pero las cosas todas que aquí somos,
las
cosas y sus ecos, somos también
la
plaza: este silencio nuevo hecho de agua,
los
vestigios exhaustos de un cartel
que la
lluvia ha leído ya demasiadas veces,
la
niñez fragmentada en cuatro o cinco
especímenes
húmedos, la tubería salobre y sus follajes internos,
el sexo
como un rostro en las ventanas, la anciana que se pudre
con sus
medias de nylon desvaídas
y la
fuente,
donde
un relámpago tirado
yace.
JAIR CORTÉS
Enfermedad de talking
Puso
incendio para el café,
quitó
la tapa del cerillo
y se
sacudió los perros de la cabeza.
La
ventana de su librero
dejaba
entrar la caja vieja de zapatos
que
días antes había visto envuelta en el diciembre agrio tostado del vaso.
Miró su
rostro en el cajón:
sintió
entonces la pintura correr por su latido,
ánimo
del suelo el de su cuerpo recostado sobre la fina azotea comprada en Venecia.
Preguntó
por ella:
respondió
el toc (tic tac) toc de un pájaro que voló dentro de la licuadora.
-No sé
más de mí-
contestaron
las voces terribles de su gripe
que, a
estas alturas de la fragancia,
habían
ya cocinado una pasta compuesta con letra de molde.
Dijo
adiós,
pero un
ligero, casi imperceptible bosque,
le
abrazó de pronto, y ella, de sí,
volvió
otra vez a lo real
y
contempló la cuchara ciega
que
buscaba, esta vez,
azúcar
por encima de la mesa.
NOÉ BLANCAS
Del otro lado
¿Y si
al final no estás, de estos manglares,
ni
sirena ni sílfide ni música;
ni te
deshilan áncoras ni calmas,
ni te
deslíe como a mí esta lluvia?
Farfulleras,
remiendan, las luciérnagas,
murmullo
intransitable, turbia angustia.
Indescifrable
aullido quema su ala.
Una
amarga bandada de responsos
revienta,
como balsa tumefacta.
Alguien
troncha la flor que busca, errátil,
su
narcótico dulce al otro lado
de lo
frágil, del ámbar fugitivo.
Convulsionado,
sordo, como un charco,
mi
corazón, sin voz, está vacío.
Ha
zarpado mi barco como un ebrio
de
aguaceros, como una letanía;
la
brújula inmutable, mas sin costa.
¿De
dónde volverá, desde qué orilla?
No lo
fondea nadie ni lo vuelve,
ni
cuencas ni caletas ni bahías.
Infierno
donde, estática, se agita
sin
remitente, apócrifa, la vida.
Anónimos
estigmas se me enraizan.
En
ellos huracán ni sangre aúllan.
La
guerra ha concluido con la guerra.
Mi
herida no denuncia puya alguna.
Más
allá del escampe, del Infierno,
tal vez
me sobreviva, amor, tu aliento.
Tal vez
el limo, ni raíz ni fruta.
Mas,
¿si al final no estás, de estos manglares,
ni te
deslíe como a mí esta lluvia?
ANTONIO SALINAS
Enfrente de esta casa
a
En el
rincón de la casa
escondido
de mí mismo
no
quiero convencerme de nada.
Hablo
con una mancha en la pared
de
donde sale una lluvia ácida.
Ahora
que nadie me ve
sólo
tengo voz para defenderme.
Escribir
sobre la hoja
es
darle cuerda a los fantasmas.
b
Sirvo
la primera taza de café del día;
cargado
para no continuar
incluyéndome
en esta pesadilla.
Alguien
abre la ventana de enfrente,
una
muchacha asoma la cabeza,
trae el
cabello alborotado.
Pasada
la mitad del alba
descubre
la cortina una anciana,
detrás
la muchacha detiene el tiempo un instante
mi
corazón se luce como la puerta de un árbol extinto.
LEONARDO VARELA
Siluetas de Manhattan
Una de
las pocas cosas buenas de los tiempos modernos es que si mueres horriblemente
por televisión, no habrás muerto en vano. Nos habrás entretenido.
Kurt
Vonnegut
El
viento arrastra hojas que una vez fueron
homenajes
al otoño, cuerpos disueltos en un aire
de
grandeza, oh muertos instantáneos de la velocidad
dejen
caer sobre nosotros el peso de su sombra
embajadores
del vértigo, semidioses que caen
por
última vez en este fértil valle de lágrimas
construyan
ciudades y fecunden imperios
ah de
vosotros marineros en el fenicio mar
bursátil,
donadores de resina para el ojo
sin fin
de las calderas, no detengan su vuelo
hacia
la Historia, aquí los estaremos esperando
De: “Naufragaciones”
DIANA AZCONA TREJO
X
Seguimos
aquí
en
silencio.
¿Cuánto
días han pasado?
Dicen
mis amigas que van doce.
Tú
duermes y, a veces, abres los ojos;
los
abres cuando chupo tus dedos
o
muerdo tus pies, los abres y no me miras.
Yo
escribo, pero no escribo
leo,
pero no leo, respiro y no;
pienso
en palíndromos: lugares comunes:
hospital es palíndromo, lugar común
y aliteración
chupo
tus dedos para que abras los ojos.
De: “Crónicas de hospital”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)