jueves, 30 de julio de 2015

ANDRÉS NEUMAN


 

Aquí y allá
luz de mañana azul.
Son varios mares.

KOBAYASHI ISSA


 

Silencio:
una hoja se hunde
en el agua clara.
 

De: Voces

OLIVERIO GIRONDO




Escrúpulo


Me parece que vivo
que estoy entre los ruidos
que miro las paredes,
que estas manos son mías,
pero quizás me engañe
y paredes y manos
sólo sean recuerdos
de una vida pasada.
He dicho "me parece"
yo no aseguro nada.


 

JORGE BOCCANERA




Los papeles del nadador
                                                a Rodolfo Dada



I

Si el nadador tristea,
                     todo el mar es su lágrima,
todo el ruido del mar
                        es su tonada,
todo el mar es de vino.


II

Prueba otra vez, prueba una y otra vez.
El nadador sube hasta el trampolín,
entre las nubes altas,
los aviones que escriben en el cielo con humo,
las bandadas de patos.
Ya está en puntas de pie, ya flexiona las piernas,
                  estira bien los brazos.

Prueba otra vez, una y otra, una y otra, se
                  concentra, respira,
el agua hace silencio.
La ventolera tira sus manotazos y le arranca el
                  gorrito de baño, escupe en su antiparra.
Pero él insiste y otra vez, prueba una y prueba
                  otra.
Es un ovillo el nadador entre las nubes altas,
el humo que dejaron los aviones,
las plumas de los patos que emigraron al norte.
Puntas de pie, no vayas a fallar.
Vuela en picada el nadador, su dibujo es perfecto,
                  su boca entra al desierto.


III

de ser posible, leer con música de fondo
                                                          de  Bob Marley

Mal rayo me parta, e cielo está muy resbaloso,
el vino escaso, la caricia extraña en estos días,
tu nombre llega como un golpe de vino a la
                  cabeza,
mal rayo me parta en tan inoportuna ocasión.

Simulo leer un diario bajo el aguacero de tu
                  cuerpo,
bienganado el diluvio, malhaya la tormenta,
pasa un cuerpo flotando bocabajo
y mal rayo me parta tan lejos de tu cuello.

Los cielos se mezclaron en tu boca pequeña,
los gatos se revuelcan en tu mano,
adelante el insomnio es un campo minado,
hay besos enterrados que pueden estallar.

Corro a campo traviesa con fósforos mojados,
¿qué es esta polvareda sino un fantasma tuyo?
El futuro es un traje pero para otro cuerpo,
los espejos del bar no preguntan por mí.

Hoy cargo mis valijas por el fondo del mar,
tengo pocas palabras
mis dos lenguas tropiezan dentro de una botella
y mal rayo me parta en tan inoportuna ocasión.



IV

Nadador
la verdad es una piedra pulida por el agua,
una estrella aplastada por algún tren carguero,
yace en el fondo, extraña, entre una multitud de
                 formas ondulantes.
Alguien tejió esa piedra para que te miraras con
                 tu viejo sombrero, tu sonrisa maltrecha.
Alguien dice tu nombre en la oscuridad de esa
                 piedra,
y te narran girando por los espesos caldos del
                 alcohol.
Se agotó la paciencia de tus labios que ahora
                 viven adentro de una piedra.
Los pliegues de tu miedo van a pudrirse allí.
Tu quieres preguntar y para preguntar primero
                 hay que morirse.
Nadie puede bailar en esos pasadizos.
Nadador,
mira como se apagan tus gestos en los bordes
                 redondos de esa piedra.
Empolla en esa piedra la canción del naufragio.

 

FERNANDO PESSOA


 

Llueve en silencio, que esta lluvia es muda...


Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...

Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...

No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
 


Versión de Ángel Crespo


 

 

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR


 

Qué son las islas


Esto tienen de bueno los poetas,
Que han dicho lo que uno quería decir.
¿Dé que otra manera comunicarle lo que sintió
Al ver desde el aire los islotes verdes desparramados por el mar,
y cuando ya en el barco contempló a lo lejos el borde agreste
de la isla,
Sino como ya lo escribió la poeta:
¿Qué son las islas si no estás tú?
Eso es lo que gritó al aire luminoso de la tarde
Y lo que musitó después en la atormentada noche,
Añadiendo un nombre que en la cabina sonaba extraño
Como una flor de otro planeta.
¿Y podrá creer que la playa maravillosa,
Con su cadera de oro mordida por un ávido mar,
y la planicie del centro echada como un manto
No han podido ser gran cosa no estando ella,
Que ha dejado despoblada y silenciosa
Esa ciudad, ojo de la violencia, que ella hechizara
Marcando los lugares de encuentros y despedidas
Con una nostalgia como una cicatriz?