miércoles, 6 de mayo de 2020


WALLACE STEVENS





Metáforas de un magnífico



Veinte hombres que cruzan un puente,
Y entran a un pueblo,
Son veinte hombres que cruzan veinte puentes,
Y entran en veinte pueblos,
O un hombre
que cruza un solo puente y entra a un pueblo.

Ésta es una vieja
canción que no se deja conocer...

Veinte hombres que cruzan un puente,
Y entran en un pueblo.
Son
Veinte hombres que cruzan un puente
Y entran en un pueblo

No se deja conocer,
Sin embargo tiene sentido...

Las botas de los hombres chocan
Con los bordes del puente.
El primer muro blanco del pueblo
Surge entre árboles frutales
¿En qué estaba pensando?
El significado se me escapa.

El primer muro blanco del pueblo...
Los árboles frutales...



GERARD MANLEY HOPKINS





A R. B.



El noble deleite que es el padre de la idea; el fuerte
Aguijón, vivo y lancinante como la llama del soplete,
Alienta una vez y, extinguido apenas sobrevino,
Hace empero de la mente la madre del canto inmortal.
Nueve meses entonces; no, años, nueve largos años
Dentro de sí ella crece, lleva, cuida y acopia el mismo:
Viuda de una visión perdida vive, con propósito
Ya sabido y mano que ya trabaja sin nunca errar.
    Dulce fuego progenitor de musa, mi alma esto precisa;
Quiero el único arrebato de una inspiración.
Si entonces tú en mis tardas líneas extrañas
El vaivén, la crecida, el gorjeo, la creación,
Mi mundo de invierno, que apenas respira esa dicha
Ahora, te entrega, con unos suspiros, nuestra explicación.


22 de abril de 1889


JULIO TRUJILLO





VII



Uno diría que al ser hendida así
el agua es el camino que la proa va haciendo,
cuando en verdad
el agua es el camino que la proa va siendo.


De: “Proa”


SHINKICHI TAKAHASHI





Palabras 



No tomo tus palabras
simplemente como palabras.
Lejos de ahi.

escucho
A que te hace hablar
Sea lo que sea-
Y yo escucho



GEORG TRAKL





Noche de invierno



Ha caído la nieve. Después de medianoche, ebrio de vino púrpura, abandonas el oscuro recinto de los hombres, la roja llama de su hogar. Oh, ¡la oscuridad!

Hielo negro. Duro el suelo, amargo el sabor del aire. Tus estrellas se cierran a las malas señales.

Con pasos de piedra caminas por los rieles, con los ojos saltones, como un soldado que toma por asalto una trinchera. ¡Avanti!

¡Nieve más amarga y luna!

Un lobo rojo, al que estrangula un ángel. Te cascabelean las piernas como hielo azul y una sonrisa llena de tristeza y pena te ha endurecido el rostro y ha palidecido tu frente ante la voluptuosidad del hielo;

o se inclina callando sobre el sueño de un velador, que se desploma en su cabaña de madera.

Hielo y humo. Una blanca camisa de estrellas quema los hombros cansados y los buitres de Dios desgarran tu corazón de metal.

Oh, la colina de piedra. La quietud se derrite y, olvidado, el cuerpo frío se sume en la nieve de plata.

Negro es el sueño. El oído sigue largamente los caminos de las estrellas en el hielo.

Al despertar, suenan las campanas en la aldea. Desde el portal del este

Entra, plateado, el rosáceo día.

ANGELO POLIZIANO





Balada de las rosas



Éranse en derredor violetas, lises,
entre la hierba renacidas flores
de azules, rojos, cálidos matices;
y pretendí que fueran sus olores
de tu rubio cabello los primores
con su vívida gracia engalanados.

Ya de flores colmados pecho y brazo,
vi las rosas de múltiples colores:
volé a llenar, entonces, tu regazo,
pues eran tan suaves sus olores
que el corazón se desató en amores,
de dulce anhelo en júbilo abrasado.