CONCEPCIÓN ARENAL PONTE, FEMINISTA, ESPAÑOLA
"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 22 de marzo de 2020
KENNETH PATCHEN
Les dejamos el placer
Les
dejamos el placer en la tierra:
Hierba
quemada en el sol; cuerpos
De
agua, preciosos al paso de los años,
Sin
alas para nosotros;
Las
inmensas maravillas estelares; los muebles
Del
Espacio hechos astillas en el corazón;
La
imagen cínica del humo que se eleva
Desde
los hogares que nunca tuvimos.
Les
dejamos los mares en las playas abrasadas;
El
hierro retorcido en las enredaderas
De
nuestras tumbas: el estruendo ensordecedor
Del
silencio sobre todas las cosas.
Apártense
del cuerpo rebelde: aquí,
La
verdad desnuda de la hierba;
El
rostro del espíritu nublado
Por
la ceguera. Basta.
Los
dejamos.
ANDRÉ BRETON
Cartero Cheval
Nosotros
los pájaros que encantas siempre desde lo alto de
esos
belvederes
Y
que cada noche no formamos más que una rama florecida
de
tus hombros a los brazos de tu carretilla bienamada
Que
nos desprendemos más vivos que centellas de tu
muñeca
Somos
los suspiros de la estatua de cristal que se incorpora
cuando
el hombre duerme
Y
brechas brillantes se abren en su lecho
Brechas
por las que pueden percibirse ciervos de cuernos de
coral
en un claro del bosque
Y
mujeres desnudas en lo profundo de una mina
Recuerdas
te levantabas entonces descendías del tren
Sin
una mirada para la locomotora presa de inmensas raíces
barométricas
Que
se queja en la selva virgen con todas sus calderas
doloridas
Sus
chimeneas con humo de jacintos y movida por serpientes
azules
Te
precedíamos entonces nosotros las plantas sujetas a
metamorfosis
Que
cada noche hacíamos signos que el hombre puede
sorprender
Mientras
su casa se desploma y se sorprende ante los
engranajes
singulares
Que
busca su lecho con el corredor y la escalera
La
escalera se ramifica indefinidamente
Conduce
a una puerta de haces de heno se abre de pronto
sobre
una plaza pública
Hecha
de dorsos de cisnes una ala abierta para el pasamano
Gira
sobre sí misma como si fuera a morderse
Pero
se contenta con abrir bajo nuestros pasos todos sus
escalones
como gavetas
Gavetas
de pan gavetas de vino gavetas de jabón gavetas
de
espigas gavetas de escaleras
Gavetas
de carne con empuñadura de cabellos
A
la hora precisa en que millares de patos de Vaucanson se
alisan
las plumas
Sin
volverte tomabas la llana con que se hacen los senos
Te
sonreíamos nos enlazabas por el talle
Y
tomábamos las actitudes según tu placer
Inmóviles
para siempre bajo nuestros párpados tal como la
mujer
gusta de ver el hombre
Después
de haber hecho el amor
SANTIAGO KOVADLOFF
Deshojar la Margarita
El
mal se acabará.
El
mal no se acabará.
El
mal nos acabará.
(Cuestiones
de gramática
que
perturban
el
fin de semana).
De: “Ciertos hechos”
GOYA GUTIERREZ
La flor del hibisco
IV.
Ahora que la luz permite reencontrar
Los
silencios que en el grito hibernaban,
Ahora
que la lluvia crece irreversible
Bajo
el resplandor del trigo y sus espigas
No
quiero
Que
el tiempo en que dudé de mí
Y
de tu existencia
Trace
sus redes de telaraña inhóspita
De: "El cantar de las
amantes"
HANS MAGNUS ENZENSBERGER
¿Nada
tengo en contra del microprocesador,
pero
cómo estaríamos sin agua?
¿Qué
es una sonda de Júpiter
comparada
con el cerebro de una mosca?
¡Cómo
se esfuerzan
esos
ratones de laboratorio con la clonación!
Mucho
mejor es follar.
¡Y
el diente de león sobre todo,
cómo
se lo monta: graciosa
elegancia
insuperable!
Nunca
en la vida,
queridos
premios Nobel,
reconocedlo,
habríais
inventado nada así.
De: "Los elíxires de la
ciencia"
Versión de José Luis Reina
Palazón
SEAMUS HEANEY
El pasadizo
Llegó
un tiempo en que añorábamos
los
bancos plenos de anguila y las dunas
de
una playa del norte, con sus algas y aves marinas,
sus
pastos enloquecidos de tanta agua salada
derramándose
por los diques para asegurar
el
premio al reino de los humildes.
Esa
fue toda la esperanza que los más puros
y
los más tristes estaban dispuestos a recibir.
Desde
esas escenas emergió, no de una concha,
sino
lamida por los fríos y empapados fuegos fatuos,
ángel
de la última oportunidad,
mostrándonos
los peces en la roca,
la
ternura silvestre del helecho.
Ese
día, el golpeteo de las piedras
cuando
nos deslizábamos fue un sermón
acerca
de la conciencia y el alivio:
sus
lágrimas, un ciervo fascinante
en
la escena de la catástrofe.
De: “Station Island”
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