"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 26 de enero de 2019
ADELFA MARTIN
A ti poeta
No dejes de escribir por el que sufre
los seres sin razón, más desvalidos
los ancianos, las mujeres y los niños
dejados de la mano, en el olvido
Alza tu voz poeta, que es urgente
si Dios te dio el don de con tu escrito
poder decir mil cosas a la gente
es tu deber cantar los infortunios
y que con el versar, lances tu grito
No olvidemos a los grandes luchadores
de la pluma por ideales de justicia
Hernández, Machado, Neruda, Alberti,
Benedetti… y otros tantos soñadores
Muchos de ellos con el riesgo de su vida
en cárceles y exilio pagaron su osadía.
Son tantos los problemas, tan diversos
los sucesos que nos acosan cada día
Imposible que volvamos nuestros ojos
hacia la luz del sol, del medio día
cegándonos adrede, encandilados
sin ver lo que sucede en nuestras vidas
Se puede decir tanto en un poema
un arma poderosa… perseguida
consuelo para el alma desdichada…
Al que ostenta el poder, lo mortifica
No dejes de escribir por el que sufre
los seres sin razón, más desvalidos
los ancianos, las mujeres y los niños
dejados de la mano, en el olvido
Alza tu voz poeta, que es urgente
si Dios te dio el don de con tu escrito
poder decir mil cosas a la gente
es tu deber cantar los infortunios
y que con el versar, lances tu grito
No olvidemos a los grandes luchadores
de la pluma por ideales de justicia
Hernández, Machado, Neruda, Alberti,
Benedetti… y otros tantos soñadores
Muchos de ellos con el riesgo de su vida
en cárceles y exilio pagaron su osadía.
Son tantos los problemas, tan diversos
los sucesos que nos acosan cada día
Imposible que volvamos nuestros ojos
hacia la luz del sol, del medio día
cegándonos adrede, encandilados
sin ver lo que sucede en nuestras vidas
Se puede decir tanto en un poema
un arma poderosa… perseguida
consuelo para el alma desdichada…
Al que ostenta el poder, lo mortifica
JOSÉ LANDA
Pez boquiabierto
Luego
del pez
el
poeta caerá en su propio anzuelo de palabras
Amante
del dolor
Colgará
su cuerpo de un alambre con púas
La
carne gritará maldiciones
Fantasmas
que estuvieron siempre sin querer
Cuando
el grito se suspenda en el aire
como
una cuerda de violín
Las
escamas se abran a la tortura
No
brillará la sangre del poeta como su lengua sin infierno
ALAIN BOSQUET
Retrato de un
hombre inquieto
Se retira hacia el fondo de sí mismo a pensar
lo poca cosa que es. Tal vez se vuelve al árbol
que le sugiere un gesto. Al cabo de una hora,
es la arena más bien quien le influye. Indolente
recuerda un viejo amor. Se cree bien conservado
a pesar del olvido y la sangre agolpada
sobre su corazón. No estaría tan inerme
si tuviera un amigo: por ejemplo un guijarro,
un ave moribunda, una colina cálida.
Cierra primero un ojo, luego el otro, escrutándose
con furor. No descubre nada fundamental
en sus pulmones ni en sus almas, que se quita
una detrás de otra, igual que sus camisas.
Toda serenidad le parece una ofensa.
De: "Sonetos para un fin de siglo"
Se retira hacia el fondo de sí mismo a pensar
lo poca cosa que es. Tal vez se vuelve al árbol
que le sugiere un gesto. Al cabo de una hora,
es la arena más bien quien le influye. Indolente
recuerda un viejo amor. Se cree bien conservado
a pesar del olvido y la sangre agolpada
sobre su corazón. No estaría tan inerme
si tuviera un amigo: por ejemplo un guijarro,
un ave moribunda, una colina cálida.
Cierra primero un ojo, luego el otro, escrutándose
con furor. No descubre nada fundamental
en sus pulmones ni en sus almas, que se quita
una detrás de otra, igual que sus camisas.
Toda serenidad le parece una ofensa.
De: "Sonetos para un fin de siglo"
Versión de Enrique Moreno Castillo
DEREK WALCOTT
El mar del verano, la carretera de asfalto caliente en
declive...
El mar
del verano, la carretera de asfalto caliente en declive, esta
hierba, estas chozas que me hicieron,
jungla y cuchilla siembran hierba brillando tenuemente junto a la cuneta,
el filo del arte;
las cochinillas bullen en el bosque sagrado,
nada puede hacerlas salir con fuego, están en la sangre;
sus bocas rosas, como querubes, cantan de la lenta ciencia
del morir -todo cabezas, con, en cada oreja, un ala diáfana.
Arriba, en la Reserva Forestal, antes de que las ramas irrumpan en el mar,
miré por la ventana móvil y herbosa y pensé «pinos»
o coníferas de algún tipo. Pensé, deben de sufrir
en este calor tropical con su idea infantil de Rusia.
Entonces, de pronto, de sus troncos pudriéndose, signos perturbadores
de la fe que traicioné, o la fe que me traicionó-
mariposas amarillas alzándose en la carretera a Valencia
balbuciendo «sí« ante la resurrección: «sí, sí es nuestra respuesta»,
El Nunc Dimittis de su coro verdadero.
¿Dónde está mi libro de himnos de niño, los poemas ribeteados
con hoja de oro, el cielo que adoro sin fe en el cielo,
mientras el Verbo, apenado, se volvió hacia la poesía?
¡Ah, pan de vida que sólo el amor sabe leudar!
Ah, Joseph, aunque ningún hombre muera jamás en su propio país,
la hierba agradecida brotará espesa de su corazón.
hierba, estas chozas que me hicieron,
jungla y cuchilla siembran hierba brillando tenuemente junto a la cuneta,
el filo del arte;
las cochinillas bullen en el bosque sagrado,
nada puede hacerlas salir con fuego, están en la sangre;
sus bocas rosas, como querubes, cantan de la lenta ciencia
del morir -todo cabezas, con, en cada oreja, un ala diáfana.
Arriba, en la Reserva Forestal, antes de que las ramas irrumpan en el mar,
miré por la ventana móvil y herbosa y pensé «pinos»
o coníferas de algún tipo. Pensé, deben de sufrir
en este calor tropical con su idea infantil de Rusia.
Entonces, de pronto, de sus troncos pudriéndose, signos perturbadores
de la fe que traicioné, o la fe que me traicionó-
mariposas amarillas alzándose en la carretera a Valencia
balbuciendo «sí« ante la resurrección: «sí, sí es nuestra respuesta»,
El Nunc Dimittis de su coro verdadero.
¿Dónde está mi libro de himnos de niño, los poemas ribeteados
con hoja de oro, el cielo que adoro sin fe en el cielo,
mientras el Verbo, apenado, se volvió hacia la poesía?
¡Ah, pan de vida que sólo el amor sabe leudar!
Ah, Joseph, aunque ningún hombre muera jamás en su propio país,
la hierba agradecida brotará espesa de su corazón.
Versión de Vicente Araguas
ERVEY CASTILLO ALCUDIA
Aunque duermas
Todos
dormidos y los sueños despiertos.
Soñamos,
¿para
qué?
pero
soñamos
(Paciencia,
Dios es un invento de la impaciencia.)
¿Y
morir? ¿Alzarse al vuelo?
Volar
es una sensación que se vive cuando ya no se muere.
Un ave
es un sueño despierto del aire.
ROGER WOLFE
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