sábado, 15 de noviembre de 2025


 

ÁLVARO MENÉN DESLEAL

 

 

El bosque de pinos

 

 

En la montaña,
tomados de las manos,
corre que corre
van los pinos gigantes
con los pinos enanos.

 

 

HUGO LINDO

 

  

Y nacieron la espora, el alga suave

 


Y nacieron la espora, el alga suave,
el cuchillo de plata
que corta las entrañas del océano.

Y fueron separadas, por la mano del trueno,
las aguas verticales
y el llanto echado sobre el haz del mundo.

Y cada bestia tuvo un nombre mágico
para decir su inútil inocencia.

Águila se llamó el furor con alas.
Mariposa, la luz.
Serpiente el mal, con su sabiduría.
Cenzontle el canto amaneciendo al aire.
Tortuga, la quietud casi de piedra,
casi de eternidad, casi de muerte;
y Paloma el amor.

Y Afán mi nombre.

 

De: “Maneras de llover”

 

ENRIQUE JARAMILLO LEVI

 

 

Soy y no soy la memoria

 

 

Soy y no soy la memoria
capaz de preservar la fugaz esencia
de los mejores tiempos.
Esos que dejaron vivencias
que equivocadamente
uno cree imposibles de olvidar.

Un poema como éste
sólo a veces logra
rescatarlos de la niebla
que suele preceder al olvido.
Pero algo es algo y peor es nada
suele decir el filósofo improvisado
en que a ratos me convierto.

Y ese algo es al mismo tiempo
lo que rescata y lo que diluye
los gajes de la escritura
cuando más que oportuna
se vuelve fundamental
para quien hace de las palabras
vías de acceso a la emoción.

 


RAFAEL SARAVIA

 

 

 

Mi revolución es compañera del poco a poco. No le gusta el azúcar, pero ama lo dulce. Sabe pegar duro. Normalmente pega la vuelta. Nunca se confunde porque su apuesta siempre acaba en ella misma.

 

EDINSON ALADINO

 

 

Telaraña


Aquí yace otro revestimiento
de fineza, la silenciosa araña,
sus patas son escritura.

En el centro de su laberinto
tiembla el aire
y las mariposas estampan su vuelo
con los esqueletos de la tarde.

Se esparcen en la noche
las meditaciones de la araña
sobre los hilos brillantes,
cordaje sinuoso de la forma.

El otoño cabe en esa arquitectura
tan peque
ña como un puño semi cerrado
y tan inmensa como el rel
ámpago
o la envoltura del bosque.

La araña aquilatando el velo
al final de la jornada.
Es la base de la luz
en la fineza de la roca.

Vivir así es conversar
con la elasticidad del aire
para celebrar la suspensión
del abismo y la caída.

La araña que muere
para dejar su tejido
alcanza el milagro de la permanencia,
la pir
ámide hechizada
por la arena del ge
ómetra.

 

MYRIAM BEN

 

  

Y pasa la vida

 

 

El rocío ya no probará
el primer beso de la mañana
Y duermes
una flor de los campos
en la mano

El sol ya no hará madurar
la hierba enloquecida de vida

Y duermes
a la sombra de mi bosque
Cuando el viento
tiembla en la pradera

Hielas el sol
rayo de fuego
que has generado
y que mantengo cautivo
para calentarte
con mis manos

Pero no oyes el junco
Su dulce brote
que crece que crece
canto dulce y doloroso
de la flauta que teje
el nacimiento del día
el grito del sacrificio
el murmullo del agua que va al río
Cuando duermes
cerca del agua clara

Y duermes
Una flor imaginaria
Una flor de los campos
Una flor salvaje
Mi quimera
Un perfume de trigo
sobre los labios

 

De: “Sur le chemin de nos pas”

Versión de Souad Hadj-Ali Mouhoub.

 

Nota: Myriam Ben, seudónimo de Marylise Ben Haïm.