domingo, 9 de noviembre de 2025


 

WILLIAM ARCHILA

 

 

Whitman

 

 

En la tarde, cuando salgo a caminar por la ciudad, llevo un libro en el bolsillo
de la chaqueta –páginas polvorientas que vienen de cortezas soleadas.

Las avenidas corren con el trajín del tráfico, del ruido de los tranvías
que llegan al centro, el humo se deshilacha por todas partes.

El muchacho del quiosco de revistas guarda todo para irse a su casa;
está cansado de gritar todo el día al aire: «Fue visto cerca del mar».

Otro muchacho, un lustrador de zapatos sentado a su lado, dobla
el periódico como un mapa y me dice, «Es cierto, todo es verdad».

Desde el café, una canción de piano sale a la calle,
lanzada por los dedos huesudos de un hombre negro.

Al final de la calle, sobre la entrada de un rascacielos,
un letrero de neón parpadea en verde: ¿Qué es la hierba?

En las paredes viejas de un callejón, alguien ha pintado
con letras gruesas, trazos largos y rojos, «Él estuvo aquí».

¿Y si todo esto fuera cierto? ¿Quién es el viejo de barba blanca
sentado en la banca, fumando un cigarro?

¿Y si los mecánicos, los bomberos, los pilotos de ferris,
los trabajadores de la calle, todos, lo conocían?

En las calles heladas y azules nos encontramos con extraños,
y desviamos la vista hacia el humo o los carros que pasan.

Pasamos horas que se come el tic-tac del reloj
encerrados en nuestra piel y lejos de las palabras

que crecen a la luz del sol, lejos del golpeteo
del calor, con la mano hecha un puño, un sonido de hojas.

Pero todavía lo veo, su eco se hace profundo en la sombra,
hojas azules mojadas por la lluvia. Lo escucho en la mendiga

que va empujando un carro, en el carnicero afilando cuchillos, en el granjero
recogiendo uvas, su espalda arqueada y morena se eleva como un sol cansado.

No puedes decirme que el inmigrante recitando versos en el bus,
de pie junto al conductor, no es dueño de su voz de tierra.

La noche se extiende sobre los techos. La maquinaria ha parado.
La multitud vuelve a casa, pero es un paseo silencioso.

  

De: “The Art of Exile”

Versión de Mario Zetino

 

HUGO LINDO

 

  

IV

 

 

Este ser angustiado que venía
tropezando en la historia
y hallaba en la batalla o en el lecho
la razón de su sangre.

El pequeño animal,
la dulce bestia,
trozo de instinto y manantial de sueño.

 

De: “Sólo la voz”

 

 

ASSIA DJEBAR

 

 

Poema al sol

 

 

Liberé el día
de su jaula esmeralda
como una fuente viva
resbaló de mis dedos.

Liberé la noche
de la tumba de la onda
como un manto de lluvia
cayó sobre mí.

Liberé el cielo
de su lecho de cardos
en un rayo de orgullo
despegó como rey.

Arrojé el sol
a la escena del mundo
la sombra era tan profunda
que se convirtió en proscrito.

 

De: “Poemas para una Argelia feliz”

Versión de Souad Hadj-Ali Mouhoub.

 

Nota: Assia Djebar, seudónimo de Fatma Zohra Imalayene.

 

ENRIQUE JARAMILLO LEVI

 

  

Lo que realmente importa

 

 

I

Todo parece indicar que una vez más, confiado,
he vuelto a los amplios predios de la poesía.
A cobijarme en sus poderes de sugerencia
y militante improvisación
abierta siempre al escrutinio.
A esa forma tan suya de darse a manos llenas
como si fuera maná del cielo
presta a suplir los vacíos hondos
de mi hambre y sed de sabiduría.

 

II

Y aquí estoy, al fin confiado otra vez
en algo que no sea mi ego
tan vapuleado últimamente
por los primeros estertores
de una vejez creciente.

 

III

No sabría decir si es la poesía misma
                             –generosa siempre–
la que solícita se nos entrega sin condición alguna
o es quien se siente poeta
el que al convocarla la recrea.
No creo que importe resolver la incógnita
vigente desde el comienzo de los tiempos.
Lo que realmente importa, me digo,
es darle un sitio de privilegio a la poesía
en lo que nos quede de vida.
Absoluta prioridad
cada vez que la ansiedad
o los embates de la tristeza
nos reten a aceptar las cosas como son
o han sido alguna vez.
Como hago en este momento de lucidez
que no hay cómo saber si se repita.

 

 

RAFAEL SARAVIA

 

 


 

Esta revolución parece poca cosa. Tiene su grado de ruptura, su punto de inflamación convenientemente alimentado, pero le falta aderezo. Un par de soflamas bien traídas engordarían sustancialmente este cuerpo anoréxico de revolución. Porque esta revolución mía viene distraída. Gasta enfermedades ajenas a las revoluciones más sofisticadas, cojea de timidez, le falta candor y hambre de destrozo. Viene con aliento de fuego sí, pero uno de esos que acompaña, uno que se ha vuelto más lumbre y compañía íntima, nada parecido al corte flamígero de las espadas que Uriel utilizó para vigilar ese vergel impenetrable.

 

AICHA DJELLAB

 

  

Soy libre

 

 

Soy libre
y no daré explicaciones…
porque no tengo que darlas
No me preocupa que lo permitas… o que no vuelvas a permitirlo
Cerraré mis ventanas y mis paredes
para que entre el sol de mi abril
y elimine todo lo que representa el miedo de mi alma y mi conciencia
para que crezca la rama de mis cantos
y cubra con su sombra las lunas por venir
y ofrezca luz y flores a las generaciones, a los pájaros, al sol
y teja la prenda de mis sueños
con dos hilos del orgullo y del esplendor
así no ocultaré mi identidad tras las palabras y los símbolos.

 

 

De: “Fragmentos de mí misma”

Version de Souad Hadj-Ali Mouhoub.