"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 30 de diciembre de 2019
PEDRO GANDIA
Zwiefalt
Por la noche, cansado de aprender
tantas cosas inútiles, te pierdes
en cualquier paraíso artificial.
Alguien te pide fuego con los ojos.
Lo fijo y lo volátil de la carne.
Apura de su ser la negritud.
No has de temer que lleguen esas noches
en que nada merece ser vivido.
Para tenerlo nuevamente, escribe
de un ser entre Ganímedes y Venus.
Y, en tus versos, corónalo de rosas
y de violetas, porque es ella y él.
De: "El Perfume de la Pantera"
Por la noche, cansado de aprender
tantas cosas inútiles, te pierdes
en cualquier paraíso artificial.
Alguien te pide fuego con los ojos.
Lo fijo y lo volátil de la carne.
Apura de su ser la negritud.
No has de temer que lleguen esas noches
en que nada merece ser vivido.
Para tenerlo nuevamente, escribe
de un ser entre Ganímedes y Venus.
Y, en tus versos, corónalo de rosas
y de violetas, porque es ella y él.
De: "El Perfume de la Pantera"
LÉOPOLD SÉDAR SENGHOR
Luxemburgo, 1939
Esa mañana de Luxemburgo, ese otoño de Luxemburgo,
como pasaba y repasaba mi juventud
Sin vagabundos, sin aguas, sin barcos sobre las aguas, sin
niños, sin flores.
¡Ah! las flores de septiembre y los gritos curtidos de los
niños que desafiaban el invierno próximo.
Sólo dos viejos "chiquillos" que ensayan a jugar al tenis.
Esa mañana de otoño sin niños — ¡cerrado teatro de los
niños!
Ese Luxemburgo donde no encuentro más mi juventud, los
años frescos como el césped.
Vencidos mis sueños, desesperadamente, mis camaradas
¿es posible?
Helos aquí que caen como las hojas sobre las hojas,
decrepitud herida de muerte, pisoteada, toda sangrante
de sangre
Que se recoge sin saber para qué fosa común
No reconocí ya ese Luxemburgo, a esos soldados que
montan guardia.
Se instalan los cañones para proteger la retirada rumiante
de los Senadores
Se cavan las trincheras bajo el banco donde tomo la dulzura
que surge de los labios.
Este letrero ¡ah! sí, ¡peligrosa juventud!...
Veo caer las hojas en los refugios, en las fosas, en las
trincheras por donde serpentea la sangre de una
generación
La Europa que entierra la levadura de las naciones y la
esperanza de las nuevas razas.
SILVIA EUGENIA CASTILLERO
Cantos
De
la piedra, Eloísa,
vuelves
incandescente, de cada piedra
eres
extraída en un cúmulo de años:
rosetones
de lo que fue tu cuerpo.
Te
aligeras, tal vez
te
aligeras cuando apareces bajo el cincel,
clara,
cálida, de un ocre matutino. La luz
con
su prisma incita tu boca impregnada de sol.
Pero
la piedra te arrebata,
sólo
mis sensaciones te reconocen, ruedas
entre
los bloques extraídos del suelo, cantos
agudos
y esculpidos te arrastran del detalle
hacia
el tiempo tumultuario y amorfo.
ANA MARÍA FUSTER
Polvo de Piscis
Polvo
serán, mas polvo enamorado
Francisco
de Quevedo
Hay
polvo enamorado de tu polvo
Manuel
Ramos Otero
Polvo
de luna
Polvo
de peces y piel.
Dos
hombres se regalan sudores de leche
polvo
sobre polvo en las grietas de Eros;
mujer
y mujer se besan la luna de sus ternuras
espejos
de sonrisas en miel de Safo y espesuras
polvo
de nácar, manos, pubis angelical;
la
luna de piscis ilumina a un él y una ella
cartografían
sus ecuaciones, el oleaje y el horizonte,
el
faro y la sirena en nido de cueva.
Eróscopo:
somos los seres del grito,
jadeando
desnudeces bajo la luna
repitiéndonos
en el mundo,
sombras
sobre sombras,
multiplicándonos,
renacemos
una y otra vez
sin
vendas en los ojos
labios
y lucha
sexos
y libertad
en
la orgía de los sueños
y
las verdades en cuerpo de palabra:
polvo
sobre polvo
polvo
enamorado.
JULIO TRUJILLO
El mundo de ayer
Era
un mundo de espacios fatigables
entre
uno y su deseo
(un
mundo muy Cernuda,
pero
también muy Aristóteles y Joyce:
peripatético).
Era
un mundo de muslos y de trenes y de
discos
de larga duración
y
lados B,
un
mundo para fémures y tibias,
para
la oreja y no para el oído,
para
la mano y no para el delirio
del
pulso digital.
Era
ir dejando un surco entre la tele
y
el sillón
(y
todo para ver
qué
había entre el 2 y el 13),
un
surco en el Atlántico y el cielo
con
sólo un timbre y una dirección.
En
el periódico,
a
las tres de la mañana,
usábamos
un cutter y una escuadra
para
formar
el
suplemento cultural del sábado
(y
nos pagaban con billetes engrapados).
Era
un sistema métrico distinto:
las
cuadras, las semanas y las vueltas
del
disco del teléfono
marcaban
pausas
que
el hombre aprovechaba para hablar
consigo
mismo.
Sabíamos
bordar
silencios e irnos
por
las ramas.
Nuestras
junturas eran para estar.
LÍBER FALCO
Final
Nadie
te esperaba, nadie.
Tampoco
ahora
nadie
te esperará.
Detrás
de la última puerta
tú
sólo, y nada
y
nadie.
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