viernes, 14 de noviembre de 2025


 

ÁLVARO MENÉN DESLEAL

 

 

La vitrina

 

 

Pecera de aire.
Nacimiento con gafas.
Breve escenario
de la dura comedia
por el pan diario.

 

 

HUGO LINDO

 

  

Toda la historia cabe en tus caderas

 

 

Toda la historia cabe en tus caderas,
mundo perfecto,
almendra de los sueños,
pluma multicolor de la alegría,
jade inocente,
suave espuma,
flor de acompañamiento,
huacal redondo,
jícara madura,
amanecida grácil de la estrella,
trozo de la esperanza,
promesa largamente silenciosa,
hierba del monte,
luz de las mazorcas.

Toda la historia cabe en tu regazo,
vientre fecundo,
mano acariciante,
tez de manzana-rosa,
cabello de obsidiana devanada,
nixtamalero rútilo,
aroma vegetal,
sahumerio fino,
humus de los milagros,
renovación perenne de la raza.

Todo el amor te cabe en los oídos,
laberintos de asombro,
caracoles,
cuevas morenas,
musgos de deleite,
casas de la ilusión y del espasmo,
nidos de melodía,
barrancas del silencio despeñado,
tambores de avidez,
hondos estuches del susurro.

Todo el dolor te cabe en las pupilas,
piedra de los volcanes,
semillas de pacún,
granos de noche,
brillo de las albercas escondidas,
pozos de dulce,
congregación de lágrimas,
joyas vivas de la luz,
espejos de la sombra,
carbones torturados,
brasa de la ternura sin orillas.

Toda la raza cabe en tu presencia,
cauce del tiempo,
río sin desmayo,
collar de muchas cuentas,
mazorca innumerable,
estero silencioso,
guardiana de rituales renovados,
custodia del futuro,
portera de las puertas de la tierra,
protectora morena,
madre de madres hasta el fin del mundo.

 

De: “Maneras de llover”

 

ENRIQUE JARAMILLO LEVI

 

  

Pensándolo bien

 

 

El clima, una vez más, se ha exacerbado.
Llueve y hace frío apenas un momento
después de una tarde intensamente soleada.
Se parece a esos cambios bruscos
del temperamento que a veces
nos sacuden sin causa aparente.
Si hurgamos un poco
casi siempre hay un motivo,
una causa oculta que explica
la razón de ser de ambos fenómenos.

Y sin embargo, pensándolo bien,
descubro que este poema,
–del todo inesperado–
nace en un instante de hondo tedio;
pero al mismo tiempo
                        sabiendo
que no todo lo que es
o lo que de pronto ocurre
viene siempre de alguna causa
ni tiene por qué justificarse.

 

 

RAFAEL SARAVIA

 

 


 

Mi revolución no vigila el jardín, es arenga e invitación a participar de él. Es una revolución que acompaña, no es de esas que pisa por conquistar la nada. Es una revolución perezosa en el arte de la convicción. Ella se muestra prudentemente y ya si eso comparte conducta con quien se arrima a silbar con ella. Desde hace un tiempo para acá su importancia está a la altura del canto despreocupado que conjuga la complicidad de las minorías.

 

 

EDINSON ALADINO

 

  

La isla de Calipso

 

 

Déjame consolarte del viaje de tu espada;
la tristeza es una ciudad en ruinas
y el poeta dibuja en los o
ídos de barro
la trama de tus d
ías que es mi isla.
D
éjame sorprenderte desnudo sobre la arena
recordando tu antigua vida;
tu desnudez ausente de guerrero y sabio,
de artesano y gu
ía,
tu desnudez de rey en el destierro,
sin naufragio a barco deseado,
sin rutas o cabellera m
ás precisa
que esta bah
ía a su temblor indócil.
D
éjame llenar tu boca con mis senos,
navegar en lo salado,
hundirme en la cicatriz de tu muslo
y resumirte el regreso a Ítaca
donde vuelves a ser nadie,
donde nadie te reconoce y nadie eres.
Déjame sujetar tu frente con mi sueño,
darte la tranquilidad del niño
y aligerar tu rostro como un dios
que todo lo sabe y todo lo puede.
Déjame recordarte desde los sargazos de mi isla,
escuchando la luminosidad de tu barco
que se aleja sin anunciar la despedida.

 

MYRIAM BEN

 

 

El viento y la ráfaga

 

 

Me he olvidado del mundo
En la ráfaga y en el viento
Me he olvidado de la tierra
En la ráfaga y en el viento
Ya no sé los lugares
Donde escondía mis piedras

Soy la prisionera
De pie en la polvareda

Me he olvidado de tu canto
Me he olvidado del mar
Ya no sé tus ojos
Ya no sé tu mano
Me he olvidado de las piedras
He perdido nuestras mañanas
De pie en la luz
En la ráfaga y en el viento

Soy la prisionera
De pie en la polvareda
Sin recuerdo de la noche
Sin noche y sin sol

He perdido mi camino
Ya no veo mi ruta

En la ráfaga y en el viento

Ya no oigo tus pasos
Oigo un canto a lo lejos
La ráfaga el viento
Tengo miedo de lo que viene
Soy la prisionera
La prisión la prisionera
La prisión la prisionera

 

De: “Sur le chemin de nos pas”

Versión de Souad Hadj-Ali Mouhoub.

 

Nota: Myriam Ben, seudónimo de Marylise Ben Haïm