"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 23 de septiembre de 2019
ROBERTO AMÉZQUITA
Invocación
El
inicio de la noche es apacible y sagrado:
Hölderlin,
yo te invoco,
yo clamo sobre un libro tuyo
que es lo único que me queda
para pronunciar los astros en penumbra.
Hölderlin, yo te invoco,
¡debe arder el madero de tu palabra!,
de otro modo se me acabará la noche,
se extinguirá el fulgor de las estrellas
y las parcas callaran su seducción.
Hölderlin, yo te invoco,
busco en tu nombre un aire claro,
una delicia nueva que brote de las nubes
antes que vuelva el escándalo del día.
Hölderlin,
toco campanas en el abismo de tu nombre
esperando que un verso tuyo
resplandezca el conocimiento de la tiniebla;
que cobre vida en un poema toda sombra,
y que encienda los umbrales esta noche,
que más
no hace falta.
yo clamo sobre un libro tuyo
que es lo único que me queda
para pronunciar los astros en penumbra.
Hölderlin, yo te invoco,
¡debe arder el madero de tu palabra!,
de otro modo se me acabará la noche,
se extinguirá el fulgor de las estrellas
y las parcas callaran su seducción.
Hölderlin, yo te invoco,
busco en tu nombre un aire claro,
una delicia nueva que brote de las nubes
antes que vuelva el escándalo del día.
Hölderlin,
toco campanas en el abismo de tu nombre
esperando que un verso tuyo
resplandezca el conocimiento de la tiniebla;
que cobre vida en un poema toda sombra,
y que encienda los umbrales esta noche,
que más
no hace falta.
CLAUDIA MASIN
Tomboy
Yo
no sé cómo se hace para andar por el mundo
como si solo hubiera una posibilidad para cada cual, una manera
de estar vivos inoculada en las venas durante la niñez,
un remedio que va liberándose lentamente en la sangre a lo largo
de los años igual que un veneno que se convierte en un antídoto
contra cualquier desobediencia que pudiera
despertarse en el cuerpo. Pero el cuerpo no es
una materia sumisa, una boca que traga limpiamente
aquello con que se la alimenta. Es un entramado
de pequeños filamentos, como imagino que son los hilos
de luz de las estrellas. Lo que nunca podría
ser tocado: eso es el cuerpo. Lo que siempre queda afuera
de la ley cuando la ley es maciza
y violenta, una piedra descomunal que cae desde lo alto de una cima
y arrasa lo que encuentra. ¿Cómo pueden entonces
andar tan cómodos y felices en su cuerpo, cómo hacen
para tener la certeza, la seguridad de que son eso: esa sangre,
esos órganos, ese sexo, esa especie? ¿Nunca quisieron
ser un lagarto prendido cada día del calor del sol
hasta quemarse el cuero, un hombre viejo, una enredadera
apretándose contra el tronco de un árbol para tener de dónde
sostenerse, un chico corriendo hasta que el corazón
se le sale del pecho de pura energía brutal,
de puro deseo? Nos fuerzan
a ser aquello a lo que nos parecemos. ¿Nunca
se te ocurrió cómo sería si en lugar de manos tuvieras garras
o raíces o aletas, cómo sería
si la única manera de vivir fuera en silencio
o soltando murmullos o gritos
de placer o de dolor o de miedo, si no hubiera palabras
y el alma de cada cosa viva se midiera
por la intensidad de la que es capaz una vez
que queda suelta?
como si solo hubiera una posibilidad para cada cual, una manera
de estar vivos inoculada en las venas durante la niñez,
un remedio que va liberándose lentamente en la sangre a lo largo
de los años igual que un veneno que se convierte en un antídoto
contra cualquier desobediencia que pudiera
despertarse en el cuerpo. Pero el cuerpo no es
una materia sumisa, una boca que traga limpiamente
aquello con que se la alimenta. Es un entramado
de pequeños filamentos, como imagino que son los hilos
de luz de las estrellas. Lo que nunca podría
ser tocado: eso es el cuerpo. Lo que siempre queda afuera
de la ley cuando la ley es maciza
y violenta, una piedra descomunal que cae desde lo alto de una cima
y arrasa lo que encuentra. ¿Cómo pueden entonces
andar tan cómodos y felices en su cuerpo, cómo hacen
para tener la certeza, la seguridad de que son eso: esa sangre,
esos órganos, ese sexo, esa especie? ¿Nunca quisieron
ser un lagarto prendido cada día del calor del sol
hasta quemarse el cuero, un hombre viejo, una enredadera
apretándose contra el tronco de un árbol para tener de dónde
sostenerse, un chico corriendo hasta que el corazón
se le sale del pecho de pura energía brutal,
de puro deseo? Nos fuerzan
a ser aquello a lo que nos parecemos. ¿Nunca
se te ocurrió cómo sería si en lugar de manos tuvieras garras
o raíces o aletas, cómo sería
si la única manera de vivir fuera en silencio
o soltando murmullos o gritos
de placer o de dolor o de miedo, si no hubiera palabras
y el alma de cada cosa viva se midiera
por la intensidad de la que es capaz una vez
que queda suelta?
Basado en el film Tomboy, de
Céline Sciamma, 2011
EMILCE STRUCCHI
VII
Sigue de pie.
No
hay culpables ni castigos pendientes.
Indefensa,
ella aguarda absolución.
Desde
los hombros la cubre un negromanto.
Y
en las profundidades,
discípulas
promesas
arrasan
hasta
las balas.
La
toman de rehén.
Yo
exijo que le restituyan
la
libertad que defendía.
YEMIRA MAGUIÑA
Herencia
Prolongaciones
espectrales arrancan mis gafas desgastadas
con
la intención de acercarme a la profundidad de los ojos asesinos de mi padre
yo
no soy él, el errante
yo
no soy la culpa de su camino sin retorno, ni de sus historias eróticas acabadas
en sucios bares
Solo
porque tengo su cara, su gesto violento, su pulcritud, su ironía viva
me
llaman el no querido
a
nadie le interesa que no soy el que ven de mi pasado
esta
agonía permanente en la puerta grande me asfixia
aprovecho
cada sombra para sentirme nada
y
a pesar de todo esfuerzo sigo siendo el negado, el maldito, el elegido, el
heredero.
MAGDALENA CAMARGO LEMIESZEK
Talita Cumi
«A
quién le debo
esta
herida sangrante
que
llevo en el corazón
y
que me pertenece todavía».
Tobías
Díaz Blaitry
Sobre
mi regazo han madurado las cerezas,
pero
son amargas incluso en el centro de su hueso
y
su carne es un mineral rojo
de
donde una savia incierta se desprende.
¿Qué
debo hacer con un puñado de cerezas?
Arrojarlas
es una ilusión estéril,
pues
no hay vientre bueno para ellas en el curso de la tierra,
solo
un polvo que ha aprendido a dividirse
y
juega a ser serpiente con el viento.
Quizás
debo dejarlas ir con la corriente
y
aprendan a ser eternas en el agua
y
vuelvan a inventar sus raíces en el fondo
y
crezcan en la corriente líquidos cerezos
y
sus hojas se apoderen del movimiento de las olas
y
dancen transparentes y en misterio
y
vuelvan sus frutos a ser dulces.
En
el cielo se vislumbrará el volátil latido y la bandada,
y
sabré que pende en la rama una única crisálida
jugando
tal vez a la esperanza
de
convertirse un día en mariposa
Suscribirse a:
Entradas (Atom)