miércoles, 13 de abril de 2016


LIVIO RAMÍREZ




6



Alquimia del amante

Cubierta por mis ojos
duermes sobre la noche.
Yace,
palpita el astro de tu cuerpo:
tendido está el relámpago
fijo,
sin movimiento.
En tus ojos cerrados
se madura la luz.
Sobre tus labios entreabiertos brilla
la más bella palabra:
cascada de ti misma,
surtidos de silencio:
maravilloso abismo tu boca que contemplo.

Olvidando su nombre
casi no fluye el tiempo.
Es un ramaje de oro
en las manos de un ciego.

De: Descendientes del fuego


FRANCISCO GRANIZO RIBADENEIRA




Hundiste eterna mosca



Hundiste, eterna mosca,
en raudo gozo,
en la triste carroña
los huevos de tu horror.
De tus voraces crías es el tiempo.
Es tu prolífica estación horrenda.
Y en esta primavera,
yo, de la mano te traigo, ciego,
al pavoroso aprisco de la carne doliente,
sordo, al rumor te acerco del hato infame.
Apacienta tus gusanos, zagal.

Pero a tu lado
llorando
amando
devorando
rompo mi corazón
lejos de ti lo arrojo
eternamente
vomitando
¡llena, asqueroso, el hueco
del devorado
del arrojado corazón!

¡Ay, no, nada de ti, que hasta tus ecos pudren nuestra voz!
Torna a tu cielo,
Padre,
bruto amantísimo,
sucio hueso consolador
de la vida te arranco.
Sobre la breve tierra soy
y bello en la muerte
breve
puro
desnudo
lejos de ti en la muerte.



ALFONSO REYES




Tardes así…



Tardes así, ¿Cuándo os eh respirado?
Sueltos cabellos, húmedos del baño;
olor de granja, frescor de garganta,
primavera hecha toda flor y agua.
Se abrió la reja y fuimos a caballo.
El cielo era canción, caricia el campo,
y la promesa de la lluvia andaba
viva y alegre por las cumbres altas.
Cada hoja temblaba y era mía,
y tú también, de miedo sacudida
entre presentimientos y relámpagos.
Latían entre nubes las estrellas,
y nos llegaba el pulso de la tierra
desde el tranco ligero del caballo.


(TARDES ASÍ, OC X).



HÉCTOR DE PAZ




En el principio de las velas



cuando la noche cae densa
como un remordimiento lejano

revuélcate jadeando
espanta con alaridos sombras de la pared
vomita sangre y rencor
patea puertas
rompe ventanas
arráncate una costilla
derrama como vinagre el cáliz

pero nunca
te quedes
callado.


De: Pondrás tu boca en el polvo (2002)




EUGENIO DE NORA



  
Un deber de alegría



¿Yo fui triste?
En la noche
siento que avanza el mundo como el amor de un
                                                                cuerpo,
como la pobre vida, combatida y cansada,
aún encuentra en la noche la ceguedad del cuerpo,
la ternura del cuerpo
queriéndose, buscando
en quién querer, con manos
deslumbradas y humanas.

Todavía, mientras dura la noche,
mientras la soledad, tan tuya,
y la inmensa tristeza, sedienta y sin sosiego
de los que multiplican tu soledad en mundo
funden -Eugenio, España- una tiniebla sola,
todavía
algo queda en el alma, y si aprietas los ojos
por despertar, por no creer la sombra,
aún fragmentos de aurora la sangre te daría.

Cuando la pobre gente de nuestro pueblo llega
del sudor y del polvo, del trabajo vendido
con el alma cerrada, cuando
llega y encuentra el día que se acaba temblando
en la lumbre cocida y alimenticia, llega
y cae, la pobre gente oscura,
derribada en las sillas; y encuentra la sonrisa
todavía, la hermosa, prodigiosa sonrisa
-si hay algo prodigioso- del viviente que tiene
aún no lo necesario;
entonces, duramente,
algo en mí se incorpora, y siento, sin remedio,
un deber de alegría.

No hay fatiga. Nosotros
excedemos el tiempo. La estatua congelada
detenida en las calles, nosotros estrechamos
su mano y la fundimos.
                                           Ellos, ellos,
quienes casi no viven, y esperan, me lo dicen,
y yo puedo escucharlo.

                         Nunca sueña quien ama, nunca
está solo. La pujanza es idéntica.
De la rosa ofrecida
al amor, a la piedra
fijada con amor, a las balas
hundidas y enseñadas
por amor, todo avanza
y edifica. ¡Despierta!

Y enemigo, expulsado de la tristeza, siento
cómo la aurora iza su bandera rociada.

 


LÊDO IVO




Por última vez




En la iglesia de nuevo se abre el ataúd
y los acompañantes vuelven a contemplar
el rostro del difunto.
Oh, Muerte, ¿dónde está tu victoria?
Todo sepulcro es una cuna en el suelo del universo.
Como la araña que hace estremecer la hierba
fuiste apenas un instante. Nadie te encontrará
cuando vuelvas a renacer entre las estrellas.