lunes, 10 de julio de 2017


ELEONORA FINKELSTEIN




Delitos menores



Los recuerdo perfectamente bien.
Con nombres y apellidos.
Robaban y venían a mí como a una diosa
con las mochilas llenas de cosas inútiles:

felpudos que decían Welcome
pero se ataban a los muros con cadena.
Faroles como animales eléctricos
a la intemperie.
Enanos de yeso y toda esa porquería
de “somos una familia feliz”.

“No pasarán”,
rayábamos en la entrada de nuestras casas
y reíamos encantados, convencidos de algo.
No sé bien de qué.

Dicen que la verdad limita con la mentira.
Dicen que igual hace lo suyo mientras puede.

Por mi parte, miraba al cielo y languidecía,
pensaba en la inteligencia que
—aunque no se notara a simple vista—
contenía en sí mismo todo aquello.



DIONICIO MORALES




Señales



VI
Eras toda la luz reunida
en un vaso de obsidiana.
Cuerpo a cuerpo: espejo perfecto.

Puse mi mano
sobre tu desnudez
y se hizo noche.

Dios, momentáneamente,
quedó ciego
y fuimos uno, dos, tres,
ay, tantos fuimos.

Al amanecer
quedamos huérfanos del mundo.

Y todos los días,
como la vida,
empezamos a partir de cero.


De: Inscripciones y señales



VÍCTOR HUGO



  
Plenitud



Puesto que apliqué mis labios a tu copa llena aún,
y puse entre tus manos mi pálida frente;
puesto que alguna vez pude respirar el dulce aliento
de tu alma, perfume escondido en la sombra.

Puesto que me fue concedido escuchar de ti
las palabras en que se derrama el corazón misterioso;
ya que he visto llorar, ya que he visto sonreír,
tu boca sobre mi boca, tus ojos en mis ojos.

Ya que he visto brillar sobre mi cabeza ilusionada
un rayo de tu estrella, ¡ay!, siempre velada.
Ya que he visto caer en las ondas de mi vida
un pétalo de rosa arrancado a tus días,
puedo decir ahora a los veloces años:
¡Pasad! ¡Seguid pasando! ¡Yo no envejeceré más!
Idos todos con todas nuestras flores marchitas,
tengo en mi álbum una flor que nadie puede cortar.
vuestras alas, al rozarlo, no podrán derramar
el vaso en que ahora bebo y que tengo bien lleno.
Mi alma tiene más fuego que vosotros ceniza.
Mi corazón tiene más amor que vosotros olvido.


Versión de L. S.


JORGE GAITÁN DURÁN




Hacia el cadalso



Tú no has conseguido nada, me dice el tiempo,
Todo lo has perdido en tu lid imbécil
Contra los dioses. Sólo te quedan palabras,
Tú no has sido nada: ni padre ni guerrero,
Ni súbdito ni príncipe –ni Diógenes el perro;
Y ahora la muerte –cáncer y silencio en tu garganta–
Te hace besar las ruinas que escupiste.

Mas yo he sido: vilano, un día; otro, vulnerable
Titán contra su sombra. Yo he vivido:
Árbol de incendios, semen de amo
Que por un instante tiene el mundo con su cuerpo.

El idiota repite estas palabras hasta el cadalso
Interminablemente: ¡He vivido!


MARILINA RÉBORA







Como un rumor de aguas, la voz oí diciendo:
"No te estés quieta ahí, por algo toma parte.
Ni fría ni caliente, tal irás feneciendo.
Según sean tus obras, así habremos de darte.

"Ten prendida tu lámpara —la lámpara de fuego—
Pues que ya llega el tiempo y tu día es ahora.
El que tiene la hoz, El que dice: "Yo siego",
Dirá en cualquier momento que ha llegado tu hora.

"Conozco tus trabajos y también tu paciencia,
Mas tengo contra ti ese dejarse estar.
Arrepiéntete y vuelve a la obra emprendida,
Que si no vendré a ti por tu desobediencia
Para, tu candelero, remover del lugar.
Si vences, comerás del árbol de la vida",


MARUJA VIEIRA




Luz de septiembre



En la luz de septiembre
estoy buscándote.
Era una madrugada de campanas
que me ilumina todavía el alma.

Todo el amor del mundo
inundaba tus ojos.
Era un claro septiembre
de azahares.

Tu mano, firme y cálida,
en mi mano.
Tus labios en mi frente
¡y todo era tan frágil!

Como un hilo de sol
entre la lluvia.
como el perfume
de una rosa blanca.

Sobre mi cobardía
y mi derrota
gira el mundo implacable.

Te seguiré buscando,
con el amor de siempre,
en mi septiembre
solitario.