domingo, 19 de mayo de 2013

FABRIZIO CARAMAGNA




  
Aforismos



6.
Ah, poder entrelazar en una única sensación la mirada del águila,
el sentir del árbol, el rozar del viento.

Traducción de Hiram Barrios


ROSSY EVELIN LIMA





Rulfiano



No quiero hablar de llanos,
no existe entre nosotros
trémula voz de lugares etéreos.
Esto que piso es un Valle,
y cuando cara al sol despierte
el agrio recorrer de tu mirada
ya se habrá calmado.
Deberías de ver las mentiras que dejaste:
unos ladrillos rojos por donde van aplaudiendo
los pies de una niña que  pudo escapar a tu cuento.
Has dejado, para nuestra angustia,
y cada uno en su lugar,
los marcos de nuestras puertas falsas,
patios caídos, miradas diagonales,
la estatua de un santo que mira al cielo
cuando vamos murmurando
con la cabeza oliendo la tierra.  
Todas tus mentiras caminan de espaldas,
van creciendo tanto, de tal manera,
que ya no te ven escondido en espera de su canto.
La gente va diciendo
que todo es parte de tu mundo inventado,
ya nadie cree que padre e hijo
monten cansados para ir a otro pueblo,
o que generaciones de hombres curtidos
vivan en casitas blancas
rodeados de mugre,
y que ahí sufran y lloren.
Yo quiero vivir tu mentira más bella,
la que no danzó con la sonrisa trenzada,
la que no se abrió de brazos
cuando las nubes cargadas
anunciaron que tu sepia seria inherente;
yo en este Valle quiero vivir la mentira
de despertar en tu sueño
para compartirte otras raíces
de otros árboles,
que tienen la misma luz
que habías tejido
cuando en todo estabas mintiendo.


LUIS GARCÍA MONTERO





Impertinencias



En la mesa de al lado,
un jardín de señoras en domingo
abonadas al orden del murmullo
y del té con limón,
en un café de invierno por la tarde.

Se quejan de los tiempos, beben, fuman,
discuten sus secretos, asienten con sonrisas...
Y de pronto se paran a mirarte.

Despreocupada cuentas
-y en el local tu voz es como el sable
que hiere al enemigo-
una historia de cama con detalles expertos,
una manera de sentir la vida
que penetra y disuelve
la luz de iglesia,
la humillación del frío en las rodillas,
los cajones cerrados y las fotos de boda.

Cierto tipo de gente
sufre de los inviernos en los ojos,
conoce las heladas
que pasan por debajo de una puerta,
una puerta de alcoba,
allí donde la noche siempre tiene
olor de espera inútil,
y después de la espera se aceptan las mentiras,
y después el silencio.

Nada dejan los años en la mesa de al lado,
sino un murmullo que envejece y una sombra
que cruza por los labios como una cicatriz,
un rencor en la piel de la conciencia.

Tu voz es alta y joven,
va vestida de fiesta y cuando se desnuda
hace que el sol de invierno, conmovido,
se detenga un instante para apoyar la frente
sobre los ventanales del café.

ALEJANDRA PIZARNIK





Cuarto solo



Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.



ALBERTO LONDOÑO ÁLVAREZ




  
La música del recuerdo


Recuerdo cuando me regalaste la luna llena.
Esa noche tu cuerpo resplandecía como llamas
y tus ojos eran más tristes que nunca.
Qué bello silencio llenaba el ambiente;
y el olor fresco de tu piel aromaba la estancia.
Siento que la vida tiene la eternidad que cada uno merece
y el tiempo se detiene ante cada pensamiento y ante cada latido.

Cuando llega el amor, es como si el mundo fuese todo música,
como si las palomas hablaran y los árboles cantaran.
Eres el ayer encantado, el hoy indeciso y el mañana de esperanza.

Aguardaré tu regreso como un pastor espera a su oveja perdida
aunque el cielo me niegue los anhelos más apasionados
y viva día y noche encerrado en la torre de marfil de mis recuerdos
y mis lágrimas.

Y cuando ya no te vea más, allí estará la luna llena,
el crepúsculo de sangre,
la canción lejana, el susurro de las hojas muertas,
el sueño vivido
y la forma opaca de tu ser hecho melodía y verso.
Cuando te vayas, siempre habrá una sombra que seguirá a mi sombra.


JULIO ALFONSO CÁCERES





Arquitectura de tu silencio



Un marinero empuja su barco de papel
sobre las aguas bruscas de un mar amotinado…
Las playas de la tarde limitan sus sirenas
y una estrella enmudece sobre el dolor del muelle.

Más allá un tren suicida rompe colinas grises,
pasan desaforadas escuadras de pañuelos,
hay lágrimas rondando tiquetes y estaciones
y besos retardados contra las ventanillas.

Después un soplo aleve consterna el cielo cándido,
veloces pavimentos ruedan bajo los astros;
mientras cortan las hélices los caminos del ángel
al lado de un retrato desfallecen los mapas.

Todo en ti es movimiento sin que tú lo comprendas.
Cuando callas la noche pende de tu silencio.
Al borde de tus labios de ingenuo terrorismo
se asoman los diamantes versátiles del sueño.

Hay un fragor de vinos desatados,
un empuje de dagas y tabernas,
una compacta urgencia de cinturas quebradas
y de sexos tendidos al afán de la carne.

Cállate siempre en lindes de sonrisa,
en esquemas de yerta primavera;
que tu silencio esconde regocijos de níspero
para sembrar colmenas entre mi sangre tersa.

Cállate siempre, siempre…
para que el viaje se haga sin salir de tus ojos.

Detrás de tu silencio de vidrios asombrados,
suben liras dementes hasta el barro de mi alma…