sábado, 11 de julio de 2015

ALICIA SALINAS




Pateando miedos


He muerto algunas veces
otras
recorro
las calles cabizbaja
pidiendo minutos de silencio
Por todos los que como yo
mueren algunas veces.


MARIO BENEDETTI

 


159



si me enternezco
dejaré de ser justo
pero qué importa


 

 

JUAN BOSCÁN


 


Dulce soñar

 

Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.

Dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme.

¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.

 

 

 

GONZALO MILLÁN


  

13.

 

Llueve.
La lluvia mancha las calles.
El asfalto mojado es lustroso.
Los peatones se cubren.
El sombrero cubre la cabeza.
El paraguas resguarda de la lluvia.
Los zapatos entran en las galochas.
Las galochas son de goma.
La pelota es de goma.
La pelota rebota en el suelo.
La lluvia rebota en el suelo.
Llueve a cántaros.
Los cántaros son de barro.
La lluvia forma charcos.
En los charcos se forma barro.
La lluvia forma burbujas al caer en los charcos.
Los autos salpican.
El agua rebota en el techo.
Los techos se llueven.
Las goteras caen en tarros.
Las aguas corren por los tejados.
Los canalones recogen las aguas.
Los techos chorrean.
La lluvia golpea las ventanas.
Las gotas resbalan por los vidrios.
La lluvia moja.
La lluvia humedece las paredes.
La tierra se empapa.
Llueve en la ciudad.
Llueve en el poema.
El anciano escribe.
Las gotas de lluvia no son centavos.
Ojalá fueran centavos las gotas de lluvia.

 

De “La ciudad”

 

 

CÉSAR CALVO


  

El sabio


Permaneció en la ventana
durante largos, largos años, viendo
caer las hojas, la nieve, viendo caer
las hojas
y
la nieve.
Cuando se acordó de sus hermanos
éstos ya eran un pedazo de hierba.
Él durmió feliz: aquella noche
descubrió que los árboles
pierden sus hojas, que la nieve es blanca.

 

 

CONCHA MÉNDEZ


 

Los brazos que te han llevado...

 

Los brazos que te han llevado,
no te dejan escapar
para volver a mi lado.

Nos separa un ancho mar
de difíciles tormentas,
y náufrago has de llegar,
si es que vuelves a mi puerta,
para quererte salvar.

Brazos que te sujetaron
para alejarte de mí,
¡a mí sí que me salvaron!...

Cuando ya no sepa de ti
¡qué bien estaré en la vida!,
cuando ya no sepa de ti.

Cuando no vuelvas a verme
y mis horas sean mías
y yo vuelva a ser quien era
lejos de tu compañía:

Cuando no te vean mis ojos,
¡qué bien me sabrá la vida!

No faltará quien se alegre...
Unos, porque no me quieran,
y alguna porque me quiere...

Tan sola no me has dejado,
que estoy conmigo y me basta
-igual que siempre lo he estado...