"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 30 de enero de 2023
CHRISTIAN DÍAZ YEPES
La
tierra promete como el primer llanto de un niño
por el vientre que lo arroja a la vida.
Grito que no calla,
…………………. calla todo asidero.
Y entonces abres tus ojos como surco.
Eres todo desierto, el anhelo de aquellas olas meciéndote.
El diario ha queda cerrado, las gaviotas escapan por la puerta de atrás.
Aprieta el estío.
Aprieta tu pecho contra el suyo y pide de beber.
Este anhelo te redimirá,
puerto de ramas abiertas,
cuanto más sediento te deje.
Tu llanto, tu canto,
te abrirán el camino
más allá, siempre más.
WHIGMAN MONTOYA DELER
La
cigüeña
Al poeta Luís Milán
En
la prisión Karosta: puertas del infierno
tras la puerta de aislamiento
tras la puerta de seguridad
tras la torre de guardia
tras el faro
tras el muelle y la costa rocosa
incluso más allá del mar
tras la puerta de nuestra casa, estás tú.
Ahora soy sólo un número desnudo, arbitrario
el ausente de tus cartas.
De cierto estoy en posición incómoda.
Escucho.
Todos me burlan el poeta
y me han dado a leer aquel libro: El Bloque
no creo que sea por cortesía
ni por lo de la Pena Capital (una patraña)
sino por castigo.
Hay mucho mío en ti
lo sé porque el faro ha anidado en la cigüeña
y es la luz que ves desde tu negra costa.
Yo dormía sobre el cemento frío
pero me he hecho nido con lo insufrible y continuo
más allá de los barrotes.
Más allá de las barreras, más acá de mí
hay sólo membrana en la conmoción irreversible del parto
y salgo con mi pedazo de ombligo seco en frasco
como quien lleva su porción de tierra.
Voces hiladas de la cuerda
justo en la salida de emergencia.
Hacia el exilio.
PATRICIA GUZMÁN
Hoy
amanecieron débiles los pájaros
Los ojos de amar no sé dónde los puse
Rezo santo
Rezo santo
Todo sigue oculto aunque lo vea
Hay una flor flotando en mi vaso
Voy a colocarle una piedra en la boca a cada muerto
(Para que no olviden el peso de vivir)
Los ojos de amar no sé dónde los puse
Aletargados están mis animales
A qué alzar los ojos
A qué salir al jardín
Cada espiga alta trae consigo su propia vanidad
Obsequio y rendimiento brindo
De: “Canto de oficio”
KHAI Q. NGUYEN
aquí
ahora
podríamos
beber
mientras leemos los versos de Cavafy
y hablamos sobre los personajes en
textos de los autores que te encantan
podríamos
disfrutarnos porque
no sabemos si viviremos después
mi cuerpo versus el tuyo, en el silencio
mi cuerpo un agujero negro de nada
tómame el néctar de virilidad
y dame la juventud divino tuyo
yo no sé si podríamos sobrevivir
en la soledad
cuando partamos en la mañana
mi amor, cuéntame tu dolor, tu melancolía, tu infancia
cuando respiro tu olor del sudor
para que mi nariz pueda recordarlo
como mi cabeza guarda tu imagen
en mi memoria
entre los murmullos de mi vida loca
un
día olvidaré tu nombre quizá
solo yo sé que
nosotros los maricones del coño
aquí ahora en el silencio vivimos
JUAN JOSÉ CASTRO MARTÍN
La
raíz de la hondura
(G. P. Friedrich von Hardenberg, Novalis)
Extranjero
en la vida, quise conocer el misterio
de lo viviente, donde lo oculto roza lo visible,
prolongarme en lo asombroso cuando la roca, el roble,
las orillas azules, los violentos deshielos, el relámpago súbito
se hacen himno,
……………………………………y montañas y espesuras ser pueden
sentido que engrandece el estremecimiento
de la incompleta alianza con las cosas.
Poco
de mi niñez he conservado, sólo el rumor del aire
en los negros abetos, lo leve de los pájaros.
Mi juventud fue la incursión en las profundidades
de la tierra y de los nombres, la inacabable duda de ser hombre.
Busqué la luz en las simas,
…………………………………………………bajo la noche de los párpados
que sólo las raíces más extensas conocen.
…………………………………………………………………………………Aunque,
¿quién persigue la luz sin convertirse en sombra?
Vagabundas las ondas se separan sin tocar el arcano
de
perderse en el curso de las aguas del Helme,
como en su trashumancia ignoran las estrellas
el caminar flotante de su asombro, en tanto mi mirada
por conocer fragmenta cuanto observa y en ello se consume.
La
juventud nos da el dolor, del dolor queda el nombre
―los perfiles de Fánkelstein, las veladas en Grünnigen, los inviernos en
Freiberg
que clama a los silencios como minas en que moramos.
¿Qué
misterio palpita entre los seres como honda vibración?
Habitamos el mundo en el pasado, en la nostalgia
de ser propagación, en el impulso de estar en todo
aunque sólo nos quede la huidiza posesión de cada sílaba.
Nacemos
para el éxtasis y el abismo, en él floto
hacia la noche inhóspita en lo cierto, ausente en lo absoluto,
sin otro paraíso que el recuerdo de la belleza
que hurtaron a la vida las palabras.
CARLOS CALERO
El
grillo
A la
hora del silencio, el grillo dice:
Nazca en mi mano su lenguaje con vino y penumbras.
Su voz se meta en el corazón de mis hijos
y me deje nostálgico, cuando el tiempo les herede
bajo los pies un barrio y mi vida.
El grillo no oculta su canto.
Lo escucho en los Beatles o los pisos musicales
que golpean los dedos de Beethoven.
Mis hijos han crecido, hasta entonces,
con dos grillos secretos en sus bolsillos y los sacan, únicamente,
para dedicarme sus pensamientos o el retrato de los recuerdos.
Cuando ellos van alejándose, de lo que estuvo en la sala y la nostalgia,
el grillo los ve grandes en la distancia y me narra cómo han pasado los años
con una ventana y los adioses que no son para siempre,
o indican el peso amoroso de esos hijos en mis hombros.
El grillo yace en la mesa blanca.
He construido una diminuta estatua de aire
para que cuando despierte, en un acetato de Pavarotti,
crea que todavía canta, canta y canta.
