lunes, 21 de febrero de 2022


 

JOSÉ PORTOGALO

 

 

Tumulto



Me trepan los insultos -mareas numerosas-
como trepan los hijos al cariño de un hombre.
Tengo las ansias llenas de ganarme en un grito.
Grito: ¡La vida es nuestra! y abro los horizontes.

Puertas de bronce viejo, de hierro remachado,
caerán cuando se agrupen las voces en un puño.
Hombres desvencijados, de espaldas a la vida:
así dancen las balas no serán de este mundo.

A los calvos de ideas, con sangre de pantano,
a los viejos que ensucian las palabras más altas,
les hago una advertencia: conmigo están los brazos
de aquellos que arrancaron de sus ojos las lágrimas.

La humildad -ese viejo mascarón- no hará suya
nuestra carne que es nudo de un clamor que echa ramas
y en sus climas oscuros, como a un árbol raíces,
nutren de savia pura los cuencos de su entraña.

Y ¡guay! del que esté en contra de nosotros, los pobres,
esos ríos de sangre, silenciosos y lentos,
que bajan hasta el pozo más hondo de la tierra,
que suben hasta el límite más alto de los cielos.

La vida es de nosotros los que hacemos la vida
a gotas de sudor, de ímpetu, de fuerza
y que jamás o nunca tenemos una cama
donde cavar la hondura de un vientre en primavera.

Nos vejan, nos explotan, nos reducen a cero,
si agitamos un grito de protesta nos castran.
Nos orinan la baba de un exiguo salario
y nos cuadran en leyes como a burros de carga.

Y hablan de La Piedad, de La Bondad, del Arte,
sacerdotes, artistas, profesores, poetas,
los que en nombre del pueblo se erigen en vigías,
¡esos hijos de puta con almuerzo y con cena!

Ah señor Jesucristo: no queremos tus frases
-panes sin levadura-, magníficas, humanas,
que no son más que frases pero que nos inhiben
y destapan, astutas, nuestros poros de lágrimas.

No queremos tus frases. Yo que vengo de abajo
y que anduve entre obreros con hambre y manos sucias,
que sé lo que es el mundo, este mundo de mierda,
te lo digo derecho: tus palabras son putas.

Al carajo con todas las parábolas bellas.
Al carajo con todos los escrúpulos sordos.
Presentemos las armas proletarios del mundo
y a tiro limpio, firmes, vaciémosles los ojos.

La vida es de nosotros, los que hacemos la vida
a gotas de sudor, de ímpetu, de fuerza,
y que jamás o nunca tenemos una cama
donde cavar la hondura de un vientre en primavera.

 

 

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS

 

  

Cielo de abajo



Una mujer sucede,
urde su gambito de encuentros,
aceita maquinarias de adoquín
y escribe en la arena de un café
un Mar Cantábrico, siluetas
que el diluvio reunió, vino de bardos
que pronto partirán, las geografías
donde el alma quema su madera.

Atraviesa
su tobillo al vaivén
de los que corren, conspira
contra el gris de la alacena
y esfuma la moneda de una broma

(la vida, su volado).

Suele saber
que el vestido,
el nylon, su reloj, el aguacero,
un Área de No Fumar (o el humo firma un fondo),
son la coreografía de un misterio
divagante también como el deseo
para, acaso más tarde o más temprano,
pernoctar ese tango al fin descalzos.
(Uno, claro, no entenderá.
La trama es muy barroca
y en el fondo carece de argumento.)

Una mujer sólo sucede.
Por eso hay desastres,
rincones jubilosos
donde la vida cabe
y toma lo que es suyo, a veces
hasta con el lujoso disfraz
de alguna coincidencia.

No obstante, preferimos no
entenderla, mirar con humildad
sus perversas ocurrencias.

 

CARLOS ARTURO TORRES

 

 

Los dos misterios

(A MI MADRE)

«Histeiy oí life, how dreadful!»

HOWELLA



Siendo muy niño, en el materno seno
El corazón inerte,
Lloré y me estremecí de terror lleno
Pensando en el misterio de la muerte.

Hoy por la pena el corazón deshecho,
La lucha ya emprendida,
¡Pudiera yo llorar, madre, en tu pecho
Por el triste misterio de la vida!

 

 

EDUARDO EMBRY

 

  

Cuidados

 

 

Cuide que ninguna mosca
entre por las orejas;
personas así afectadas
pueden perder algunas funciones vitales:
la sensibilidad de equilibrio,
de saber dónde se pisa,
la facultad del habla,
la belleza natural de las personas
de conocer a otros seres humanos,
la facultad de acercarnos, unos al otro,
de viajar intensamente;
cuídate, mujer, cuídate,
cualquiera infección de una mosca
puede causar la pérdida
de todos nuestros sueños.

 

 

ELISE COWEN

 

 

Heroína

 

 

La cabeza girada hacia el otro lado
Las manos en la bolsa de papel
En el cajón

( )

Apretando

La golosina.

 


CARLOS ENRIQUE SIERRA MEJÍA

 

  

Mirada



En el espejo de la charca
el frío de la mañana

La hora
es ahora
la deshora

Aparecerá esta vez
cada vez
con una señal nueva
el rostro que debo portar
cada día

Queda una puerta a las espaldas

Huellas de un gesto mal borrado

Sensación de ser víctima
de lo que vendrá

Me cubro el rostro
para que la desolación no me reconozca

Me limpio de la boca restos de un nombre
mientras camino a casa