"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 16 de noviembre de 2020
BOB DYLAN
Una fuerte lluvia va a
caer
¿Dónde has estado hijo mío
de los ojos azules ?
¿Dónde has estado mi pequeño
querido?
He tropezado en el costado de doce
montañas nubladas
He caminado y gateado en seis
autopistas inclinadas
Me he parado en el medio de siete
forestas tristes
He estado afuera de frente a una docena
de océanos muertos
He estado diez mil millas en la boca
de una tumba
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.
¿Qué has visto hijo mío
de los ojos azules?
¿Qué has visto mi pequeño
querido?
Vi un niño recién nacido con lobos salvajes
a su alrededor;
Vi una carretera de oro sin nadie
en ella
Vi una rama negra con sangre
que seguía cayendo
Vi un cuarto lleno de hombres
con martillos ensangrentados
Vi una blanca escala toda cubierta
de agua
Vi diez mil conversadores con las lenguas
todas rotas
Vi revólveres y espadas filosas en las manos
de pequeñuelos
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer
¿Qué escuchaste hijo mío
de los ojos azules?
¿Qué escuchaste mi pequeño
querido?
Escuché el sonido del relámpago
que bramaba advertencias
Escuché el rugido de una ola capaz
de inundar al mundo entero
Escuché a cien tarn-tarns cuyas manos
estaban incendiadas
Escuché a diez mil murmurando
y nadie escuchaba
Escuché a una persona morir de hambre
y a muchos reírse
Escuché la canción de un poeta que murió
en el arroyo
Escuché los sonidos de un payaso que lloraba
en el callejón
Escuché el sonido de una persona que clamaba
ser humano
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.
¿A quién encontraste hijo mío
de los ojos azules?
¿A quién encontraste mi pequeño
querido?
Encontré a un chico al lado de un pony muerto
Encontré a un blanco arrastrando a un perro negro
Encontré a una joven cuyo cuerpo se quemaba
Encontré a un joven que me dio un arco iris
Encontré a un joven que estaba herido de amor
Encontré otro hombre herido de odio
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.
¿Que harás ahora hijo mío
de los ojos azules?
¿Qué harás ahora mi pequeño
querido?
Me voy afuera antes que la lluvia
comience a caer
Caminaré hacia las profundidades de la foresta
oscura más profunda
Donde la gente es numerosa y sus manos
están vacías
Donde las píldoras de veneno están inundando
sus aguas
Donde la casa del valle encuentra
la prisión húmeda y sucia
Donde el rostro del verdugo está siempre
bien escondido
Donde el hambre es feo, donde las almas
son olvidadas
Donde el color es negro, donde nada
es el número
Y yo diré y lo hablaré y lo pensaré
y lo respiraré
Y lo reflejaré desde la montaña para que todas
las almas lo puedan ver
Entonces me pararé sobre el océano hasta
empezar a hundirme
Pero sabré bien mi canción antes de empezar
a cantar
Y es una fuerte, fuerte, fuerte, fuerte,
Y es una fuerte lluvia la que va a caer.
Versión
de Marcelo Covian
TED HUGHES
El señor Sartre medita
sobre asuntos
de actualidad
Encogido, en la enorme ala rota de su sombra,
recrea el mundo en el interior de su cráneo, como el espectro de una flor.
Sus ojos son prisioneros del hecho
de que sus manos se han convertido en moscas.
Con sonrisas calaverales, las poblaciones de la tierra
deambulan entre tumbas, como el hoguera apagada por la lluvia.
Bosteza, ladeando un ojo extinto
hacia la mosca dormida en la tulipa.
Pero su corazón sigue impertérrito...
El pólipo fragmentador de cráneos de su cerebro, sobre
su diminuta raíz,
se cierne irónico sobre él:
los ángeles, susurra, son metáforas, a imagen del hombre,
para diversión de la amiba.
Sigue sentado en la estancia doblemente oscura,
meditando en la raya carroñófaga.
Y en sus alas, leves, blancas, como de ángel,
y en los labios cupídicos del vientre nefasto.
Y en el mar, esta lengua en su oreja, lamiendo la
última página.
* *
* * *
Y él es un búho
es un búho, «hombre», tatuado en el sobaco
bajo el ala rota
(aturdido por la luz cayó aquí mismo)
bajo el ala rota de inmensa sombra que se agita sobre el suelo.
Un hombre de impotentes plumas.
* *
* * *
III
Y cayó finalmente. Y la gran ala en trizas
de sombra sobre el suelo.
Su memoria eleva cuanto recuerda
de ambos mundos, y unas pocas palabras.
La fatigada máscara de arrugas, los ojos de luto,
la tristeza del mono en su jaula.
Estrella que mira estrellas a través de las paredes
de una jaula llena de nada.
Y ninguna perdiz cae
de la nube. Ni maná
para ángeles.
Sólo la columna de fuego contrae su fuerza en una mota estelar.
Ahora el sargazo de un solo grano de arena
sería más dulce que un arroyo roquero
e a una boca
hendida por vapores estelares.
Un petirrojo le vio andar... ¡Emocionantel
Pero las lágrimas casi vertidas fuéronse,
una nube grande como su mano,
una corona arrugada de relámpagos que no encontraban la tierra.
Se inclina, orante, sobre música, como sobre un pozo.
Pero es el calderón del átomo.
Y es el ojo de Dios en el tifón.
Es un horno, rugiente de llamas.
Es una cuenca quemada y sin fondo
llena de moscas
en fugas
y reza
«¡Madre! ¡Madre!
Oh madre
mándame amor.»
Pero las moscas
las moscas se elevan en nube.
Versión
de Jesús Pardo
SAMUEL BECKETT
4.
Ascensión
a través del estrecho tabique
ese día en que un hijo
pródigo a su manera
volvió con su familia
oigo la voz
conmovida comenta
la copa del mundo de fútbol
siempre demasiado joven
al mismo tiempo por la ventana abierta
por los aires a secas
sordamente
la marejada de los fieles
su sangre salpicó en abundancia
sobre las sábanas sobre los olorosos guisantes y sobre su amigo
con dedos asquerosos cerró él las pupilas
sobre sus grandes ojos verdes sorprendidos
ella gira ligera
sobre mi tumba de aire
BERTOLT BRECHT
Balada de la vida agradable
Señores, ahora juzguen ustedes mismos: ¿es esto vida?
No le encuentro el sabor a todo esto,
ya de pequeño oía con estremecimiento:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.
Se nos alaba la vida de los grandes espíritus
que viven con un libro y nada en el estómago
en una choza en la que roen las ratas.
¡A mí ni te me acerques con esas tonterías!
¡La vida simple vívala quien quiera!
Yo (entre nosotros) ya tengo bastante.
Ningún pajarito de aquí a Babilonia
aguantaría esta dieta ni un sólo día.
De qué te sirve la libertad; no es nada cómodo:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.
Los aventureros con su atrevido ser
y sus ansias por llevar su piel al mercado,
los que siempre son tan libres y dicen la verdad
para que los cursis lean algo atrevido,
cuando los ves, cuando refresca por la noche,
con fría esposa en silencio van a la cama;
y, escucha, si alguien aplaude y nada entiende
y sin consuelo mira hacia el año cinco mil,
ahora sólo les pregunto: ¿es eso cómodo?
Sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.
Yo mismo todavía me comprendería
si prefiriera verme grande y solitario,
pero vi a tales personas desde cerca
y me dije: eso tendrás que reprimírtelo.
La pobreza trae además de sabiduría también disgustos
y el valor además de la fama también amargos esfuerzos.
Hasta ahora eras pobre y estabas solo, y eras sabio y valiente,
pero desde ahora tienes que acabar con la grandeza.
Entonces por sí mismo se resuelve el problema de la suerte:
sólo quien vive en la abundancia vive a gusto.
LUIS ANTONIO DE VILLENA
Cortesanía
Tumbado en una suite de lujo:
Hermoso, delicado, con la piel canela
y el negro cabello en amado desorden,
lentamente desnudo en entresueño
giras, y se curvan los brazos
y las piernas muy largas conformas...
A tu lado, con el índice solo
de la mano derecha, recorro yo tu espalda,
sobrevuelo las ingles, apenas me demoro
en una oreja, vuelvo a tus tobillos leves,
y miro como giras, curvas los brazos,
conformas a mi deseo tuyo las piernas...
Me digo, a veces, que nada más querría.
Que tu impecable desnudo me
bastase, imposible precioso, dulce sometido.
Querría en ti, Miguel, que la carne
muriese para siempre, su grito infame,
y eternamente a una vida con límites
correspondiese este tocable amor, diré,
hecho de límites sin límite...
NÂZIM HIKMET
Pienso
en ti
me llega hasta la nariz el olor de mi madre
de mi preciosa madre.
Montada en un carrusel, eres la belleza que llevo dentro
vuela tu cabello y gira tu ropa a toda velocidad
tu rostro ruboroso aparece y desaparece.
¿Cuál es el motivo
para que tu recuerdo sea como una puñalada
cuál es el motivo de que estando tan lejos oiga tu voz
y de un salto me levante?
Arrodillado contemplo tus manos
quisiera acariciarlas
pero no puedo
estás tras un cristal.
Rosa mía, soy un confundido espectador
del drama que represento en mi crepúsculo.
7 de agosto de 1959
De:
"Últimos poemas 1959-1960-1961"
Versión de Fernando García Burillo