miércoles, 22 de abril de 2015

ANTONIO MACHADO


 

El limonero lánguido suspende...

 

El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro...
Es una tarde clara,
casi de primavera;
tibia tarde de marzo,
que al hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.

En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.

Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.

Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena,
y de la buena albahaca,
que tenía mi madre en sus macetas.

Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan...


Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.

 

 

SALVADOR RUEDA


 

La cigarra

 

Silencio; es la cigarra, la doctora,
la que enseñó a Virgilio la poesía
y dio a las viñas griegas su armonía
cual bordón inmortal de luz cantora.

Aun pasa con su lira triunfadora
ardiendo en entusiasmo y energía;
encerrado en sus élitros va el día,
escuchad su canción abrasadora.

Ser en la roja siesta enardecido,
es un ascua del sol hecha alarido
que a su propio calor fundirse quiere.

Quema al cantar su real naturaleza,
canta por el amor a la belleza,
canta a las almas, y cantando muere.

 

 

LUIS G. URBINA


 

Humorismos tristes

 

¿Que si me duele? Un poco; te confieso
que me heriste a traición; mas por fortuna
tras el rapto de ira vino una
dulce resignación... Pasó el acceso.

¿Sufrir? ¿Llorar? ¿Morir? ¿Quién piensa en eso?
El amor es un huésped que importuna;
mírame cómo estoy; ya sin ninguna
tristeza que decirte. Dame un beso.

Así; muy bien; perdóname, fui un loco;
tú me curaste -gracias-, y ya puedo
saber lo que imagino y lo que toco:

En la herida que hiciste pon el dedo;
¿que si me duele? Si; me duele un poco,
mas no mata el dolor... No tengas miedo...

 

 

CHARLES BAUDELAIRE


 

De Spleen e Ideal

 

11. El enemigo

 

Mi juventud no fue sino un gran temporal
Atravesado, a rachas, por soles cegadores;
Hicieron tal destrozo los vientos y aguaceros
Que apenas, en mi huerto, queda un fruto en sazón.

He alcanzado el otoño total del pensamiento,
y es necesario ahora usar pala y rastrillo
Para poner a flote las anegadas tierras
Donde se abrieron huecos, inmensos como tumbas.

¿Quién sabe si los nuevos brotes en los que sueño,
Hallarán en mi suelo, yermo como una playa,
El místico alimento que les daría vigor?

-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! Devora vida el Tiempo,
Y el oscuro enemigo que nos roe el corazón,
Crece y se fortifica con nuestra propia sangre.
 

De: Las flores del mal
(Versiones de Antonio Martínez Sarrión)

 

 

BENJAMÍN PRADO

 
 

VII - Una noche te dije...

 

-Una noche te dije: -Quien no tiene secretos
nunca tendrá piedad.
Llovía, pero abriste una ventana.
La tormenta era azul dentro del bosque.
La mancha roja de las rosas
se extendía
por el corazón de los jardines.
y el mundo era un mundo de otra época:
como la vez que estábamos en una casa abandonada
viendo un incendio antiguo.
 

De "Asuntos personales"

 

MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA

 

Por la ventana

 

Prostituir al amor.... Llegar artero,
de noche, entre las sombras, recatado
esquivando los pasos y, mañero,
la faz hundida y el embozo alzado.

Tender la escala con la vista alerta,
trepar por la pared que se desgrana,
y adonde todos entran por la puerta,
entrar como ladrón, por la ventana.

Apagada la luz, hablando quedo,
temerosos, convulsos, vergonzantes:
sintiendo juntos el amor y el miedo
contar con avaricia los instantes.

Querer que calle hasta el reloj pausado
que cuelga en la pared, alto y sombrío;
ser joven, ser amante, ser amado
y estando juntos ¡tiritar de frío!

Sentir el hielo que en las venas cunde
cuando los nervios crispa el sobresalto;
y maldecir a luna si difunde
su delatora luz sobre lo alto.

Buscar lo más obscuro  de la alcoba
y ver, con vago miedo, las junturas
por donde entra la luz, como quien roba,
cobarde, vil, con antifaz y a obscuras.

Y  temblar de pavor si ladra el perro
y si las ondas de la fuente gimen,
de lo que es aire, sol, hacer encierro,
de lo que es derecho, hacer un crimen.

Besar con miedo, sin rumor, aprisa,
ir siempre de puntillas por la alfombra
y si al cristal hizo crujir la brisa,
temblar pensando que una voz nos nombra.

Cuando canta la alondra, retirarse
atravesando la desierta sala,
y suspenso en el aire, deslizarse,
como vil bandolero por la escala.

Haber envenenado una existencia,
convertido en dolores el contento,
y huésped sepulcral de la conciencia,
albergar un tenaz remordimiento.

Ver  encenderse su mejilla roja
temiendo acaso que el pavor la venza,
y al hablarle mirar que se sonroja
y que baja los ojos de vergüenza,
ese no es el amor: amor robado,
que se viste de falso monedero;
ese no es el amor que yo he soñado,
y, si ese es el amor, ¡yo no lo quiero!