domingo, 20 de septiembre de 2020


 

WILLIAM BLAKE

 



Canto del reír



Cuando los verdes bosques ríen con la voz del júbilo,
y el arroyo encrespado se desplaza riendo;
cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias,
y la verde colina ríe del estrépito que hacemos;
cuando los prados ríen con vívidos verdes,
y ríe la langosta ante la escena gozosa; 
cuando Mary y Susan y Emily
cantan "¡ja, ja, ji!" con sus dulces bocas redondas.
Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra
donde nuestra mesa desborda de cerezas y nueces,
acercaos y alegraos, y uníos a mí,
para cantar en dulce coro el "¡ja, ja, ji!"

 

 

Versión de Antonio Restrepo

WALLACE STEVENS

  


 

IX



 

Cuando el mirlo se perdió de vista

Señaló el límite de uno de muchos círculos.

 

De: “Trece formas de mirar un mirlo”

 

 

 

ROQUE ESTEBAN SCARPA

  


 

 

 

Yo he nacido, amor…

 



Yo he nacido, amor, para quererte,

y siempre es tiempo.

Tengo vibrantes rojos desvelados,

y siempre es tiempo.

Ramos de sangre y codiciosas llamas,

y siempre es tiempo.

Claveles y cristales desmedidos,

y siempre es tiempo.

 

Soy un granado de suicidas frutas,

de piel amarga y encendidos gramos.

 

Yo he nacido, amor, para tenerte,

y siempre es tiempo.

Respirar tu enlutado aire de luna,

y siempre es tiempo.

Quemar tu adolescencia de jazmines,

y siempre es tiempo.

Besar tu rostro de rocío tierno,

y siempre es tiempo.

 

La intacta soledad se moriría

entre caricias y gemir de voces.

 

Yo he nacido, amor, para perderte,

y siempre es tiempo.

Muerta noche que viene entre la ausencia,

y siempre es tiempo.

Ceniza de tu labio en mi recuerdo,

y siempre es tiempo.

Nardo de angustia despertando agrio,

y siempre es tiempo.

 

Nace un viento de sombras que solloza,

marchitando el laurel y los luceros.

 

Mas siempre es tiempo,

que entre la luz oscura y detenida

bese amoroso tu perfil moreno.

 

 

MASAOKA SHIKI

  

 


Las manzanas robadas
Que comí,
Me dieron dolor de estómago.

 

De: “Otoño”

 

 

MANUEL MAGALLANES

  


 

El regreso

 


 

Me detuve en la entreabierta
puerta de mi oscuro hogar
y besó mi boca yerta
aquella bendita puerta
que me convidaba a entrar.

 

Mi corazón fatigado
de luchar y de sufrir,
cuando escuchó el sosegado
rumor del hogar amado
de nuevo empezó a latir.

 

Fue como el lento regreso
de la muerte hacia la vida,
como quien despierta ileso
tras fatal caída al beso
de alguna boca querida.

 

Adentro una voz serena
decía cosas triviales
y había un dejo de pena
en esa voz suave y llena
de cadencias musicales.

 

La voz suave de la esposa
despertó mi corazón,
aquella voz amorosa
que en otra edad venturosa
me arrulló con su canción.

 

Desfallecido de tanto
batallar y padecer,
llevando en los ojos llanto
y en el alma desencanto
llegué ante aquella mujer.

 

Caí junto a su regazo
y en él mi cabeza hundí,
y unidos en mudo abrazo
de nuevo atamos el lazo
que en mi locura rompí.

 

Ni reproches ni gemidos...
sólo frases de perdón
brotaron de esos queridos
labios empalidecidos
por tanta y tanta aflicción.

 

«Llora, llora -me decía-.
Yo sé que llorar es bueno»...
Mudo mi llanto caía
y ella mi llanto bebía
y me estrechaba a su seno.

 

Nunca, nunca he de olvidar
sus palabras de cariño
ni el amoroso cantar
con que tras lento llorar
me hizo dormir como a un niño.

 

AMIRI BARAKA

  

 


Notas para un discurso

 


 

Azules africanos
no me conoce. Sus pasos, en las arenas
de su propia
tierra. Un país
en los periódicos en blanco y negro,
derribado pavimentos
del mundo. No
no siento
lo que soy.

 

Fuerza

 

en el sueño, una oblicua
succión de los nervios, el viento
arroja arena, los ojos
son algo encerrado en
el odio, del odio, del odio, a
caminar en el extranjero, que llevan a cabo
sus muertes, aparte
de la mía. Esas
cabezas, me llaman
mis ‘pueblo’.

 

(¿Y quiénes son ellos. La gente. Para referirse a

 

mí, hombre feo. ¿Quién
te, a la preocupación de
los estómagos planos blancos
de doncellas, alberga en su interior
muriendo. Negro. Luna pelada
luz sobre mis dedos
se mueven bajo
su ropa. ¿Dónde
está su marido. Negro
palabras vomitan arena
a los ojos, los dedos de
sus muertos privado. cuya
alma, los ojos, en la arena. Mi color
no es el suyo. más claro, hombre blanco
charla. huyen. Mis propias
almas muertas, mi, llamados
personas. África
es un lugar extranjero. Usted es
como cualquier otro hombre triste aquí
americana.