"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
martes, 13 de marzo de 2018
ENRIQUE GONZÁLEZ ROJO
A la muerte
Vivo
porque me induces a temerte.
En el
campo minado de mi entraña
tu
presencia me emplaza a la artimaña
de
cuidar de cuidarme de tenerte.
Paradójicamente,
me da suerte
saber
que tu existencia me acompaña,
que
eres mi ángel custodio y tu guadaña
en guía
de mis pasos se convierte.
Pero
por más que seas mi seguro
de
vida, mi regalo de materia,
la voz
que me protege en el apuro,
en
veces no hallo paz, pues no es ninguna
manera
digna de mostrar mi histeria
deshacerme
en aullidos a la luna.
IBN ZAYDÚN
Hoy, triste, me distraigo con las flores
Hoy,
triste, me distraigo con las flores,
de los ojos imán, donde la escarcha
juega vivaz hasta inclinar sus cuello.
Pupilas son, que, al contemplar mi insomnio
sollozaron por mí; por eso el llanto
irisado resbala por su cáliz.
de los ojos imán, donde la escarcha
juega vivaz hasta inclinar sus cuello.
Pupilas son, que, al contemplar mi insomnio
sollozaron por mí; por eso el llanto
irisado resbala por su cáliz.
JORGE CADAVID
De la errancia de los árboles
Allá
van los árboles
expulsados del rebaño
de viaje por los campos
Sólo se diferencian de los animales
en que carecen de domicilio
Sobrepasan la noche
y llegan donde principia el día
Algún filósofo naturalista
lanzó la idea escandalosa
de que los ineptos por constitución
para la vida nómada eran los humanos
Desasosegados pero estáticos
nunca entrevieron la velocidad de un árbol
la prisa sutil de su corteza
para ser madera
el ritmo de los frutos
para caer y levantarse
Qué decir del movimiento vertiginoso
de sus raíces para buscar un camino que no existe
y de las ramas alargando sus brazos
espectrales para tantear el infinito
expulsados del rebaño
de viaje por los campos
Sólo se diferencian de los animales
en que carecen de domicilio
Sobrepasan la noche
y llegan donde principia el día
Algún filósofo naturalista
lanzó la idea escandalosa
de que los ineptos por constitución
para la vida nómada eran los humanos
Desasosegados pero estáticos
nunca entrevieron la velocidad de un árbol
la prisa sutil de su corteza
para ser madera
el ritmo de los frutos
para caer y levantarse
Qué decir del movimiento vertiginoso
de sus raíces para buscar un camino que no existe
y de las ramas alargando sus brazos
espectrales para tantear el infinito
CONCHA URQUIZA
Las
piedras del camino se llenan de ternura
y de musgos; los cielos contemplan con dulzura
los senos azulosos del agua que se estanca.
y de musgos; los cielos contemplan con dulzura
los senos azulosos del agua que se estanca.
Clareando
entre los charcos de solo todos deshechos,
se hinchan de luz las agrias venas de los helechos
tendidos sobre el fresco terror de la barranca.
se hinchan de luz las agrias venas de los helechos
tendidos sobre el fresco terror de la barranca.
NARCÍS COMADIRA
A Frederic Amat
Brilla oscuro fulgor
dulce sombra dorada
recóndita insistente
que conmueve de afán
este mundo desierto
viva víscera tierna
juventud todavía.
Brilla oscuro fulgor
dulce sombra dorada
recóndita insistente
que conmueve de afán
este mundo desierto
viva víscera tierna
juventud todavía.
De: "En cuarentena"
Versión de Dolors Ollé
RAMON DE CAMPOAMOR
De amor
tentado un penitente un día
con nieve un busto de mujer formaba,
y el cuerpo al busto con furor juntaba,
templando el fuego que en su pecho ardía.
Cuanto más con el busto el cuerpo unía,
más la nieve con fuego se mezclaba,
y de aquel santo el corazón se helaba,
y el busto de mujer se deshacía.
En tus luchas ¡oh amor de quien reniego!
siempre se une el invierno y el estío,
y si uno ama sin fe, quiere otro ciego.
Así te pasa a ti, corazón mío,
que uniendo ella su nieve con tu fuego,
por matar de calor, mueres de frío.
con nieve un busto de mujer formaba,
y el cuerpo al busto con furor juntaba,
templando el fuego que en su pecho ardía.
Cuanto más con el busto el cuerpo unía,
más la nieve con fuego se mezclaba,
y de aquel santo el corazón se helaba,
y el busto de mujer se deshacía.
En tus luchas ¡oh amor de quien reniego!
siempre se une el invierno y el estío,
y si uno ama sin fe, quiere otro ciego.
Así te pasa a ti, corazón mío,
que uniendo ella su nieve con tu fuego,
por matar de calor, mueres de frío.
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