viernes, 25 de marzo de 2022


 

MARÍA GARCÍA DÍAZ

 


 

He salido a comprar fresas 

Siento que en mi ser se incorporan el gneis, el carbón, el musgo
largos filamentos, las frutas, los granos, las raíces comestibles,
Y que estoy hecho de cuadrúpedos y de pájaros
WALT WHITMAN

para Laura



he salido a comprar fresas
y he vuelto, veinticinco años después, con la arcilla
embadurnándome las plantas
y el olor a llaves en la manos

 

he vuelto con los dioses disecados
las estructuras alicaídas
la diferencia ahogada en el barrizal
que han atravesado mis botas

 

te he entregado las fresas
y me has secado la lluvia de la frente
con la lana azul plomizo de tu manga
has arrastrado también el sudor antiguo

 

el chocolate se derrama de tus ojos
el flequillo se derrama de tus ojos
yo he vuelto para contemplarlo
con la tranquilidad de un desierto granate

 

seré acaso la mujer que deseaba
cesará la distopía en nuestro barrio
creceremos en silencio como crece
el aloe vera en la ventana 

 

De: “Suave la matriz”

 

EDUARDO ESCOBAR

 

  

Combatiente

  

Yo hice mi guerra.
Yo hice mi guerra contra el volcán
mi guerra contra el mar
contra el invierno
contra la necesidad
contra el utensilio.
Yo hice mi guerra huyendo
mi guerra enfrentando
desesperando
mi guerra en el Ártico
en el Antártico
en la China.
Yo hice mi guerra en la Sierra Maestra
en la Sierra Nevada
en la Sierra Madre
en la explanada
hice mi guerra de cien años
de mil días
mi guerra relámpago
mi guerra de un millón de muertos
de dos millones de muertos
de tres millones.
Yo hice mi guerra con mis zapatos
con mis garras
con mis escobas
hice mi guerra de verdad
mi guerra con odio
hice mi guerra en España
mi guerra contra el zar
mi guerra azarosa
ahumada
descarnada
mi genocidio.
Yo hice mi guerra con mi bigote
con mi caballo
con amor
con ametralladora
al amanecer
contra los judíos
hice mi guerra contra los infieles
contra los invasores
contra los brujos
contra los negros
contra los indios.
Yo hice mi guerra en mi ventana
en el automóvil
en la cantina
en el campo
mañana
por la mañana
hice mi guerra en el Bajo Cauca
y en el río Cauca
y en Arauca
hice mi guerra como fusilero
como panadero
como estafeta y
marino
Yo hice mi guerra en los establos
contra las moscas
contra los comunistas
contra los imperialistas
contra los cristianos
hice mi guerra por desconfianza
por amargura
por pobreza
por terror
la hice porque no tenía
más que hacer
porque no me daban trabajo
porque me pagaban mal mi trabajo
porque pasaba hambre
la hice porque no comía
hasta indigestarme
la hice por despistarme
por herirme
por eliminarme
porque sí y no
por defenderme
la hice porque no me la dejaban
hacer.
yo hice mi guerra
hice mi guerra
mi guerra
guerra
pero no todas eran inútiles
y no todas las había de perder.
Yo hice mil guerras.

 

LEÓN ZAFIR

 

  

Dijeron los olivos

 

 

-Hace ya veinte siglos, una noche
ensortijada de luceros pávidos,
por un brusco sendero
que se abría a intervalos,
se llegó hasta nosotros, lentamente,
cual si midiera el ritmo de sus pasos,
un hombre de ojos tristes que portaba
diez alfiles marfíleos en las manos.

-Delicados los pies, como si nunca
vagado hubiese por caminos ásperos;
fulgente halo de luz le perfilaba
la frente de alabastro;
trigo garzul en los cabellos blondos
y en el semblante pálido
serenidad impávida del loto
que abre su cáliz en mitad del lago.

-Al penetrar en nuestra entraña obscura
nos sentimos de pronto fecundados
por beatífica luz; en nuestras frondas
despertaron los pájaros,
y, cual si fuese el día,
dieron al viento sus mejores cantos.

-El Nazareno, con la frente al cielo,
entreabriendo los labios,
“¡Padre mío… !” -exclamaba- y sus pupilas
se inundaron de llanto.
-Turbó el hondo silencio de la noche
el tropel de unos bárbaros.

El fue a su encuentro: -A quién buscáis?- pregunta.
-Buscamos a Jesús- le contestaron.
-Yo soy -les dijo- y agregó: “¡Prendedme!”.
Los salvajes lo ataron,
y en medio de la turba enceguecida
vimos nosotros desfilar al santo.

-Nos quedamos a obscuras,
sin comprender lo excelso del milagro
ni el por qué de la infamia de los hombres…
¡Oh incomprensión del árbol!

-Sólo después, cuando la grey judía
colmó al Mártir de agravios;
cuando expiraba redimiendo al mundo
en una cruz clavado;
cuando tembló la tierra
y los velos del Templo se rasgaron;
cuando abajo chocáronse las piedras
y de la altura descendieron rayos;
cuando el sordo huracán batió los montes
y hubo un chisporroteo de relámpagos,
vinimos a saber que a nuestra sombra
estuvo Dios, ¡orando!

 

Nota: León Zafir, seudónimo de Pablo Emilio Restrepo López

 

CARLOS VÁSQUEZ TAMAYO

 

  

Nombre



dónde grabé mi nombre que ya no me
acuerdo, lo habré puesto encima de alguna
gruta, mi nombre de cuántas letras,
con una sola parte, la otra no pude hacer
que fuera mía, mis letras juntas hasta llegar
a ser el nombre mío, el que me dieron,
el que pusieron sobre mi cara por si
quería tenerlo, no he podido abrigarlo,
ese desamparado conjunto de puntos,
he ido con mi nombre de puerta en puerta,
pero no lo he oído, por ejemplo desde
una ventana, hay veces que querría que
alguien se lo tomara, Carlos, me dice,
o en el leve susurro que llama el amor,
Carlos, de nuevo, e ir despareciendo,
para eso lo disponen las sabias voces,
Carlos, y entonces, sin miedo ni ansia,
pasar, seguir, irse desvaneciendo,
para qué si no para no temer nada y
entrar, por el nombre, en la casa de dios,
el baldío que ha estado siempre ahí,
al pie de la casa.

 

 

CLAUDIA GONZÁLEZ CAPARRÓS

 

 


 

dispongo de esta casa,
de sus interferencias, de las interrupciones
que sus paredes generan en la luz

dispongo de esta casa

vacía
vaciada

como si en ella nunca hubieras habitado, como si en ella nunca
te hubiera permitido entrar

 

 

RODOLFO USIGLI

 

  

7

 

El solitario se mira

a sí solo, sin pausa alguna.

Así solo lo vi viéndose

en un espejo sin luna.

 

De: “Cancioncillas”