lunes, 11 de marzo de 2019


CATALINA GONZÁLEZ RESTREPO





Desierto


De la infancia
el sonido del mataculín,
el miedo a resbalar
y la afición por el vértigo.
—Los deseos como piedras que caen—.
¿Cuántos mundos he perdido?
En el sueño de encontrar en el espejismo
un cactus sin espinas,
de querer sin herirse,
hallo un espejo en la habitación del frente
pero está vacío.


ABRIL MEDINA





Pero adentro de ti hay un niño- dices
atemorizado y dócil

eres el gran aparato de diablo
y acá afuera te burlas como defectíble cínico del accidente ajeno
sólo para conectarte con más gusto la botella porque eres el incendiario más húmedo y con la verga menos muerta

oh pero adentro, es cierto sugieres, hay un niño enfermo y atormentado

eres el vástago infracolérico que sólo intercambia insultos con las personas calificadas improvisa categorías de ingenio
que le parecen originales o destacables

pero ahí, dices, al fondo, hay un niño herido esperando que le abracen (por que es muy pequeño y suave)

ya sin las oficialidades  del hombre irascible,
ese que vocifera virtud arrogancia
a la cara de algún ingenuo, donde le ha parecido;
florece una vagina al calce de la nariz

Pero dentro, claro, quietesito y hambriento hay un niño que no juega nunca
-no te hará daño
insinúas
-no te hará daño.


CORAL BRACHO





Sobre él discurren con suavidad



En el espejo del tiempo
centellea la conciencia.

Fina serpiente de cristal, rodea las cosas.
Las envuelve, las crea, las fija.

–Se ve mirarse en el reflejo.
Ve su imagen mirar.—

Los movimientos se hacen cautos
y lentos
y van dejando en su discurso fisuras.

Los dibujos que trazan al brillar las fisuras
van reemplazando
el movimiento.

Son subyugantes sus arabescos contra el lomo
del mar.

En él respira su silencio.
Es un espejo el tiempo
bajo el azul: sobre él,

con punzones finísimos argumentan,
sobre él discurren con suavidad.


JORGE EDUARDO EIELSON





Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo



Penetro tu cuerpo tu cuerpo
De carne penetro me hundo
Entre tu lengua y tu mirada pura
Primero con mis ojos
Con mi corazón con mis labios
Luego con mi soledad
Con mis huesos con mi glande
Entro y salgo de tu cuerpo
Como si fuera un espejo
Atravieso pelos y quejidos
No sé cuál es tu piel y cuál la mía
Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo
Tu sangre brilla en mis arterias
Semejante a un lucero
Mis brazos y tus brazos son los brazos
De una estrella que se multiplica
Y que nos llena de ternura
Somos un animal que se enamora
Mitad ceniza mitad latido
Un puñado de tierra que respira
De incandescentes materias
Que jadean y que gozan
Y que jamás reposan


De: "Ceremonia solitaria" 


JUAN SANCHÉZ PELAEZ





Por razones de odio



Ella descubre el roce el barniz de su cintura
En los estados feéricos en un acantilado sensual
A cuyos pies se derraman almacenes hechizados
Los cuellos segados por fruición de la libertad.

Cuando escamotean sus cláusulas internas
Creo una virtud especial
Por razones de odio
y es la mujer sometida al clima negro
En los portafolios los deshielos la lupa la colcha
De los muertos.
Los óleos de mi memoria revestidos de lanas ardientes
La mancha con sed del rebaño sideral
La lepra
Del aljófar caído en los bosques.


De: "Elena y los elementos"


JULIA PRILUTZKY





No quiero esto de andar enamorado...



No quiero esto de andar enamorado,
estar triste y alegre sin motivo,
saberse generoso y vengativo,
dormirse sin dormir. Y estar cansado.

Y sin embargo, es el acostumbrado
milagro de estar trémulo y altivo,
tanto más libre cuando más cautivo,
tanto más rico cuanto más se ha dado.

Esto de respirar bebiendo el aire,
sentirse rey, temblar frente al desaire,
con el gesto indeciso y la mirada

más cerca o más allá del horizonte,
sufrir el sol, tratar que no tramonte,
mirar sin ver. Y ver, sin mirar nada.