viernes, 9 de marzo de 2018


WILLIAM BUTLER YEATS





Cuando estés vieja y gris y soñolienta...



Cuando estés vieja y gris y soñolienta
y cabeceando ante la chimenea, toma este libro,
léelo lentamente y sueña con la suave mirada
y las sombras profundas que antes tenían tus ojos.

Cuántos amaron tus momentos de alegre gracia
y con falso amor o de verdad amaron tu belleza,
pero sólo un hombre amó en ti tu alma peregrina
y amó los sufrimientos de tu cambiante cara.

E inclinada ante las relumbrantes brasas
murmulla, un poco triste, cómo escapó el amor
y anduvo en las cimas de las altas montañas
y entre un montón de estrellas ocultó su rostro.


Versión de Nicolás Suescún


WENDY GUERRA





Noticias de la reina



No me puedes ver
No te puedo escuchar ni tocarte
No puedes moverte de tu centro pero te trasladan mis deseos
Estás atrapado entre el deber y mis súplicas
Soy Juana la Loca y retozo en el fuego de mis entelequias
Corro por el castillo haciendo honor a tu nombre
Pelo suelto y mundo expuesto sin saber sin conocer dónde te esconden
Quién soy y porqué te busco para desnudarme mientras me arrepiento.
A qué estados me transportas con los ojos vendados
Qué razones me llevan a morir en silencio por tu honor.


ESTHER DE CACERES




  
Manos de amor



¡Qué cercanas, qué lejanas,
tu mano y mi mano juntas!
Me enloquezco cuando siento
que entre el amor de sus palmas
una mano taladrada
les separa los dos pulsos.

-Ya se acercan, ya están juntas,
como una flor con su tallo,
tu mano y mi mano juntas!
Quiero sentirles la sangre
junta;
¡las vivas raíces juntas!

¡Ay! Todavía las separa
el resplandor de una rosa
con su ser, que es, como el tuyo,
terrible, tierno, traslúcido!

Toda la noche tu mano,
convertida en una rosa,
fue sangre de sueño y flor
sobre el sueño de mi mano
silenciosa.


VILMA REYES DIAZ





A medias



Las huellas del día encienden las penumbras
y un matiz de haber vivido a medias, sella la tarde
todo se reduce a esperas
a entretener el cuerpo
el pensamiento
un recuento de pautas
archivos
recuerdos

al final del día, remojo en la noche mis parpados
hasta que el amanecer
vuelva a convocarme.


MAHMUD DARWISH





El último tren se ha parado



El último tren se ha parado en el último andén, y nadie
salva a las rosas. Ninguna paloma se posa en una mujer de palabras.
El tiempo se ha acabado. El poema no puede más que la espuma.
No creas a nuestros trenes, amor, no esperes a nadie en la muchedumbre.
El último tren se ha parado en el último andén, y nadie
puede retornar a los narcisos rezagados en los espejos de la penumbra.
¿Dónde dejaré mi última descripción del cuerpo que en mí habita?
Todo ha terminado. ¿Dónde está lo que ha terminado? ¿Dónde vaciaré el país que en mí habita?
No creas a nuestros trenes, amor, las últimas palomas han volado, han volado,
y el último tren se ha parado en el último andén... y no hay nadie.

  
De: “Menos rosas”


Versión de María Luisa Prieto


XAVIER ECHERRI




  
La herrumbre del rostro



Desciende, ser, siente el polvo que gime en la herrumbre del rostro.
Siente la brisa pulverizada en lágrimas, del rostro, siente el
sabor de las cadenas.
"Animal entre los hombres, conoces bien tus límites, el rigor de
las necesidades".
Y todo lo que deseaba, la fruta roja, la dulce mezcolanza, al
punto
Se le concedía ¡ah! bajo olas oscuras que agitaban el cielo.

Sabes que vives enredado en la maraña de una imaginación despierta
siempre
Y sacudida por millones de átomos que sangran al chocar,
Y chocan, se desprenden, chocan, se desprenden, todas las
formas en su más íntima sustancia.
¿Opondrás a la muerte una máscara irónica, apenada, hastiada,
espantada?
¿Te dolerá perderlo todo, lo vivido y lo soñado, lo que pudo
ser, lo que no debió ser?
El engaño teñirá tus pupilas sobre un piso que se desmorona a cada
paso,
Y perderás uno a uno los dientes, los escrúpulos, y la belleza
Será sólo un recuerdo y un ansia, un recuerdo y un ansia, sin
objeto.

Es fría la tarde, y los miembros desnudos que la imaginación
recorre
Son agua fresca entre los dedos torpes, y no hay nada, nada que
esperar.

Ir detrás de la sensación, por la sensación y el cansancio,
Y la sensación que siempre se pierde más allá de la puerta:
"No esperábamos mucho, pero hasta ese poco nos ha sido negado.
Somos
Esos barcos encallados en la roca por la feroz tormenta, esas
casas de piedra que el tiempo desmorona,
Y entre cuyos escombros huesos secos se hacinan".

Desciende, ser, toca tus bajos fondos. Escucha el viento que silba
en las cabezas huecas.
"Déjame pastar en el abrevadero de tu cuerpo. Déjame figurar entre
los rostros cuyos cuerpos amas".
Desciende más, siente el polvo que gime en la herrumbre del rostro.

¿Nos zumban los oídos o es el mundo el que zumba?
¿Qué sensación se aprieta en nuestros músculos, contrae levemente
nuestras pieles,
Se anuncia y nos recuerda que permaneceremos sobre la tierra negra?
El mar azulino rebrilla en la distancia de los ojos.
El sol todo lo toca: las olas, las playas y las rocas.
¿Qué cadáver husmea en los rincones?
El recuerdo de un rostro que los años cuartearon en el polvo,
La mirada congelada de espanto, el vacío más profundo y más blanco.

Cargas la barca de leños demasiado pesados. La corriente
cristalina de tu espalda arrastra flores y hojas secas
Entre paredes tapizadas de verdura.
Limitado, separado del resto, clausurado, caminas mirando las
veredas,
Los parques, las esquinas, absorto en el fluir de carros
y de rostros ambiguos en su expresión de
agitado cansancio.
Argollas, brasas cristalinas, aprietan carne contra carne, y del
choque el humus negro reverdece.

¿Vivirás entonces? ¿Alguien te tenderá la mano sin el cuerpo,
el cuerpo, sin la mano?