martes, 1 de julio de 2014

CARMEN CHIESA


 

Intento

 

Yo misma acarreé dolores de ríos alborotados
y rosales desnudos.
Fui inquietud de inefables senderos
y mueca de crepúsculo en el misterio de albas.
Fui un frágil desmentir alrededor de todo lo creado,
y un espejismo agazapado desafiando el tiempo.
En mi se desataron intentos de ensueños;
ensueños de percales y túnicas de losas
que duraron instantes.
Fui umbral de santuario de prodigios vacíos,
una osadía confusa con fragmentos de roca,
un perfume silvestre en la soledad del viento,
un rasgo de recuerdo en la vigilia de un sueño.
Fui melancolía nocturnal decapitando estrellas,
preludio de paisaje en la balada doliente
de la crucifixión.
Yo misma me perdí en tus huellas
en la pomposa nostalgia de sueños resignados,
regando tus cenizas por mi senda.

 

 

CÉSAR A. TORO


 
 

Luce la noche...

 

Luce la noche vaporoso velo
y las estrellas, que fulgor deslíen,
margaritas parecen, que sonríen
en el jardín lunático del cielo.

La noche, dicen, que refleja el duelo,
cuando las bocas del dolor se ríen
con negra risa, sin que al alma envíen
los bienhechores astros su consuelo.

Si esta noche de agosto se ilumina
de parpadeante flora diamantina
y se llena de múltiples destellos,

culpa mis paradójicos antojos
¡la noche triste se alegró en tus ojos
negros como el dolor, pero más bellos!

 

 

PEDRO ÁNGEL CEBOLLERO


 
 

Canto a la fuente

 
 

En el jardín, dormida como un ave encantada,
la fuente hila incesante sus bordados de espuma:
se diría una novia sonámbula sentada tejiendo
un nupcial velo con sus dedos de pluma...

En la noche se angustia la fuente corno un roto
corazón que ha perdido su amor y su consuelo,
y su rumor se escucha como el eco remoto
de un clamor dolorido que se eleva hasta el cielo...

¿Qué dolor infinito canta en sus surtidores?
Cien hojas secas llevan cadáveres de ensueño,
y el rumor de la fuente es un llanto de flores
que lloran asustadas corno un niño pequeño...

Voz sollozante y húmeda, voz de sueño y fragancia,
rayo de sol dormido, llanto oculto y sonoro,
vaso de antiguo y noble baccarat, donde escancia
el sol sorbos de plata y burbujas de oro...

¡Fuente, hermana doliente, frágil, sutil y pura,
qué honda llega tu música dentro del corazón,
y qué pozo escondido de dolor y amargura
revuelven las caricias de tu suave canción...!

El crepúsculo lívido de muchas tardes grises
pintó de rosas muertas los senderos floridos,
y el sol agonizante dejó áureos matices
en las corrientes trémulas de tus chorros dormidos...

Mi corazón sangrante vuelve a ti en las serenas
melodías de luces de la tarde dormida,
a buscar para el hondo gris triste de mis penas
una pátina de oro de tu luz escondida...

Y cuando de la noche el soplo estremecido
con un beso fragante borra del sol las huellas,
unen sus serenatas a tu rumor dolido,
en tu pecho de virgen, prendidas, las estrellas...

Entonces, voz doliente de plata, voz bendita,
eres la canción lánguida sin principio ni fin,
que entona desde el fondo de la noche infinita
mi pobre novia muerta, mi rubia margarita
con el acento triste de su voz de jazmín...

 

 

CARMEN DEMAR



 

El otoño y yo

 
 

Mis ojos abriéronse al mundo
en un mediodía del mes de septiembre
¡Septiembre, loto de blando remanso nocturno!
¡Maravilloso y taciturno
septiembre, ventanón del otoño
que saluda con quejas amargas
en vaivén sonoro,
y lo impregna todo
de humedad, de nieblas, de nostalgias!
Otoño soberbio rey caprichoso
que hace florilegios
los átomos de oro sobre los espejos
silenciosos y elocuentes de las aguas...
Su sol es un viejo
encorvado y amarillo que ciñe diamantes
y velos flotantes,
se acuesta temprano y se levanta tarde...
Sus noches se tiñen de auroras
y se visten de gasas y de blondas...
Su viento se toma en poeta y le canta
un himno de rimas aladas
que entre los ramajes quedan palpitantes
en temblor de música infinita y anhelante...
Su luna es una pálida y desnuda
virgen de castas morbideces
tendida románticamente
en el ara de las divinidades
cósmicas, indiferente, muda;
y la tierra sedienta se bebe la lluvia
que de lejos se trae
un rumor de fantasma que entristece...
Y fui una niña triste
de palidez sombría
que lloraba en silencio una pena
que no conocía...

 

 

LOIDA FIGUEROA MERCADO


 
 

Caminito

 
 

Caminito que pueblas el alma de antojos
Que fulguras tus luces con fiel esplendor,
Dime cuáles pasos te trillan la frente
Ahora que estoy lejos con mi cruel dolor.

Caminito que velas las tardes de rosa
Cuando en el ocaso se adormece el sol
Dime cuántos novios enhebran sus sueños,
Bañadas sus vidas de rojo color.

Caminito bello que escuchas los trinos
Que emite en gorjeos el Dios del Amor,
Dime por qué callas cuando en vez de aquéllos,
Enturbian tu rostro llantos de dolor.

Caminito que siempre me llenas de vida
Como recordando los sueños de ayer,
Dime si es que vuelves a escuchar mis pasos
En las horas mustias de un atardecer.

 

 

LYDIA VÉLEZ ROMÁN


  

Este día


 

Lo sabemos,
este día un niño
sin guisantes infinitos hasta el cielo
se arodilla a esconderse de un disparo.
Es la muerte acechante detrás
de una basurero, la perversa

Capturados nos quedamos en la tierra de Borinquen
sin los poemas en furia de Don Paco en La Princesa,
sin la denuncia de León Felipe allá en España:
"Es que los cementerios no están llenos todavía"

Pero hoy hay otro suelo hecho de montes
y ciudades ancestrales,
flamboyanes cobijando los juegos de la infancia
y un lunes de almanaque
con su grito deslumbrante hacia el futuro