sábado, 19 de agosto de 2017


AMALIA LATEANO




Canto al amor



Errante y claro día que sí extraño
como un largo suspiro entre tu zumo.
En mi piel, lentitud que me perfumo.
Respiro por tus poros, en mi engaño.

Soy mujer en el barro de peldaño.
Tierra, por donde crece lo que asumo.
Con blancura: magnolia que presumo.
Laberinto infinito, casi daño.

Mi larga vida siempre te acaricia.
Te veo cavidades de ternura.
Venenos de tristezas que te asolan.

Como gaviota caes con delicia.
Reinas entre la selva de cordura.
Tus soles resplandecen, y me inmolan. 




GONZALO ROJAS




No le copien a Pound



No le copien a Pound, no le copien al copión maravilloso
de Ezra, déjenlo que escriba su misa en persa, en
cairoarameo, en sánscrito,
con su chino a medio aprender, su griego traslúcido
de diccionario, su latín de hojarasca, su libérrimo
Mediterráneo borroso, nonagenario el artificio
de hacer y rehacer hasta llegar a tientas al gran palimpsesto
de lo Uno;
no lo juzguen por la dispersión; había que juntar los átomos,
tejerlos así, de lo visible a lo invisible, en la urdimbre de
lo fugaz
y las cuerdas inmóviles; déjenlo suelto
con su ceguera para ver, para ver otra vez, porque el verbo
es ése: ver,
y ése el Espíritu, lo inacabado
y lo ardiente, lo que de veras amamos
y nos ama, si es que somos Hijo de Hombre
y de Mujer, lo innumerable al fondo de lo innombrable;
no, nuevos semidioses
del lenguaje sin Logos, de la histeria, aprendices
del portento original, no le roben la sombra
al sol, piensen en el cántico
que se abre cuando se cierra como la germinación, háganse
aire,
aire-hombre como el viejo Ez, que anduvo siempre en el
peligro, salten intrépidos
de las vocales a las estrellas, tenso el arco
de la contradicción en todas las velocidades de lo posible,
aire y más aire
para hoy y para siempre, antes
y después de lo purpúreo
del estallido
simultáneo, instantáneo
de la rotación, porque este mundo parpadeante sangrará,
saltará de su eje mortal, y adiós ubérrimas
tradiciones de luz y mármol, y arrogancia; ríanse de Ezra
y sus arrugas, ríanse desde ahora hasta entonces, pero no
lo saqueen; ríanse, livianas
generaciones que van y vienen como el polvo, pululación
de letrados, ríanse, ríanse de Pound
con su Torre de Babel a cuestas como un aviso de lo otro
que vino en su lengua;
cántico,
hombres de poca fe, piensen en el cántico.


MARTA MIRANDA




Sistema



Conversaciones triviales
sonrisas
máscara que oculta el rostro

Nadie nos conoce
giramos
solos
en el negro sin fin
del universo

Únicos
brillantes
cada cual
su propio sistema

su particular
mundo disecado


De: “La misma piedra”


ÓSCAR HAHN




Para darle cuerda a la muerte



Cuando se me alborotan los espermios,
qué veo, qué veo, digo yo:
veo a mis pescaditos navegar por los úteros,
enamorados de cuanto óvulo cae.
Toma este matamoscas y extermina a los ángeles,
después con grandes uñas arráncales las alas.
Ya veo sus muñones, ya los veo arrastrarse:
desesperadamente tratan de alzar el vuelo.
Toma este insecticida. Oigo sus toses blancas
prenderse y apagarse. Una puesta de sol
o una puesta de ángeles es lo mismo sin duda
porque la noche ahora levanta su joroba
y ellos se van hundiendo lentamente en el suelo.
Levanta el pie despacio. Así mismo. Tritúralos
Que le saquen las plumas con agua hirviendo y pongan
esos cuerpos desnudos en las fiambrerías.
Ahora me van pasando sudarios de juguete
y ataúdes con cuerda. Ahora me van pasando
las cruces más pequeñas, para que se entretengan
los infantes difuntos. Pásame el insectario,
los alfileres negros. Toma este matamoscas
y extermina a los ángeles.


ANA ROMANO





Verecundia



El pavoneo
quebranta
el choque
estigmatiza
y desenfunda
torniquetes

Arponeados
vientres
exorcizan
el oráculo
y rebobinan
el maleficio

La noche de los cuerpos languidece
y es la quietud.



PORFIRIO BARBA JACOB




 
Segunda canción sin motivo



Con mi ensueño de brumas, con tu claro rubí,
¡oh tarde!, estoy en ti y estás en mí,
por milagrosa e íntima fusión...
Antes del gran silencio de las estrellas, di:
¿de qué divina mente formamos la ilusión?

¡Por mi ensueño de brumas, por tu claro rubí,
¡oh tarde muda y bella!, gime mi corazón.